Full text: Juan Moreira

  
   
    
    
   
vían uná pr 
- —tramquilo. | : as 
Las palabras de Leguizamón conmovieron los ánimos tan po- 
derosamente, que ninguna de aquellas personas mandó al gaucho 
guardar silencio. EAS > : 
-. —Ho dicho que se nos está haciendo rampa, añadió ore- 
ciendo en insolencia, y han traído aquel hombre para que les 
-  ayude— y señaló a Moreira con el cabo del rebenque. 
2 Moreira siguió guardando su aparente tranquilidad, y con 
+ Uba infinita gracia replicó al gaucho: | 
— No es tiempo amigo de lucir la mona—?os peludos no 
tierien cartas en las votaciones y no hay que faltar así al res- 
peto de las gentes. a pr A OS 
: Tan conmovidos estaban los paísanos que ni siquiera sonrie= 
_ron ante este epígrama que hizo poner lívido de furor a quien e 
: fué dirigido. a O E EN 
— Menos boca y al suelo, gritó Leguizamón desmontando. E 
Usted es un maula que ha venido a asustar con la postura y 
que no ha de ser capaz de nada, EN O 
En la cintura de Leguizamón se veía un revólver de glueso 
ovocación que éste no quiso entender, permaneciendo 
  
     
      
  
  
  
  
   
   
   
   
   
  
     
  
   
    
   
    
  
  
  
  
calibre, y una daga de colosales dimensiones. 
Fué esta el arma que sacó el paisano. — AS 
Moreira se echó al suelo como quien hace una cosa a dis- 
gusto, y sacó también su larga daga, enrollando con presteza 
al brazo, la manta de vicuña, : A A 
- Apenas el paisano se había separado una vara del caballo, 
cuando Leguizamón estaba sobre él, enviándole una lluvia de - 
puñaladas. - : A Y EEN ME 
-. Éra aquel un espectáculo magnífico e imponente — aquellos 
dos hombres se acometían de una manera frenética, enviándose - 
+ la muerto en cada golpe de daga que era parado por ambos 
- con una destreza asombrosa. OS 
Los ponchos arrollados en el brazo izquierdo, estaban com=. 
pletamerite hechos girones por los golpes parados, pero los com- 
: Ballsntes igualmente diestros, igualmente fuertes no. habían lo- 
grado hacerse la menor herida. E ST E E 
_ La prolongación de la lucha empezaba a encolerizar a Le-=. 
- guizamón, que había cometido ya dos o tres chambonadas, y a 
medida que la cólera empezaba a enceguecerlo Moreira se mos. 
  
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traba más tranquilo y más previsor en sus acometidas. 
Los asistentes haliam hecho gran campo a los dos anta 
- goulstas, sin haber entre ellos uno solo que se atreviera a : - 
- Pararlos, pues con aquella acción sabían que Se exponían a cap- 
tarse la cólera y tal vez la agresión de A 
   
     
     
     
     
     
	        
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