Full text: Bandidos aristócratas

  
  
XVI 
LA FUGA 
Cuando >usana se hubo marcha- 
do, se arrepintió Gregorio de no 
haber variado de procedimiento en 
su tarea de burlar las asechanzas 
de aquellos malhechores. | 
Si, lejos de mostrarse airado con 
Susana, hubiese fingido amor por 
ella y demostrado mayor interés en 
poseerla que en descubrir el miste- 
rio que tanto le atormentaba, quí- 
zás hubiera conseguido algo más 
positivo que con su ldifiieacia: 
La indiferencia era lo que más 
molestaba a Susana. 
Estaba acostumbrada a someter 
a los hombres, a que todos cayeran 
a sus plantas rendidos, y la acti- 
tud de Gregorio la desesperaba y 
dábale nuevos bríos para lo suce- 
SIVO. | 
Nada hay más peligroso que hu- 
millar a una mujer altiva. 
Pero era ya tarde para poner en 
práctica las reflexiones de Grego- 
rio. | 
Lo conveniente en aquellos mo- 
mentos era salir de aquella casa, 
engañar o sorprender por cualquier 
medio a miss Emden y dirigirse ha- 
cia la quinta de lord Kilvoorth. Alli 
vería Gregorio a Claudina, la únt- 
ca mujer que podía hacerle feliz, 
explicaría todo lo que le había su- 
cedido y pediría auxilio, a fin de 
no luchar más tiempo solo contra 
los Scarcliffe. 
En estas reflexiones estaba Gre- 
gorio, cuando vió que miss Emden 
dormía. ¡Buena oportunidad! Aun- 
le pesaba la cabeza y las piernas le 
flaqueaban, haciendo un esfuerzo 
de voluntad podía salir del cuarto So 
y escaparse. 
llusionado con esta decisión, 
vistióse sin hacer el menor ruido y 
se dirigió hacia la puerta; pero dos 
biázos: vigorosos le sujetaron y le 
condujeron de nuevo hasta el le- 
cho. dsd 
Gregorio miró asustado a misg 
Emden y adivinó por el modo co= 
mo fué cogido que no tenía al ladg 
  
 
	        
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