Full text: [Primera parte] (1)

  
  
  
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¿Qué más necesitaba escuchar ni ver el que ola v obser- 
vaba, para comprenderlo todo? 
Fuese como fuese y por lo que fuese, lo tual ya sé pon- 
dría en claro, allí estaban el que iban buscando y el que ie 
había protegido y se proponía seguir protegiéndole en su 
evasión. 
Reconoció a Fermín bajo el uniforme de capitán de hú- 
sares, y a «Alegret» bajo el de carcelero. 
Retrocedió presuroso, para anunciar a los que le aguar- 
daban, señalando hacia el fondo del pasillo: 
—Allí están. 
Y dispuso que cuatro hombres le siguiesen, ordenando 
a los demás que allí permanecieran, recomendando a todos 
de nuevo el mayor silencio. 
El capitán y el teniente siguiéronle también. 
Al llegar de nuevo junto a la puerta iluminada, ordenó 
a los que le siguieron, indicándoles a Fermín y «Alegret»: 
—¡A ellos! 
Armas en ristre los soldados abalanzáronse en el inte- 
rior de la estancia y se arrojaron impetuosos sobre el te- 
niente Fermín y el ex pistolero. 
Este, que se hallaba de espaldas a la puerta, cerrando el 
armario en el que se proponía dejar prisionero obra vez a, Al- 
berto, para que no intentase impedir la fuga, no. pudo re- 
peler la agresión ni hacer uso de la pistola. : 
Los rudos golpes que descargaron sobre él, hiciéronte 
caer al suelo. 
Apoderóse el júbilo del marquesito al ver aquella inespe- 
rada salvación. Los soldados apresuráronse a librarle de la 
  
  
  
 
	        
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