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iuente que apenas se habían usado. Aquella mujer de-
bía ser muy rica para poder permitrse tales lujos... A no
no ser que las alhajas TA de algún robo re-
ciente. : i
No era fácil esto último, pues adn se había, o |
<iado; pero s udeber era esciarecerlo,
—¿ Compró usted estas joyas hace poco, verdad?
-—En la semana última. e |
; Conservara las facturas naturalmente?
.
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vaclló ella un momento, y respondió:
a señor comisario. No me preocupo de eso.
costumbre, señora! Pero tiene fácil
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PITOSÍO, - podemos pedir cl
128 , xy 2 a A e E de la
45 jJOyertas de la rue de la
duplicado correspondiente, en
Paix que es donde se alquirie-
*en como denotan los estuches.
2iv0% nó se proponía hacer semejante cosa, quería
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icamente, obligara Olimpa a que respondiese con
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importantes a los pocos días de la compra.
La extratagéma dió resultado :
—Le diré la verdad —murmuró ella—: Las ¡ joyas me
Ss ha regalado el amigo que m etrajo desde San Sebas-
tián.. y Supongo: que se las 1 llevaría las facturas cuando
se ps |
<Q * Y |
Sonrió con ironía el comisario.
dE | —Tengo que felicitarla, madame de tiene us-
ed unos j
sen C
on usted a París, solo por el placer de acompuñarla
sino
hs que además, la cubren de joyas que valen una for-
2-- «O est epatant, ma fola
3079 E
dada exactitud a su pregunta. Nadie tira facturas tan
amigos muy galantes y generosos. No solo vie-
EE e