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Las estrellas son enormes soles
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La estrella más próxima ¡, la Tierra, la
Estrella de la constelación del Centauro, está
alojada de nosotros “cuatro años de luz" (la
luz corre a razón de 300.000 kilómetros por
segundo) es decir 41 trillónos de kilómetros.
¡La estrella <5.1 de la constelación del Cisne,
también una de nuestras “vecinas inmedia
tas”, está separada de nosotros por un in
tervalo de once años de luz, es decir, por
i O (i trillónos de kilómetros.
V son e stas las distancias más débiles: otras
estrellas están tan lejos que sus luces ponen
miles de años en llegar a nosotros.
l’or supuesto,- según las deducciones cada
vez más rigurosas de la ciencia astronómica,
cada una de estas estrellas es un Sol aire,
dedor -del cual gravitan, según todas las pro
babilidades, numerosos planetas, cada uno de
los cuales -está, sin duda, escoltado por un
cortejo de satélites.
Cada uno de estos Soles lejanos tienen di
mensiones tales que al lado de ellos 'nuestro
Sol, cuyo volumen es 10.300.000 veces mayor
que la Tierra, no representa más que un
grano de arena: la estrella Ri-gc.1, .le la cons
telación de Orion, situada a una distancia de
3..) años de luz, es un astro enorme- Copellu,
de la constelación de “Coclier”, tiene un
volumen alrededor de (1000 veces mayor que
ese Sol; “Arturos” es un millar de veces más
grande que nuestro astro central, y “Cano,
pus”, de la constelación de “Naviro”, tiene
un volumen que es igual a tres millones de
veces más grande que nuestro Sol.
'i todos estos Soles son tan numerosos que
su enumeración no puede ser más que apro.
xlmada.
Teniendo en cuenta todas las estrellas, hasta
aquellas descubiertas por la fotografía se es
tima el número en más de “ tresciientos mi.
1 Iones ’
t’ero Lord Kelvin, el ilustre sabio Inglés,
extiendo auii ese número y avalúa a un mi.
llón el número total de las estrellas mate,
rialmente observables.
También el Espacio, el infinito det Cielo,
contiene lo menos un. millar de Místenlas so
laros análogos al nuestro; y después del mi.
llar el infinito siu límites nos deja todavía
la posibilidad de imaginar otros y otros aun!
¡Ninguno de estos Soles es fijo: todos están
animados por movimientos cuya mayor parte
se ocultan por las enormes -distancias.
Nuestro -Jdol mismo, con su cortejo de pía.
netas, se dirige hacia un punto del cielo que
se ha llamado el “apex”, situado en las in_
mediaciones de la estrella Vega-, con una ve
locidad do veinte kilómetros por segundo; Ar
turus viaja a la velocidad de 435 kilómetros
por segundo.
it ómo se conducen esos soles ? ¿Son ellos más
callantes, más fríos que el -nuestro y ¿Son más
jóvenes o de más edad l
¿Cómo nacieron, cómo viven, cómo mueren'?
Tantas cuestiones turban la razón humana
si se dispone, sino a dar, a lo menos u entre,
ver la solución.
Ln plena grippe -
t <
-TI—
A r o tengas -miedo, tonta- A tí el mié obio
no t,e puedo hacer daño-
CAJAL Y LA POLITICA ESPAÑOLA
¡Decididamente, como entre la religión y la
ciencia, existe un ostensible antagonismo en.
tre la ciencia y la política -
Hablar formalmente de ciencia es excluir
por completo esa farsa de Ja “administra,
ción de ios pueblos”, por la cual se agitan
lamtas pasiones arribistas y vulgares. .Más
aun, bien podemos decir que lejos de cons.
tutu ir una ciencia la política, es por esencia
anticientífica, péselas a los pródigos snobistas
del centiflsnio infuso.
