Full text: Nupcial

20 TT. F. DÉ ISASSI 
algunas personas, que se creen buenas, con 
los niños bastardos. Se tomaron minucio- 
sas precauciones para ocultarle a él y al 
mundo la novela de su nacimiento. 
El niño crecía rápidamente. Sus faccio- 
nes se acentuaban y su carácter se mar- 
caba. Era un niño un tanto melancólico. 
Sus ojos grises tomaban, a veces, expre- 
siones taciturnas que le daban una extraña 
expresión. Era un tanto colérico y un tanto, 
cruel con los animales. La abuela lo co- 
rregía dulcemente. 
Andrés se alarmaba e insistía en que de- 
bía ser tratado con dureza. 
—Déjalo, déjalo —decía la abuela, —es aún 
muy niño. Mi regazo y mis ternuras lo ha- 
rán mejor que ningún castigo. Los niños 
adorados y felices, casi siempre son buenos. 
Busca el mal, el odio, el germen del cri- 
men en los niños abandonados, en los ni- 
ños torturados, en los que temen a sus pa- 
dres. El alma de los niños es una tierra 
virgen y fecunda en donde germina todo 
lo que sembramos. Yo siembro en el alma 
de tu hijo cariño y piedad, y sus frutos 
serán virtud y amor. Si sembramos en su 
alma el miedo y la desconfianza, se vol- 
verá hipócrita y nos ocultará sus defectos, 
“lo que nos impedirá corregirlos a tiempo. 
Una vez, tendría Carlitos ocho años, en- 
tró al salón en donde su abuelita leía, y 
con una carita compungida, con un tono, 
un tanto acongojado e incrédulo, le dijo: 
—Tú verás, mamá; dice mi amigo Juan 
que oyó decir asu papá que yo no era 
hijo tuyo. : 
  
  
 
	        
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