ROULETABILLE Y LOS GITANOS 185
por el buen sentido, éste le hubiera al punto llevado al
sitio donde normalmente suele estar el cuchillo. Porque
a la postre, ¿cuál es la función normal de un cortapape-
les? Pues... cortar papel, descasar páginas... Y ¿cuál es
normalmente su sitio? De no hallarse sobre la mesa del
despacho, ha de estar entre las páginas de un libro. Se-
ñor Bartholasse, queda usted satisfecho... Aquí tiene us-
ted el terrible cortapapeles.
Y Rouletabille, abriendo un enorme libro, la joya de la
biblioteca de Hubert a pesar del saqueo sufrido, des-
prendió de sus páginas aquel objeto tan buscado.
—Como ve usted —dijo al juez alargándole el cuchi-
llo—, no tiene manchas de sangre... ni de sangre ni de
tinta. Vaya, vaya usted, señor juez; firme la libertad del
señor de Lauriac. IEl señor Hubert es inocente! Por lo
demás, no le puede usted achacar nada. ¡Prolongar su
detención sería un acto completamente arbitrario]
No tuvo necesidad de insistir el repórter. Minutos des-
pués Hubert recuperaba la libertad.
—Ha tenido usted la suerte de que encontrase el cor-
tapapeles, señor de Lauriac—le dijo Rouletabille—. Ha
de convenir usted en que le he conseguido realmente no
poco alivio. Porque a la postre, si usted hubiera sabido
dónde estaba, lo hubiera enseñado, ya que no se utilizó.
Pero ¿está usted seguro de que no se utilizó ?
* Hubert le lanzó terrible mirada.
-—Señor le dijo con voz apagada—, le debo, es cier-
to, mi libertad; pero permítame que no se lo agradezca,
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