¡ MALDITA ! 4403
- Decimos que comprendía mejor el pelibkro porque,
no hallándose enamorado, como André, examinaba las
perspectivas, fríaente, sin pasión.
Sabía que lo más fácil era sucumbir, que tenían no-
venta posibilidades contra diez de ser víctimas de una
puñalada a traición o de un disparo hecho entre tinie-
blas, artéramente..
Pero nada le haría tampoco retroceder.
Abandonaron ambos el estudio de Du Bois y em-
prendieron la tarea con el mejor espíritu, aunque sin
el menor indicio en qué basar sus pesquisas.
Su «primera salida» se inició con un acto de pre-
sencia en el tugurio donde tiempo atrás el poeta ha-
bía sorprendido los planes de Roy «el Lagarto» y sus
“compinches contra el conde de las Cumbres y la her-
mosa Olimpia. |
Pronto comprendieron, sin embargo, que ninguna
Pista podían lograr allí.
El local estaba casi desierto. Sa
El melancólico «garcon» que les sirvió las bebidas,
lamentóse de que hubieran cambiado tan calamitosa-
memnte los tiempos.
T—Ahora no hace como unos meses—exclamó con evi-
dente sinceridad—. La «bofia» se ha empeñado en es-
tropearnos el negocio... ¡Peste de gendarmes! Desde
que «liquidaron al pobre Roy, nuestro mejor cliente,
aquí apenas viene nadie... ¡Un contradiós!...
Aquel hombre estaba convencido, al parecer, de que