EL CRIMEN Y EL CRIMINAL ' 47
—; Quién era esa mujer? ¿Cómo se llamaba?
—Llamábase Nelly Howth, y te aseguro, querida
mía, que no tienes motivos para enojarte. Desde que
me casé, ni la he visto, ni he oído hablar de ella hasta
ayer noche : es más ; la creía muerta hace muchos años.
—¡ Y de dónde sacabas tú que hubiera muerto?
¿Qué te importaba que viviera ó no? ¿Qué clase de re-
laciones mediaron entre vosotros ? : E
——Fueron relaciones que la favorecen muy poco-——
dije acobardado.
—;¡ Qué quieres decir, Tomás ? ¡ Dímelo todo, ya que
hasta aquí has tenido buen cuidado de ocultarme esas
historias |... ¿qué era para ti esa mujer?
—¡ No era nada, querida mía! Se trata de una mu-
jer de costumbres bastante libres...
- —¡ Sí; comprendido! Una mujer de vida alegre, á
la que hiciste tu... )
Una señal de asentimiento de mi parte hizo que
Lucía se pusiera en pie de un salto, dando un fuerte
suspiro. Al hablar, tembló su voz, como si la pasión y
el desprecio empujasen, á la vez, sus palabras.
—;¡ Ya lo veo !—dijo.—Ahora me explico esa histo-
ria cuyo acto final se ha desarrollado en el tren... Y...
¿eres tú el que me asegurabas en todos momentos ser
un modelo de maridos ? ¡ Hipócrita! Has reservado cui-
dadosamente esa infamia... y ¡quién sabe si muchas
otras! . :
—Eres demasiado severa conmigo, querida mía ; te
aseguro que no tengo más historia que ésa en mi vida
de soltero... .
—Eso me dices ahora : hace un momento me asegu-
rabas no tener ninguna. ¿Cómo quieres que dé crédito
á tus protestas ? |
—Puedo asegurarte que entró siempre en mi ánimo
confiártela. ) ¿sn Es
- —¡De veras? Permíteme que lo dude. Eres, como
todos los hombres, falso é hipócrita. Pero es muy fácil
reconstituir los hechos : escucha. Conociste 4 esa mu-