Full text: Tomo 3 (03)

12 al dE "CARLOS SOLO 
tun sello, que ¡cosa sorprendente! era de 
la embajada inglesa de los Estados Unidos. 
Realmente lestaba bien provista la agencia 
Fillmore. 
El policía guardó todo esto ien su cartera; 
despues pasó al tocador reservado de los 
señores policías. 
Media hora antes de la marcha del bu- 
que dde gran velocidad «Calvados», Simpson 
vestido de una hopalanda muy amplia y 
á la vez larga, los ojos cubiertos por unos 
anteojos azules, los cabellos lisos y teñidos 
de rojo, una maletita en la mano y un gran 
libro bajo el brazo, aparecía sobre el «wart» 
que daba acceso al barco. 
La transformación estaba muy bien he- 
cha, el policía semejaba á un clérigo an: 
téntico. 
Con el aire entonado y como fastidiado 
por la agitación de la noche, se paseaba 
en todas direcciones examinando á hur- 
tadillas, todos los viajeros que paseaban por 
el puente. 
De repente sus ojos brillaron y s* escon- 
dió detrás de un móntón de cajones, muy 
metido en curiosidad por la Ln de un 
grupo de viajeros. 
El grupo estaba formado por cinco hom: 
bres. Ñ 
Delante marchaban dos; el uno alto, rojo, 
corpulento; el ¡otro mucho más pequeño, 
agobiado por una claudicación bastante pro- 
nunciada, pero que tenía en la fisonomía. 
cierto parecido que no dejaba lugar á duda 
sobre el parentesco que le unía al primero. 
- Simpson los reconoció enseguida. Eran 
los hermanos Jim y Joe Blackbaern. 
Detrás de ellos venían otros personajes, 
que transportaban más bien que otra cosa 
al quinto viajero, que no podía andar y que | 
no era sino el vizconde de Blaisois. 
- Uno de los que lo llevaban era Davis, 
el hombre de Morrisona, el amigo de Betsy. 
el guardián de la señorita Montecristo 
cuanto al segundo, Simpson no lo conot 
Viendo el lastimoso estado á que se” 
llaba reducido el vizconde de Blaisois, 
falso clérigo experimentó la satisfacción 
tima de artista que contempla su obra. 
—¡ARh!... 
ponerse en camino en estas condicioW 
pobre... Qué lástima tener ' 
Felizmente estaré dispuesto para endul 
en el ejercicio de mi ministerio, las la 
horas de la convalecencia. 
Seguro de no perder la pista, SimP 
se fué á tomar su pasaje y franqueó 
puente seguido de los viajeros. 
Cumplidas las formalidades de emba 
se puso en la toldilla y no se metió en 
cámara hasta el momento en que el 4 
vados», saliendo de la rada, tomaba el 
mino de Europa. 
El primer día de travesía pasó sin 3 
dentes dignos de ser notados. 
Lo mismo ocurrió el segundo. 
El tercero, reinaba cierta intimidad 
los pasajeros de primera clase, que relal 
mente poco numerosos, tenían ocasié 
encontrarse frecuentemente en .el salÚ 
en la mesa. 
Jim y Joe Blackbaern, muy preocu 
por si no llegaban á tiempo á los bA 
del Sabi, estaban poco comunicativos 
Insimismados en los mapas, estu 
los itinerarios con escrupulosa atencióN 
El «Calvados», un buque de primer Y 
debía recorrer en seis días las 1.430 le; 
que había de N ew-York al Havre. 
La distancia del Havre á Marsella 
rápidamente franqueada en .expres5 
No se necesitaba veinte días para Y 
Marsella á la isla de la Reunión 
donde un vapor IO los transp0 
en poco tiempo á Lorenzo Márquez. 
De este último punto se llegaba 
fácilmente al Sabi. 
 
	        
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