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este mismo día, y que no olvidará nunca
la Historia. En la procesión que se celebró
aquella misma tarde, y á la que asistieron
entre una concurrencia numerosa, todos de
los oficiales y toda la tropa sin armas—
fuera de la pequeña escolta (que es de cos-
tumbre como custudia de la imagen,—buvo
lugar una escena conmovedora. E
En el momento de pasar la procesión,
cruzaban la división de vanguardia, que
entraban en la ciudad, de regreso de la
persecución de Tristán. El general ordenó
¿que llenos de sudor y polvo como venían,
siguieran en columna detrás de la proce-
sión, con lo que se aumentó considerable=..
mente la comitiva, y aún la solemnidad
de aquel acto. No hay para qué pintar la
compunción y los sentimientos de reli-
giosa piedad que se dejaban traslucir en ,
los semblantes de aquel devoto vecindario
que tantos sustos y peligros habían pasado.
Su piedad era síncera y sus votos eran
sin duda adeptos á la Divinidad. Estos -
sentimientos tomaron mayor intensidad
cuando desembocó la procesión al Campo.
de Batalla, donde aún no había acabado
de borrarse la sangre que lo había enroje-.
cido. Repentinamente el general deja su
puesto y se dirige solo hacia las andas en
donde era conducida la imagen de la ad=
vocación que se celebraba. al
- La procesión, pára. Ci
Las miradas de todos se dirigen á.in-
dagar la causa de esta novedad. Todos es-
tán pendientes de lo que se propone el