LA SEÑORITA MONTECRISTO, Da A . PA cc
Quiso levantarse; pero tras un grito de
lor cayó sobre el cadáver del caballo.
El negro, de una cuchillada, abrió el
ntalón del colono y comprobó. que tenía
ina herida á-la altura de la rodilla.
Detuvo la “sangre; colocó sobre la he-
da un pañuelo de hierbas húmedas y la
ndó con un fragmento de algodón arran-.
do del chal de Paméla.
Después «enojado por la fatalidad que
ía á caer sobre él y sobre sus amigos,
sensible 4 sus propios sufrimientos que
eran intolerables, dirigió su mirada hacia
“restos del fuego como para buscar una
spiración. Su energía le acompañaba to-
my. blasfeméis, señor!... ¡ Habéis di:
siempre que vuestro Dios no nos aban-
naría... y vais á desesperaros cuando aca-
de salváros la existencia!
—¡ Tienes razón, Zimbo! ¡Soy un débil!
—¡No, «noz. peto las pruebas os han dado
“poco: de flaqueza!... ¡ Pehsad én vuestra
ija!... Acer que Sea rica.
—¡Sí! ¡sí! lo quiero. :
¡Pues bien! entonces es preciso obede-
le por espacio de una hora.
¡Pero tú también estás herido pobre
ligo mío!... ¡Tu qe está ensangren-
ada! :
-—¡Un rasguño!... ) Me lo curaré dd mis-
tiempo que vuestra herida -en Man-
ubié, uña ciudad indígena que conozco
que está á una legua de aquí... Os ruego
le hagáis cun esfuerzo; Paméla os pres-
el apoyo: «de 34) brazo, es Ara lle-
r hasta el río, |
vigorosa ' negra se poa Ba
su amo á' levantarse, puso su brazo de
jode “el: del. señor eta y. le: EA
hasta el río, dd
Zimbo se: agachó y. con gran esfuerzo
; el saco” le diamantes. sobre da: parte:
Éxito de sus pesquisas,
; costados; a
E delante:
marchó á
Pa el remo.
Volvió 4 subir al río un trayecto comio
de cien metros.
Después, metiéndose en el agua hasta
el pecho y con el cuchillo entre los dien-
tes para defenderse eventualmente contra
los cocodrilos que infestabán estos pasajes
avanzó hasta una roca que estaba fuera del
agua, á plomo como una terraza natural.
Enftun momento desapareció bajo la roca.
Cuando volvió lo. hizo. sin el precioso
o E A o
Pero Zimbo no se detuvo allí, .
Fué á coger de la ribera pedazos de
cuarzo y fué á colocarlos bajo el peñasco
hasta que el saco estuvo iaa pS
cubierto,
—Ahora—dijo—, desafío á los bandidos
á que me lo descubran. Venidremos á re-
cuperarlo tarde Ó temprano.
Descendió hasta el sitio «donde 'sus com.
pañeros le esperaban.
Pero iba lentamente ihépeocióndtilo: mi-
nuciosamente los cañayerales que bordea- 7
ban el río, CO
O Zimbo. buscaba . ,
cosa. das
Visbienatte contrariado por. él poca
se echó á andar
y llegó al otro extremo. | j
Aún allí, se puso á buscar. :
De repente, sus amigos lo vieron dés
aparecer en los cañaverales para reapa- :
recer bien pronto llevando delante de él.
una canoa de indígenas. . S :
- Púsose de pié en la embarcación y reu-
nióse con .sus compañeros. |
—Sabía que terminaría dallándda dijo x
atracando—, Este sitio es un sitio de pesca
de los negros de. Mangubié, y no poner.
la mano en una de sus: piraguas hubiéta.
sido ' Jugar con la: suerte,
. Con la ayuda de Paméla colocóse y se-
ñor: Josselín -en el. «fondó de la canoa.
La negra y Zezétte tomaron sitio en 1
e fiel «Turco», Aué. á colocarse
Zimbo. ¿se _ puso 4 á dirigirla, No la canoa.
á lo largo, pero q inútil. que. ma- 4
Vencido por el. dol «deshecho de pe
a agotadas sus fuerzas. pe la EE can: