Full text: 1.1921,20.Jun.=Nr. 2 (1921000200)

SÀNCírO CA NBA 
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a, 
f 
Las estrellas son enormes soles 
-a 
La estrella más próxima ¡, la Tierra, la 
Estrella de la constelación del Centauro, está 
alojada de nosotros “cuatro años de luz" (la 
luz corre a razón de 300.000 kilómetros por 
segundo) es decir 41 trillónos de kilómetros. 
¡La estrella <5.1 de la constelación del Cisne, 
también una de nuestras “vecinas inmedia 
tas”, está separada de nosotros por un in 
tervalo de once años de luz, es decir, por 
i O (i trillónos de kilómetros. 
V son e stas las distancias más débiles: otras 
estrellas están tan lejos que sus luces ponen 
miles de años en llegar a nosotros. 
l’or supuesto,- según las deducciones cada 
vez más rigurosas de la ciencia astronómica, 
cada una de estas estrellas es un Sol aire, 
dedor -del cual gravitan, según todas las pro 
babilidades, numerosos planetas, cada uno de 
los cuales -está, sin duda, escoltado por un 
cortejo de satélites. 
Cada uno de estos Soles lejanos tienen di 
mensiones tales que al lado de ellos 'nuestro 
Sol, cuyo volumen es 10.300.000 veces mayor 
que la Tierra, no representa más que un 
grano de arena: la estrella Ri-gc.1, .le la cons 
telación de Orion, situada a una distancia de 
3..) años de luz, es un astro enorme- Copellu, 
de la constelación de “Coclier”, tiene un 
volumen alrededor de (1000 veces mayor que 
ese Sol; “Arturos” es un millar de veces más 
grande que nuestro astro central, y “Cano, 
pus”, de la constelación de “Naviro”, tiene 
un volumen que es igual a tres millones de 
veces más grande que nuestro Sol. 
'i todos estos Soles son tan numerosos que 
su enumeración no puede ser más que apro. 
xlmada. 
Teniendo en cuenta todas las estrellas, hasta 
aquellas descubiertas por la fotografía se es 
tima el número en más de “ tresciientos mi. 
1 Iones ’ 
t’ero Lord Kelvin, el ilustre sabio Inglés, 
extiendo auii ese número y avalúa a un mi. 
llón el número total de las estrellas mate, 
rialmente observables. 
También el Espacio, el infinito det Cielo, 
contiene lo menos un. millar de Místenlas so 
laros análogos al nuestro; y después del mi. 
llar el infinito siu límites nos deja todavía 
la posibilidad de imaginar otros y otros aun! 
¡Ninguno de estos Soles es fijo: todos están 
animados por movimientos cuya mayor parte 
se ocultan por las enormes -distancias. 
Nuestro -Jdol mismo, con su cortejo de pía. 
netas, se dirige hacia un punto del cielo que 
se ha llamado el “apex”, situado en las in_ 
mediaciones de la estrella Vega-, con una ve 
locidad do veinte kilómetros por segundo; Ar 
turus viaja a la velocidad de 435 kilómetros 
por segundo. 
it ómo se conducen esos soles ? ¿Son ellos más 
callantes, más fríos que el -nuestro y ¿Son más 
jóvenes o de más edad l 
¿Cómo nacieron, cómo viven, cómo mueren'? 
Tantas cuestiones turban la razón humana 
si se dispone, sino a dar, a lo menos u entre, 
ver la solución. 
Ln plena grippe - 
t < 
-TI— 
A r o tengas -miedo, tonta- A tí el mié obio 
no t,e puedo hacer daño- 
CAJAL Y LA POLITICA ESPAÑOLA 
¡Decididamente, como entre la religión y la 
ciencia, existe un ostensible antagonismo en. 
tre la ciencia y la política - 
Hablar formalmente de ciencia es excluir 
por completo esa farsa de Ja “administra, 
ción de ios pueblos”, por la cual se agitan 
lamtas pasiones arribistas y vulgares. .Más 
aun, bien podemos decir que lejos de cons. 
tutu ir una ciencia la política, es por esencia 
anticientífica, péselas a los pródigos snobistas 
del centiflsnio infuso. 
