Full text: Tomo 3 (03)

46 pd CARLOS: SOLO 
manencia en el río hubiera podido dete- 
riorar, 
Jim zambullóse por última vez. El viz- 
sia y Joe cogieron la extremidad de la 
_Jorrea y se dispusieron á 
Pero algo. extraño le ocurría al señor 
taz: 
Blaisois, 
Su mirada tenía una expresión horrible, 
- sus manos se movían, sus dientes crujían. 
Un proyecto que sólo su imaginación 
de facineroso podía inventar, acababa de 
formarse en su cerebro, 
El bulto que estaba al extremo da su 
, cable valía la cantidad de ochenta millones. 
Ochenta millones, cifra fabulosa que re- - 
presentaba para él, el «summun» de los re- 
gocijos, la suprema satistacción de todos 
sus vicios, 
E ¿Ochenta millones citra fabulosa, no po- 
a día lanzarse de: nuevo y perderse en el 
- torbellino que le había. costado su fortuna 
y su honor. A 
Su fortuna iba á rehacerse; en cuanto 
z al honor, aquel tesoro que podía sembrar á 
e manos llenas lo ofrecería también. 
SÁ Sí, el Porvenir. estaba “aún una vez 
2 
más. con él, 
Y su deseo. de conocer se sracesteba le- 
gando al paroxismo de la violencia. Aque- 
fortuna, aquellos. millones, los dia 
> para. él solo. 
Mas. para esto habia que aba ca mo- 
mento. era propicio, e ocasión se Presen= 
? Ji ha. movido 
correa y no tiras. A 
Herido .en el ¡corazón, cayó sobre la 
roca, cuyo: musgo se cubrió de sangre. 
Seguro de haber clavado en buen sitio 
el vizconde no se preocupó más de su víc-: 
Cogió una piedra grande que la casua- 
lidad había colocado, la puso encima de 
'su cabeza y se arrodilló al borde de la 
plataforma. 
Sorprendido de haber visto moverse la 
correa en el fondo del agua, Jim apareció 
en la superficie, 
Su cabeza salió fuera del agua. : 
El vizconde que acechaba en aquel mo- 
mento, echó la piedra con fuerza sobre el 
cráneo del coloso. 3 
El agua púsose roja y Jim Blackbaern 
desapareció en ella. : | 
—Pensativo sobre el abismo, el vizconde 
seguía con atención los remolinos del río. 
Así pasaron varios minutos. 
Después, algunos metros delante de la 
roca, apareció un cuerpo que lentament? 
marchaba. 
Era un cadáver. 
El vizconde, satistecho de su obra, tu 
uN espantoso «rictus». 
Fué hacia donde Joe Blackbaern esta 
a cogió su cuerpo por la espalda y 1 
arrojó en las efervescentes aguas del Sabi 
- —¡Buen viaje, amigos! ¡No habíais con- 
tado con esto! ¡Que el diablo os Mevet= 
- dijo mofándose. 
Todo este drama había tertido. text 
menos tiempo que: se emplea en con 
De los tres bandidos que se habían ren 
nido ais la tijulaa de una Je hu 
 
	        
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