DR. EUSEBIO A. MORALES 9
prensa aún en tiempo de paz y para aprisionar o des-
terrar a los escritores públicos; y en suma, puso en
manos de un gobernante declarado irresponsable, po-
deres que no tiene hoy ningún monarca europeo.
Para mantener ese régimen de opresión en un país
acostumbrado a ser libre fué necesario sostener un
grande ejército y un gran tren de empleados públicos
con enormes sueldos, además de las concesiones, pri-
vilegios y granjerías otorgadas a los copartidarios de
alto coturno a quienes había necesidad de dar algo
efectivo, considerable, en pago de su adhesión. Pero
como las rentas públicas de un país incipiente como
Colombia no podían alcanzar para tanto despilfarro,
el Dr. Núñez ocurrió al fácil sistema de emitir billetes
de curso forzoso, y pronto fue ese instrumento de
cambio la moneda nacional. Toda deficiencia en los
presupuestos fué desde esa época cubierta con una
nueva emisión y así hemos venido a caer en el abismo
en que nos hallamos, con un papel inconvertible que
vale hoy dos centavos oro el peso, y cuyo prospecto es
seguir depreciándose de día en día hasta que nada
represente en las manos de los que lo llevan. Es decir,
la bancarrota de la Nación y la ruina de todas sus
industrias.
Desde que principió a implantarse ese antipatriótico
régimen, que no tenía más fundamento que la ambi-
ción desmesurada de un hombre, los estadistas libe-
“ales quisieron valerse de la prensa para denunciarlo
al país y al mundo; pero sus periódicos fueron supri-
midos, y los escritores, hombres eminentes, encarcela-
dos o enviados al destierro. La losa del sepulcro cayó
sobre esta tierra y se hizo el silencio más profundo.
En las tinieblas siguieron trabajando las fuerzas
destructoras sin contrapeso y cuando el país vino a