El gobierno español ha rechazado la mo
ción de los señores Hanberghen y Bordoji en
la que se le concediera una pensión vitalicia
n.l sabio histólogo doctor Santiago Ramón y
Caja-1.
El caso es bastante expresivo para que
no lo pasemos desapercibido.
No creemos que la idea haya surgido del
notable sabio, y los. políticos que la patro
cinaron adolee-ierón do una fehaciente inge.
nuídad.
Es ingenuidad, en efecto, el pediii amparo
a la política para proteger la ciencia. Lo
que no se haga po-r espontaneidad propia de
los amantes de esa misma ciencia, inútil es
que se lo pida a los que cultivan egoísmos
triviialmente animales.
Es precisamente la diferencia que existe-
entro la virtud y el vicio; es-a generosidad,
ese ««• ritiólo que es proverbial prodiguen los
sabios a sn causa. El político huye de la.
wiencia como huyo del sacrificio; sólo busca
en :u propósito satisfacciones do apetitos
fáciles de conseguir.
Así se explica que. Srdentras que un sabio
de la talla de Caja-1 es laureado por un
congreso de sabios con el premio Nobel de
ciencias, sea' desdeñado por el congreso de
los políticos españoles, cuya ciência consiste
v
V
exclusivamente en perseguir a sangre y fuego
a los obreros organizados <\n provecho de -uila
elerocraeia vetusta o inquisidora, a quien la
ciencia le resulta una supe-rfeeitación innece
saria para mantener al pueblo sometiólo a su
torniquete de opresión...
“En una reunión celebrada por los prin
cipales facultativos de Madrid para organizar
un movimiento de protesta, se resolvió que
los servicios profesionales ■ que sean -llamados
a prestar en lo sucesivo a los miembros del
Congreso que votaron en contra de la refe
rida mocion, serán cobrados a razón del dé.
cuplo dedos -honorarios habituales.
El importe de l tl diferencia será destinado
en favor del Instituto Ramón y Cajal.”
lio aquí rotas las hostilidades entre lo que
en eseneáa es irreconciliable. La ciencia, que
precisa de hombres probos y abnegados, y la
política, que significa, un hormiguero desen
frenado de bastardas ambiciones.
Fotografía callejera—
*
KSSX
*
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—No se mueva, don, que va a salir meca.'
nudo •
ARPEGIOS
Sabido es que el hombre no vive solo de
pan, pero sin pan no hay hombre,
llum¡ucuios nuestro cerebro con grandes
consejos morales; pero no olvidemos nunca
de meter algo al estómago, pues que de lo
contrario la biiteligonei-a no retendría uí re
produciría la luz. El pan es, pues, la causa
de los ideales; hasta lo sería de las. utopias,
si tuvieran cabida, que no -la tienen en un
cerebro sano-
La utopía és ficción de las inteligencias dé.
biles, de los caracteres cobardes, de ánimos
vencidos. La utopía es e'l momento supremo
do los egoístas qué viven bien actualmente
y sienten un miedo grande de perder la pi.
tanza.
La -materia prima del arto no está para
el pliinitor, en los colores; ni para el escultor,
en el barro; ni par a el literato, en las pala,
bras.
Existo un bloque, un inmenso bloquo de
masa palpitante, en el que se deben consa
grar todas las energías del intelecto: ,1a hu.
ni anidad. Hoy la. vemos triste, dolorida, fea,
bailándose en las materias de sus propias
corrupciones, inundada en la sangre de los
propios infortunios. Vámonos hacia ella, com.
pañeros de juventud, munidos del pincel, del
buril, con la pluma.
Plasmemos en sus carnes una figura her
mosa, inyectemos on sus venas una sangre
fuente y vigorosa, imprimamos en sus -rostros
una expresión de sana alegría.
y cuando -haya-ntos conseguido vivificar la
humanidad, haciéndola dichosa y feliz, habré,
mos alcanzado el ideal supremo del arte v
de la belleza.
J. P. G.