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de En Hsador estaba cubierto de monedas de oro y plata, os
- tales que se veían en todo el resto de sus lujosas prendas.
En la parte delantera se veian sujetos por el tirador dos.
magníficos trabucos de bronce, regalo electoral y las dos pisto-
las de dos cañones que le Fegalara su compadre Gimenez al
E salir de Matanzas. |
-——Atravesada a su espalda y sujeta al mismo tirador se veía su
A daga, su terrible daga bautizada ya de una manera tan sangrienta
y que asomaba la lujosa engastadura, siempre al alcance de la 3
pS as diestra. ol
Llevaba su manta de vicuña arrollada al brazo izquierdo con ps
cuya mano hacía pintar al pingo que se mostraba argulloso del
| ae que lo montaba, |
Moreira estaba completamente sereno — sonreía a los az nigos,
chistaba al caballo como para calmar su inquietud, y daba vuel-
ta de cuando en cuando para mirar al Cacique que a las ancas
del overo meneaba la cola alegremente, como preguntando qa :
«significaba todo aquel aparato. |
- Frente a Moreira, del otro lado de la mesa y un poco más
a la izquierda, estaba Leguizamón, metido en las filas de los
suyos. La actitud del paisano era sombría y amenazodora; mi-
raba a Moreira como lanzándole un reto de muerte, y se acari-
ciaba de cuando en cuando la barba, con la mano derecha, de *
cuya muñeca pendía un ancho rebenque de lonja de cabo de plata.
Moreira permanecía como ajeno a todas aquellas maniobras
evitando que su mirada se encontrase con la de o
«que ya se salía de la vaina». |
Los paisanos estaban conmovidos — en sus pálidos semblan- 4
bes 1 podías ver la emoción que les dominaba, emoción que se
extendía hasta los mismos escrutadores y suplente que no aten-
d an su cometido por observar las variantes de aquellas provo-
'aciones mudas, que tendrían sd terminar en un De a muerte E
fatal para uno u otro.
Por fin el acto electoral comenzó y los paisanos fueron
dose uno a uno a la mesa del comicio, depositando cada
no su voto maquinalmente, y montando de nuevo a caballo
para confundirse en las filas de donde habían salido. oo
Media hora hacía apenas que la elección había comenzado, E
cuando Leguizamón picando su caballo se acercó a la mesa, y
dando en ella un golpe con su rebenque dijo que se estaba ha=
iendo una a contra su pan y he ól no. estaba dig=
ecir es $ palabras. Leguizamón no miraba a los e
quienes iban dirigidas, sino. a ia a quien env