FALSA EVIDENCIA
E:
- EQUIVOCACIÓN HORRIBLE
Qué hice? ¿Por dónde anduve? ¡No lo sé! Es lo
Cierto que, pretendiendo escapar de aquellas lúgubres
ideas que me atormentaban, corrí como un loco por
“sendas y caminos, y al darme cuenta de mis acciones,
vime confundido con grupos alegres de hombres y mu-'
jeres, que entretenían sus ocios en el paseo de la Ma-
rina de Palermo. Me pareció todo un sueño que dejaba
en mi alma sedimentos de amargura.
Seguí paseando entre la turbamulta de gentes ocio=
sas, y tropecé, sin saber cómo, con Oliva, que me reci-
bió con una sonrisa de agradable sorpresa. A E
Estaba sola, pues sus hermanos habían ido á com- Ja
prar bombones. Algo debió leer en mi semblante, por-
que me dijo sobresaltada : | |
—i Mr. Arbuthnot!... ¿Ha ocurrido algo?... ¿Qué le
sucede ? € | ES
- Callé sin poder contestarla, pero mis ojos debieron
acusar las tristezas de mi corazón, ansioso de consuelo.
- Penetrada de mi angustioso silencio, me llevó de
brazo á un lugar retirado, al mismo, precisamente, en
que tuvimos nuestra primera conferencia. )
En el quietismo de aquella noche serena, aspirando
las dulces aromas de las flores, y bañadas nuestras fren-
tes por las perfumadas brisas del mar, nuestros ojos se
encontraron. o ol SN
Había en los suyos expresión de pasionales caricias,
luz amorosa que irradiaba destellos de deleite, mani-