Full text: Historia de un crimen (3)

A 
Y al mismo tiempo se acercó rápidamente a los 
labios una sortija que tenía en un dedo. 
Se engañó sir Jacobo con aquel gesto, y creyó 
que la piedra de la sortija encerraba algún ve- 
neno fulminante. 
Y no era sólo la muerte de Vanda lo que 
deseaba. 
Tenía además poca confianza en sí mismo, y 
fuése a sentar al otro extremo de la habitación 
y al lado de la mesa en que estaba servido el té. 
¡Ah! Conque, ¿tienes un hijo ? —preguntó. 
Sí-—contestó Vanda. 
¿Y le quieres ? 
¿Acaso una madre ama a otra cosa que no 
sea a su hijo? 
¿Y Rocambole le tiene en su poder ? 
Sí. 
Entonces, fué por miedo a que Rocambole 
matase a ese hijo por lo que... 
Despertáronse los instintos brutales del anglo- 
indio y se fueron desarrollando por grados. 
Su mirada codiciosa, acariciaba los hombros 
espléndidos de Vanda, y sus fauces dilatadas, 
parecían embriagarse con los voluptuosos eflu- 
vios que esparcía a su alrededor aquella belleza 
altiva. 
En aquellos momentos dominábanle a la vez 
sentimientos que tenfan mucho de fanático y 
de satánico. 
Lo satánico del hombre que no retrocede ante 
ningún crimen; lo fanático del fakir que quiere 
acariciar a su ídolo antes de romperlo. 
Habla —dijo,—habla... pero sé breve; ¿qué 
es lo que quieres que haga por tu hijo ? 
Comprendió perfectamente Vanda que estaba 
condenada, y que aquel hombre, que se detenía 
vacilando un momento, volvería a la carga furio-
	        
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