3898 LUIS DE VAL
incurría en ligrezas de ninguna especie.
Examinaba con el mayor cuidado, los envíos de lo
A
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proveedores, rechazando los artículos que no venían e
las debidas condiciones; cuidaba de que los clientes
fueran atendidos con solicitud; y, en suma, los parro-
quianos y la dependencia, se hallaban a gusto. |
A pesar de ello, el novel encargado no podía darse:
por satisfecho. Cumplía, celosamnte sus obligaciones,
y procuraba superarse en todo momento.
Pero su preocupación iba aumentando, a medida.
que pasaba el tiempo sin que su problema fundamen-
tal —el de su matrmonio —se resolviese.
Era inútil que Marta y Angela se esforzasen en ¡n-
fundirle ánimos, haciéndole que su nueva situación
en la taberna significaba una positiva ventaja.
—Eso es indiscutible —replicaba—; y estoy muy
agradecido al señor Juan por el nuevo favor que mé
hace. Pero. nuestro problema continúa sin resolver.
—Hay que tener un poco de paciencia —decía Mar-
ta—. Lo principal ya lo, tenéis. Habéis adquirido la se-
guridad de que os amáis, y abrigáis el decidido propó-
siso de casaros en cuanto os sea posible-.. ¿No te acuer,
das ya-de lo que sufriste en aquellos días de incerti-'
dumbre?
—;¡ Claro que lo recuerdo, madre! —contestaba él
y soy feliz por mi suerte al estar seguro de que Angela
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me quiere y gólo será mia... Fero 1i2e consutatl la UN