NUPCIAL
un poblacho, yo mé eduqué en el gran
mundo. Su educación es mediana, la mía
es refinada. ¿Igualdad de ideas? No, ella
es religiosa, yo descreído. ¿Igualdad de
costumbres? No, ella es pura, yo soy im-.
puro. ¿Igualdad de caracteres? No, ella
es humilde, yo soy altivo; ella es dócil,
yo rebelde; ella es sumisa, yo soy domi-
nador. ¿Por qué pués a un ser tan di-
ferente del mío; a un sér desconocido, ex-
traño por completo a mi vida, de quien la
ausencia O presencia me eran totalmente
indiferentes, le bastó cruzarse en mi cami-
no para posesionarse para siempre de mí?
. Espero su contestación. La espero an-
siosamente. Le. ruego que no la retarde.
- Mi espíritu está lleno de tristeza y de con-.
- fusión. qe ]
Cuando era feliz, me mofaba de la fi=
losofía. ¿Se acuerda usted de nuestra vi-
sita al Tepeyac? Elena iba con nosotros,
iba de mi brazo... Usted hablaba de cosas
muy profundas. Yo lo oía distraídamente.
Ella estaba conmigo, y yo no quería olr,
nada más que su voz. Pero ahora que la
he perdido, ahora que estoy solo, necesito,
que usted me comunique algo de su for-
taleza, algo de su serenidad.
Suyo afectísimo,
Andrés Fernández de Lara». .