Full text: [Tomo] 5 (5)

   
  
, | ¡MALDITA! 5707 
Do —¿Pa darle un cuarto al pregonero?—protestó «el | 
Piripi»—. ¡Amos, anda! ¡Pa qué querrían más las her- l 
manas “siamesa, con las ganas que tién d'armar jaleo! 
¡Pos sí que tiés ideas luminosas! 
  
N _—Mejor será que entremos en el café—opinó Ade- 
/N la; y recordando que Angel la esperaba, se volvió hacia 
$i y le hizo una seña para que se acercase. 
Obedeció el esposo de María, aproximándose con su 
habituai naturalidad de hombre de mundo. 
—Os presento a mi cuñado, el marido de mi herma- 
na María, del que os he hablado tantas veces—dijo—. Y 
estos amigos son, como ya te habrás figurado, Angel, 
Paloma y:Cayetano., que banto han hecho por mí en las | 
peores horas de mi vida. | 
—Tantísimo gusto—exclamó el fígaro, estrechando 
calurosamnte la mano que Angel le tendía—. Aquí tié 
usté a un raspabarbas, por mal nombre el Piripi... dis- 
puesto a servirle con porntitud y esmero... cualquier 
día menos hoy, que estcy con el baile de San Vítor, qu' 
un flan es un peazo de piedra a mi lao. 
A Sonrió Angel ante el símil, sintiendo gran simpatía 
vor aquel menestral de semblante tan sincero. 
Ra 
m7 Penetraron los cuatro en el popular café de la calle 
de Toledo y se acomodaron en torno de una mesa. 
Los dos novios relataron sus laboriosas gestiones pa- 
y ra dar con el paradero de la «desaparecida»; y ésta, con 
| tó, a su vez, sin omitir detalles, cuanto le había sucedi- 
ra 
¿o la tarde anterior, haciendo que se llenasen de lágri- 
mas los magníficos ojos de Paloma. 
  
  
 
	        
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