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llada no siga siendo símbolo de opresión en el
Nuevo Mundo». :
Las peticiones, pues, que Ugarte hizo a Mr. WiL
son a raíz de su exaltación al poder, no pudieron ser
más justas y razonadas. Lo único que pasaba era
que Mr. Wilson tenía ocultas sus verdaderas in-
tenciones y por eso no fueron atendidas. La tar-
danza que guardaba para hacer justicia en Nica-
Pagua, por ejemplo, hacía presentir en un fuerte
desengaño, en una inesperada apostasía. Sin em-
bargo, sirva la carta a que nos hemos referido,
_toda llena de sinceridad, para demostrar que noso-
tros, los latinoamericanos, deseamos y buscamos
la paz continental y que si no vemos con buenos
ojos a los hombres del Norte, es únicamente por
sus pretensiones imperialistas.
11.—Como término de su gira a través del
Continente, Ugarte llegó por fin a Buenos Aires, a
la rica y esplendente Buenos Aires, llevando con-
- sigo muchos recuerdos, muchos laureles; pero tam
bién muchos sinsabores y muchas decepciones... El
bardo, como se lo dijo Alvarez Magaña, iba
E taciturno
por el sendero mismo
delos conquistadores;
ora! en mar—entre el cielo y el abismo, —
ora por tierra—hollando su coturno
en un sendal de espinas y de flores.»
Todos hubiéramos creído que su regreso a la
ciudad natal, después de muchos años de ausencia,
sería para descansar y reponer las fuerzas perdidas