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Al verle, una palidez mortal cubrió el rostro
del irascible timonel.
El personaje que se presentaba de aquella ma-
nera, era el Hombre Gris.
A éste no le habían vuelto 4 ver desde el día
en que venciera á Guillermo,
Y, éste se echó á temblar.
XXI
La fuerza brutal inspirará siempre mucho res-
peto al populacho.
La aparición del Hombre Gris fué acogida con
hurras y aclamaciones.
Todos se acordaban de que había vencido al
terrible y feroz Guillermo, y era muy justo que
le pagasen su tributo de admiración.
—¡ Viva el Hombre Gris!—gritaron todos á una.
—Ahí está Guillermo, que tiene miedo—dijo el
Pájaro Azul.
Guillermo, que seguía apretando los puños, to-
mó una actitud defensiva.
El Hombre Gris se acercó á él, tendiéndole la
mano.
—¿Por qué dos hombres de corazón—le pregun-
tó, —que se han batido, no pueden llegar á ser
buenos amigos?
Respiró Guillermo, y cogió la mano que le ot
cía.
En otros tiempos, el Hombre Gris no hablaba