e
AS
peregrinacion de Esquivel huyendo y la incansable constan-
cia de Aguirre, detalles que las crónicas han conservado.
Al fin el misterio empezaba á cubrir aquella venganza,
el delincuente no se encontraba.
Es castigo del cielo, decian unos. Esel diablo que ha
Hevado el alma del avaro, decian otros.
vi.
La fuga.
Los mancebos protectores de Aguirre empezaron á temer
que si descubria el corregidor su proceder, duro fuese su
castigo. Por otra parte, ya habia pasado el mayor peligro
para su protejido. Entonces resolvieron sacarlo de la ciudad
en público, pero bien disfrazado. Lo vistieron de negro. He
aquí como el cronista cuenta el procedimiento:
- +*2s* «para lo cual, dice, le raparon el cabello y la bar-
«ba, y le lavaron la cabeza, el rostro, pescuezo, manos y
«brazos hasta los codos con agua en la cual echaron una fru-
«ta silvestre, que ni es de comer, ni de otro proyecho, llá-
«manla los indios victoc: es de color, forma y tamaño de una
«berenjena de las grandes: la cual partida en pedazos se echa
«en el agua y se deja estar tres ó cuatro dias y lavándose des-
«pues con ella el rostro y manos y dejándolos secar al aire
«por tres ó cuatro veces, pone la tez mas negra que un etio-
«pe. Aunque despuesselaye con otra agua limpia no se pier-
«de ni quita el color negro hasta pasados diez dias; entonces
«se pierde el cútis, y queda otra vez la piel blanca como antes.
«Así pusieron al buen Aguirre (á quien duelos hicieron ne-
«gro.») (Martinez y Vela — M. $. HISTORIA DE LA VILLA IMPERIAL
DE Porosi; exactamente y con las mismas palabras lo refiere
Garcilaso de la Vega en sus Comentarios ete !