Full text: Tomo 3 (03)

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Después de haber dejado al señor Done- 
yal, 4 la señorita Montecristo y á Gedeón 
á bordo del yacht, camino de Madagas- 
car, el policía ¡se había puesto 4 la yobra. 
Para llevar su nueva empresa 4. buen fin, 
- le era preciso ante todo saber, cuales eran 
las intenciones de los hermanos Blackbaern. 
Confiado en su estrella, Simpson estuvo 
rondando los locales de la banca Jackson 
Brothers and C:2, buscando la ocasión que 
-pudiera ponerle «al corriente de lo que el 
deseaba. Esta ocasión se presentó bajo la 
forma de un mozo de oficina cuyo sem- 
blante colorado, indicaba un fiel adorador 
«del «wisky». ce 
Simpson acababa de comenzar su tarea 
ante el edificio de la banca, cuando conó- 
-<, «ció al dicho muchacho de la oficina que 
«salía con una cartera pS el brazo y con 
aire presuroso. 
El detective le siguió y penetró seguida- 
mente en un «bar» de la vecindad. 
Entabló conversación con el: empleado, 
ganarse su confianza y hacerle hablar, et a 
- «un juego de niños para el experto policí ía. 
Algunas botellas ofrecidas y concienzuda- 
"mente bebidas, fueron lo suficiente ps 
' abrir el camino á las confidencias. 
Sin hacerse rogar, el hombre explicó que 
ejercía las funciones de “mozo de oficina 
"en la banca Jackson y la de «groorm», en 
_ Brooklyn. 
Añadió que se llamaba Daniel Kennedey l 
la que era oriundo de Baltimore. 
- Con gran frescura, Simpson dijo que €l 
“era natural del mismo pueblo; “nuevo pre- 
texto para nuevas libaciones. 
- Pero el policía era demasiado fino para E 
“entrar intempestivamente en. cuestiones que ás 
| “hubiesen podido. hacer surgir la desconfiam 
ea en su nuevo amigo. 
Se habló de unas cosas ho sl de ton- e 
«e las sin importancia. | | ES 
si ¡Separáronse con pesar. los. dos" amigos. 
CARLOS SOLO 
—;¡ Hasta mañana! ¡Nos veremos aquí 
la misma hora!—dijo Simpson estrecha! 
do los dedos del muchacho. : 
—¡Mañana! Olvidáis que es domingo, YE 
que estos días las oficinas de la banca 
se abren. 
—Razón de más para volvernos á ver. 
gozar alegremente. 
—¡Eso quisiera amigo, pero no soy l 
bre! Todos los domingos mis dueños tiené6 
costumbre de recibir á sus amigos en Br 
klyn; esos días tengo que servir 4 la mesé 
—¡Eso me contraría! Veamos, amig 
Kennedey, no hay, pues medio de encont 
una hora de libertad, por la tarde, por ejer 
plo! Esperad, mañana os quiero demostrá 
un reconocimiento hasta el extremo. A 
ocho, iré 4 tomar el «groog» á BathskelleX 
Si el corazón os dice... 
Kennedy pareció reflexionar un moment 
—¡A las ocho! Después de todo, quizá 
posible arreglar las cosas. 
——Entonces no hay más que hablar. Y 
estaré el primero en el citado sitio; per 
“bre todo no me hagáis esperar. 
—Tengo costumbre de acudir exactam 
te. ¡Hasta mañana amigo! 
Simpson se frotó las manos. 
Este imbécil tiene la lengua suelta co 
una vieja. Por él estoy seguro que he 
" averiguar lo que han decidido los cal 
“lleros de la banca: desde que ocurrió 
'aventura de Morrissona «All rightl» 
señor Donegal quedará satisfechho. 
Al siguiente día, á la hora convenid 
/ Simpson vestido como un eimpleadilld* en 
: mingo acudía á la cita. : 
“Kennedey no tardó en reunírsele, 
Traía el aire de haber trabajado mud] 
-—1Dios del cielo! ¿Qué tenéis amigo E 
'nedey? Estáis muy sofocado. 
,—¡Qué va á ser! Imaginaos que. di 
pués de comer no he tenido un mom: 
de repóso. 
 
	        
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