Full text: El pirata

  
EL PIRATA 
to “aquel E y antes de entrar en 
la casa municipal, mandó despejar la 
E - puerta, hizo que se adelantaran cuatro 
hombres para hacer retirar a los que le 
habían precedido y mandó a otros cua- 
tro hacer frente a la multitud que los 
- bló en estos términos : 
seguía. La muchedumbre se retiró y 
Cleveland y los suyos penetraron en el 
edificio y se dirigieron a la sala de las 
deliberaciones. 
Los magistrados se miraron unos a 
otros con inquietud y Cleveland les ha- 
animado 
—Buenos días, señores: 
por el deseo de llegar a una buena inte- 
- ligencia, vengo a tratar de los medios 
- de proporcionar refrescos a mi buque, 
- amclado en vuestra rada, porque sim 
esto no es posible levar anclas, 
-—¡ Vuestro buque I—exclamó el pre- 
«boste—; ¿y quién nos garantiza que 
sols vos su capitán ? 
tf 
—Miradme bien —respondió Cleve- 
- land—, pues eso será suficiente para 
que no volváis a dirigirme Eepelante 
> pregunta. 
El magistrado le miró y, en Pc 
- eso bastó para no continuar en aquel 
sentido el interrogatorio ; pero, a.cep- 
“tando el hecho como cierto, prosiguió : 
 —¿Podéis entonces decirme la pro- 
E cedencia y destino del buque que man- 
dáis? Más parecéis un oficial de un 
_ navío de guerra, que el capitán de un 
buque _mercamte, y nos consta que nO 
pertenecéis a la marina inglesa. 
—¿Es acaso, el pabellón inglés —res- 
- pondió Cleveland—, el único que flota 
- en los mares? Pero, aun suponiendo 
que mi buque fuese contrabandista, 
con cargamento de aguardiente, gl- 
- —nebra, tabaco y otros géneros análogos, 
que estamos dispuestos a cambiar por 
las provisiones que nos son necesarias, 
- ¿qué razón hay para que los mercade- 
res de Kirkwall nos las nieguen ? 
—Conviene que sepáis, capitán, que, 
: : cuando. 0%. ¿Puquos vienen a visitar- 
e 
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nos, es preterible hacer lo que el car 
bonero cuando encontró al diablo; es 
decir, ajustar nuestra conducta a le su= 
ya, y ved aquí uno—añadió señalando 
a Goffe—, que era capitán antes que 
vos... que sabe la buena acogida que «ul 
él y a su gente les dispensamos hasta 
que empezaron a portase como diablos 
en carne humana, Aquí está otro que 
anteanoche detuvo a mi sirvienta, que 
me precedía, con un farol y a quien in- 
sultó en mi presencia. 
—Perdone Su Excelencia—dijo Des 
rrick, a quien el magistrado se había 
referido—, no fuí yo quien disparó so- 
bre el barquichuelo de esa joven, sina 
un hombre que en nada se me parece, 
- —¿Pues quién era? — preguntó el 
- preboste. 
—HEra—repuso Derrick, saludándole 
grotescamente, y haciendo la descrip- 
ción del magistrado — un hombre de 
mediana edad, muy semejante a una 
galeota holandesa con la popa redon- 
da: llevaba una peluca empolvada y, 
su nariz era encarnada, como la de su 
señoría. ¿Verdad—preguntó a uno de 
sus camaradas —, que aquel canalla: 
que quiso la otra noche abrazar a una 
joven que llevaba una ' linterna, era 
muy parecido a Su Señoría? 
—¡ Vive Dios! Derrick, juraría que 
era el mismo. : 
—¡ No se insolenten, señores! Toda 
la tripulación se ha portado aquí la 
mismo que en una horda de Madagas- 
car; y vos mismo, capitán, si, en fec- 
to, lo sois, ayer promovisteis un albo- 
roto. No os suministraremos provisión 
alguna si no nos dais mejores informes, 
y no creáis que os podéis burlar in 
punemente de nosotros, pues me basta 
agitar mi pañuelo por una ventana, 
para echar a pique vuestro navío, que 
está bajo el fuego de una batería de 
- seis piezas. 
—¿Y cuántas piezas están en estar 
do de servicio? 
  
  
 
	        
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