Full text: [Tomo] 4 (4)

  
  
3898 LUIS DE VAL 
incurría en ligrezas de ninguna especie. 
Examinaba con el mayor cuidado, los envíos de lo 
A 
¡a 
proveedores, rechazando los artículos que no venían e 
las debidas condiciones; cuidaba de que los clientes 
fueran atendidos con solicitud; y, en suma, los parro- 
quianos y la dependencia, se hallaban a gusto. | 
A pesar de ello, el novel encargado no podía darse: 
por satisfecho. Cumplía, celosamnte sus obligaciones, 
y procuraba superarse en todo momento. 
Pero su preocupación iba aumentando, a medida. 
que pasaba el tiempo sin que su problema fundamen- 
tal —el de su matrmonio —se resolviese. 
Era inútil que Marta y Angela se esforzasen en ¡n- 
fundirle ánimos, haciéndole que su nueva situación 
en la taberna significaba una positiva ventaja. 
—Eso es indiscutible —replicaba—; y estoy muy 
agradecido al señor Juan por el nuevo favor que mé 
hace. Pero. nuestro problema continúa sin resolver. 
—Hay que tener un poco de paciencia —decía Mar- 
ta—. Lo principal ya lo, tenéis. Habéis adquirido la se- 
guridad de que os amáis, y abrigáis el decidido propó- 
siso de casaros en cuanto os sea posible-.. ¿No te acuer, 
das ya-de lo que sufriste en aquellos días de incerti-' 
dumbre? 
—;¡ Claro que lo recuerdo, madre! —contestaba él 
y soy feliz por mi suerte al estar seguro de que Angela 
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- e a y Lo Dar a nainuaima la 1m- 
me quiere y gólo será mia... Fero 1i2e consutatl la UN 
  
  
 
	        
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