El gobierno español ha rechazado la mo 
ción de los señores Hanberghen y Bordoji en 
la que se le concediera una pensión vitalicia 
n.l sabio histólogo doctor Santiago Ramón y 
Caja-1. 
El caso es bastante expresivo para que 
no lo pasemos desapercibido. 
No creemos que la idea haya surgido del 
notable sabio, y los. políticos que la patro 
cinaron adolee-ierón do una fehaciente inge. 
nuídad. 
Es ingenuidad, en efecto, el pediii amparo 
a la política para proteger la ciencia. Lo 
que no se haga po-r espontaneidad propia de 
los amantes de esa misma ciencia, inútil es 
que se lo pida a los que cultivan egoísmos 
triviialmente animales. 
Es precisamente la diferencia que existe- 
entro la virtud y el vicio; es-a generosidad, 
ese ««• ritiólo que es proverbial prodiguen los 
sabios a sn causa. El político huye de la. 
wiencia como huyo del sacrificio; sólo busca 
en :u propósito satisfacciones do apetitos 
fáciles de conseguir. 
Así se explica que. Srdentras que un sabio 
de la talla de Caja-1 es laureado por un 
congreso de sabios con el premio Nobel de 
ciencias, sea' desdeñado por el congreso de 
los políticos españoles, cuya ciência consiste 
v 
V 
exclusivamente en perseguir a sangre y fuego 
a los obreros organizados <\n provecho de -uila 
elerocraeia vetusta o inquisidora, a quien la 
ciencia le resulta una supe-rfeeitación innece 
saria para mantener al pueblo sometiólo a su 
torniquete de opresión... 
“En una reunión celebrada por los prin 
cipales facultativos de Madrid para organizar 
un movimiento de protesta, se resolvió que 
los servicios profesionales ■ que sean -llamados 
a prestar en lo sucesivo a los miembros del 
Congreso que votaron en contra de la refe 
rida mocion, serán cobrados a razón del dé. 
cuplo dedos -honorarios habituales. 
El importe de l tl diferencia será destinado 
en favor del Instituto Ramón y Cajal.” 
lio aquí rotas las hostilidades entre lo que 
en eseneáa es irreconciliable. La ciencia, que 
precisa de hombres probos y abnegados, y la 
política, que significa, un hormiguero desen 
frenado de bastardas ambiciones. 
Fotografía callejera— 
* 
KSSX 
* 
=ir. 
rj 
—No se mueva, don, que va a salir meca.' 
nudo • 
ARPEGIOS 
Sabido es que el hombre no vive solo de 
pan, pero sin pan no hay hombre, 
llum¡ucuios nuestro cerebro con grandes 
consejos morales; pero no olvidemos nunca 
de meter algo al estómago, pues que de lo 
contrario la biiteligonei-a no retendría uí re 
produciría la luz. El pan es, pues, la causa 
de los ideales; hasta lo sería de las. utopias, 
si tuvieran cabida, que no -la tienen en un 
cerebro sano- 
La utopía és ficción de las inteligencias dé. 
biles, de los caracteres cobardes, de ánimos 
vencidos. La utopía es e'l momento supremo 
do los egoístas qué viven bien actualmente 
y sienten un miedo grande de perder la pi. 
tanza. 
La -materia prima del arto no está para 
el pliinitor, en los colores; ni para el escultor, 
en el barro; ni par a el literato, en las pala, 
bras. 
Existo un bloque, un inmenso bloquo de 
masa palpitante, en el que se deben consa 
grar todas las energías del intelecto: ,1a hu. 
ni anidad. Hoy la. vemos triste, dolorida, fea, 
bailándose en las materias de sus propias 
corrupciones, inundada en la sangre de los 
propios infortunios. Vámonos hacia ella, com. 
pañeros de juventud, munidos del pincel, del 
buril, con la pluma. 
Plasmemos en sus carnes una figura her 
mosa, inyectemos on sus venas una sangre 
fuente y vigorosa, imprimamos en sus -rostros 
una expresión de sana alegría. 
y cuando -haya-ntos conseguido vivificar la 
humanidad, haciéndola dichosa y feliz, habré, 
mos alcanzado el ideal supremo del arte v 
de la belleza. 
J. P. G.
	        
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