- qué ganaréis con
290
land. casualmente y sin malicia, le re-
veló el embarazo en que puso al pre-
boste para que le contestase, pues el
estado en que se encontraba la artille-
ría de Kirkwall no era realmente muy
satisfactorio,
—Vamos, vamos, señor preboste —
prosiguió Cleveland—, no creáis que es
tan fácil asustarnos, pues nos consta
que vuestros cañones serían más peli-
grosos para las pobres gentes que los
manejasen, que para nosotros. En
cambio, si disparásemos una andanada
contra la villa, correría inminente ries-
go la vajilla de vuestras mujeres. ¡Cen-
surar a unos marinos por algunos ras-
gos de buen humor cuando desembar-
can! Los pescadores de Groenlandia
que os visitan algunas veces, ¿dejan
_de hacer verdaderas diabluras? Los
marineros holandeses, ¿no hacen cCa-
-briolas en las calles de Kirkwall como
unas marsopas en el mar agitado? Se
- me había asegurado que sois inteligen-
te, y estaba convencido de que vos y
yo arreglaríamos este negocio en cinco
minutos.
—Pues bien—dijo el preboste—, es-
toy dispuesto a escuchar cuanto ten-
gáis que decirme ; ¿me queréis seguir ?
Cleveland trasladóse con él a una es-
tancia contigua a la en que se encon-
traban, diciéndole al entrar :
—Ri queréis que deje mis pistolas,
porque quizá os infundan espanto, las
dejaré...
—¿Qué diablos decís? — exclamó el
preboste—; he sido militar y no me
atemoriza nadie ni nada.
—Perfectamente; así podréis escu-
charme con más tranquilidad. Ahora
bien ; en la suposición de que fuésemos
lo que suponéis y cuanto se os anto-
je, ¿queréis «decirme, por el Cielo,
| retenernos aquí?
| Nada. más que derramar sangre, y,
creedme, Muestras. ialencionós son me-
1
: WALTER. SCOTD
Esta “pregunta que formuló: Cleye-.
jores de lo que o os jnasidis: a e
tión es muy sencilla : vosotros deseáis
que nos vayamos, y nosotros también
queremos irnos. Proveednos de los me-
dios para partir, y os dejamos en Be E
guida. |
—Oídme, capitán—contestó el pre- z
boste— : no deseo que corra la sangre.
Vos sois un valiente, como muchos de
los que había en mi tiempo entre los
cazadores, y no debéis agraviaros si 09
deseo mejor oficio. Os venderemos las
provisiones que necesitéis, a fin de li--
brar a muestros mares de vuestra pre-
sencia ; pero existe una dificultad : se
aguarda de un momento a otro a la
fragata Alción, y tam pronto como oi.
ga hablar de vuestro buque, os dará
caza, porque un corsario es a veces
buena presa. Supongamos, pues, que Ea
el Alción llega, que os persigue...
—Que nos hace volar, si os place, ae
—No, esto será si os acomoda ; pero,
entonces, ¿qué ocurrirá a esta pobre ES
villa por haber favorecido a los enemi=
gos del rey, proveyéndoles de lo que
necesitaban? Se le castigará segura=
mente, y el preboste' no saldrá e .S
bien librado. de
—¡ Bah! Eso dl arregló ]
porque puedo doblar vuestra isla, irme
a la rada de Stromness, y allí se nos
puede llevar cuanto necesitemos sin
que el preboste ni la villa figuren para
nada. Además, si se sospechase algo,
nuestra superioridad de fuerzas y la
falta de medios para retirarnos, os ser
viría de excusa. E
—Eso puede hacerse ; pero para se
mitiros que abandonéis nuestra rada
necesito que me deis palabra de no de
vastar el país. :
—También nosotros la necesitamos
de que no habéis de esperar para pro-
veernos la llegada del Alción. No ten
go inconveniente en quedarme en re-
Henes con vos, siempre que me prom:
táls no venderme,- Y enviéis a un