. , y ya
alma ? Aunque mirándole, ya se vé que no ha de tenel
de eso. Ni tiene siquiera facha de persona. Tiene, cara (
lechuza.
- El casero quiso _photestar de tales ofensas, y el jove
“hizo callar, diciéndole : a
—No me obligue usted e pasar de las palabras al
obras. No lo he hecho ya, porque al fin es usted viejo;
a tipos como usted, ni la ancianidad debe valerles. En
puntapiés, arreglo el asunto.
La cosa se ponía .fea.
Angel era capaz de pegarle a aquel hombre.
Soledad lo compredió así, % dijo asustada a su anión
“—¡ Por Dios!
—No temas—respondió él—. Seré prudente. No a
ensuciarme la mano, poniéndoselas en la cara esa--
nuja.
Dirigiéndose a las dos hermanas, añadió :
e] Ba, no hay que llorar ni que apurarse! ¡
dos !
—Sí, si—asintió Soledad.
Alí las recibirán con los brazos bos: y no hay ná
de que las echen a la calle. Ya lo dice el refrán : cun
una puerta se cierra, otra se abre». ¡ Andando!
El casero respiró satisfecho.
Se consideraba ya libre de sus inquilinos. e
Intentó formulér una disculpa, y Angel lo. inppidió,
ciendo :
: -—Calle usted, si em que tengamos la fiesta en ni
¡Si vuelve abrir la boca, le juro que se la cierro !
- lizo caso de la advertencia, y no volvió : a despegar *
labios. eS
ea
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