20 a Da CARLOS SOLO
Para todas estas genes, la mayor parte
ricas, la suma parecía enorme; hubo como
un estremecimiento «ntre los jugadores, y
todos miraron á Murchinson.
—¡No!—fué su respuesta.
—¡Que la peste te ahoguz!—dijo el se-
ñor Donegal echando á andar.
Reunióse á Gedeón y á la señorita de
Montecristo que acababan de encargar un
«lunch» como resumen de la jornada.
El yankee mandó le trajeran una botella
de vino añejo que bebió con gran satis-
facción, pil
Parecía no preocuparse de lo ra ferente
al «yacht», pero con el rabillo del ojo se-
guía insensiblemente, todos los movimien-
tos de Murchinson, lo que no le impedía,
llamar por sus nombres á los que veía
pasar, ,
—Shoridan, el rey del cobre; Clarkson,
el rey de los caminos de hierro; Cokmey,
el rey de las lanas; Carnegie, el rey del
acero, |
—¡ Cuántos reyes!
—¡Aquí no hay más que reyes...
sin coronas!
—Pero llenos de millones, cosa
vale más,
—Y vos, ¿de qué sois rey? -—
- tó Lise
—Soy el rey de los algodones.
Dos clubsistas' atravesaban el salón, Ge-
león y Lise oyeron una parte del diálogo.
—Una noticia decía uno, Las fábricas
de Barkley en Chicago, están para ven -
, derse,
—¿Cuántos sacrifican por día?
—-—Diez mil puercos,
—¿Sin exagerar?
—Sí, sin exageración. *
-—¿Y cuánto piden?
—Siete millones de «dollars»,
—¿lIréis á Barkley esta tarde?
—Eso pienso.
—Decidles que hablaremos.
Los clubsistas acababan de ver al se-
ñior Donegal.
—¡ William ! Os creía en Luisiana.
—He vuelto,
——¿Jugáis una partida de AE
—Muchas gracias, Marcho para Mada-
gascar dentro de hora y media.
reyes
que
pregun-
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Gedeón y Lise se miraron estupefactos
—¿Qué decís señor ?—preguntó Gedeón
El americano miró su reloj. |
—¿Para Madagascar?
—5Son las once y mediaj A la una
taremos en camino.
-—¡Para Madagascar!
—j¡Diablo! En Francia, las cosas no $
hacen como aquí.
—No. estamos en Francia,
—En este momento,
Murchinson que
lejos,
señor.
Donegal vió
tiraba, sus cartas á 1
—«All right t»—dijo,
Volvió cerca de él.
—¿Has perdido Murchinson?
—SÍ.
—¿ Quieres la revancha ?
—¿Qué puesta ? :
—A ver.
—Cien «dollars»,
—¡No!
—¿Es demasiado,
—Doscientos
—ES : poco.
—¡Nol
— Quinienvos «dollars».
— ¡Na!
— Mil.
—¡Nal
—Cinco mil.
_—Cuando yo juego, juego mucho,
—Entonces fija la puesta tú mismo.
—Te juego tu «yacht».
—¿ Quieres. tú. tanto; á
—;¡ Sí!
—¿Qué quieres hacer?
—Eso es coza, mía,
—Sea, Juguemos el «yacht» contra f
propiedad de Coney Island del cual teng
una envidia: loca. .
—¡«AU right»!
—Tú das.
Los miembros del ei se tado! en
círculo,
demasiado poco
«dollars».
mi «yacht»?
Gedeón y Lise se habían aproximiado
Habían comprendido la intención de
yankee y, aunque no entendían nada. de
juego, miraban anhelantes.
Los dos jugadores, echaban las cart
sin ruido, coma acontece á los ricos.