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«riendo. por el mismo camino los embarca-
«rían 4: bordo del «Florida», que los conduci-
«ría 4 Francia, donde en lo sucesivo. es-
+tarían al abrigo de la. codicia. de los Blaeck-
baern: |
La guerra que ya ensangrentaba una par-
«te del país que iban 4 atravesar no, fué
más que una cuestión. incidental.
En cuanto: á:, los- Blackbaern se. burla-
ban: de ellos; suponiendo que llegasen al
Sabi á tiempo de maniobrar, nuestros ami-
-gos eran bastantes para aceptar la lucha.
- En previsión de las fatigas del siguiente
«día, Eustaquio Galimard aconsejó á sus
compañeros tomar una buena dosis de des-
«canso; esta advertencia, muy prudente, fué
"bien acogida.
- Pero á media noche todo el mundo es-
taba en pie.
El navío no avanzaba sino lentamente;
-se aproximaba á las costas.
Cada cual se preperaba para el desem-
“barque.
La señorita Josselin se había puesto un
traje de caza que le sentaba 4 maravilla.
Por toda arma, llevaba una escopeta én
bandolera y un cuchillito en aspa.
Arístides semejaba á una armería. am-
| pss
Con su winchester sobre la setucidas Sus;
SS las de caza y sus revólveres en la
cintura y un gran sable en el costado zan-
queaba. el puente.
-. —¡Esto promete á á fe E — monologa*
-. 'ba—. Inútil es hacerse ilusiones. Habrá pu-
, fetazos que dar y “quizá. que TECIDIL:.
,: El director de teatro se detuvo como
si esperase. los aplausos del, público; iba
4 comenzar una segunda sesión. del mismo
gusto, cuando sus amigos le detuvieron.
RRA mi antiguo- amigo! ¿Te creerás
: todavía en las Folies-Bobino e-—dijo Gedeón.
¿Es que ld vista de, cid armas te hace
A
—Queremos impeáitte de edldiéndo. Ve,
hd en la oi e agro la : A
| - a
bando.
CARLOS SOLO
lona; con- gestas cómicos tan patéticos,
los. espectadores: riéronse fuertement
cuya. risa se. unió.la. del mismo. comedi:
El ¿hombre que ríe está desarmado,
un proverbio; pero no aconteció lo m
al señor Lavignette el cual se obstim
guardar su sable.
En .el mismo. instante John. se apro
al señor Donegal.
—Ya llegamos—dijo:
Y mostró una línea obscura que en aq
claro obscuro de la madrugada: se vela
dos milla. ¡próximamente del buque.
Inmediatamente se hizo extinguir. tod:
los fuegos en el puente de «La FloM
Todo el mundo ¡estaba dispuesto.
Dirigido: por el piloto indio que con
perfectamente estos sitios, el «yacht»
zábase silenciosamente por el Océano.
De repente, John puso el dedo en
labios y mandó á los aventureros gual
silencio.
-—¡ Mirad l—dijo.
El señor Donegal fué el primero que
_ el objeto que señalaba el mecánico.
—Otro barco—dijo.
—Una goleta que está en la bahía do
nosotros vamos á entrar. ¡Como aquí,
_dos sus fuegos están apagados!
—Acaso ese buque tenga razones p
esconderse.
—¿ Hemos sido vistos?
—¡No. lo creo!
—¿Qué nos aconsejáis hacer, John?
771 Esperar!... Indagar á ver si est
letá es amiga ó enemiga.
-—Como quiera, no está en condicio!
para darnos caza, como aquel crucer
glés que el diablo lleve!... ¡Ah! esto es?
gular.. .. Se diría que la goleta nos ha.
y huye de nosotros. pe
Efectivamente la misteriosa embar
_ acababa de desplegar todas sus velas
como una sombra ligera avanzaba €n
rección noroeste, es decir, hacia alta
pe Será ¿preciso Apresarla? —P
John.
-—¿A santo de qué? N ada nos importa
¡Será aa e co
—En este. caso tienen Pa en di
V