«ANCHO PANZA
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CURA DE ALMAS
Era a muchos a quienes extrañaba aquel
anuncio inserto en la cuarta plana de tocios
los periódicos:
GABINETE PSICOLOGICO
Se curan todas las enfermedades del alma por
antiguas y crónicas que sean. Resultados
asombrosos. Pedid prospectos, etc., (Ac.
-—¡Eso es un robo!—decían unos.—¡Una ma_
nifestación más de esa poderosa inventiva que
caraeteiúza a los explotadores de incautos!—
agregaban otros, y nadie hubiera creído que
el Gabinete Psicológico funcionaba dentro de
un círculo verdadero, así como también aque.
lias curas asombrosas eran exactas y proba,
das.
Quizá porque las' enfermedades del espíritu
respetan aun monos que los del cuerpo jerar.
quía y condición social, por aquel gabinete
misterioso pasaban el opulento y el miserable,
los que el mundo imagina felices, siendo des.
graciados, y los desgraciados a quienes ese
mundo idealiza sus desgracias vulgares para
negar muchas veces hasta un respeto comp i.
sivo a los que llevan sobro sus sienes la
épica corona de los mártires... En aquella
habitación destinada a consultas quedaban en.
¡cerrados mil secretos, que da humamiidad ni
'siquiera se imagina: allí el escalpelo del pen
sador encontraba cantidades inmensas de po
dredumbre en espíritus al parecer hermosos,
y por el contrario, bajo una apariencia en.
canallada y baja so escondían torrentes de
abnegación, cariños inconmovibles como rocas
y en aras de los cuales el sacrificio llegaba
a tener carácter de un suicidio lento... hon
ras, en fin, talladas como un brillante que
resistieron con su misma dureza todos los
asaltos do la ocasión, de la mliiscria y de las
pasiones...
Y el especialista seguía haciendo curaciones
asombrosas; no disponía de arsenal -quirúr
gico; no aplicaba la terapéutica; para nada
empleaba el limfinito formulario de la química
médica; allí no se buscaba la reacción física,
no so actuaba sobre células, sobre materia;
allí el instrumental eran ideas o ideas; tam
bién los medicamentos hacían despertar las
dormidas fibras de un espíritu escéptico me
díante el gran excitante de las sensaciones;
las tirantes próximos a estallar de un vesá
nico con el bálsamo calmante dol ideal, las
desfallecientes de un romántico soñador con
la realidad desnuda puesta ante sus ojos, y
que por si basta para dar al traste con todos
los ensueños y todas las quimeras.
Ei número do pacientes aumentaba de lía
en día; desde la leve dolencia que provocaban
unos amores inocentes no correspondidos, has
ta las simas profundas que en el alma dejan
las ingratitudes cr'imOnales o la llaga incica
trizable del remordimiento, que jamás so cié.
rra porque hurgándola está J a espina dolorosa
del recuerdo, todas las manifesetaciones del
espíritu tenían un “caso” determinado en el
incontable número do los que acudían llenos
de fe al ya célebre Gabinete psicológico.
Aquella tarde el médico -estudiaba un caso,
el más rebelde de cuantos se le habían pre
sentado. Era el paciente un hombro de. unos
treinta años; en su organismo psíquico existia
un extraño desequilibrio: -sabía sin ser sabio,
escribía y no era uii Iliterato; poseía inteligen
cia clara y despojada sin ser un genio; y
dentro de -estos, tres .medios la obsesión de
los extremos lo dominaba persiguiéndole, sin
dejarle tregua ni reposo.
Necesitaba -ser un subió, qúeríá ser litera
to y abrazarlo todo e 11 la grandiosa concep
ción del goiiio. Luchando una y cien veces
ante les limitados horizontes do su cerebro,
reconociéndose muy grande, aunque aparecien
do siempre nniy pequeño, llegó a ver en la
humanidad un principio do animosidad contra
él, llegó en su delirio a imaginarse que sus
obras eran tan grandiosas, emanaban tales to
rrentes de luz y de inspiración, que él pú- !
blico, ciego, juzgaba a tientas y a tientas
■emlitía su fallo condenatorio sobre lo que
no pudo siquiera comprender por su magni
tud y su grandeza. Y llegó un instante en
que el -médico puso toda su fama, todo su
nombre y su porvenir en el éxito de aquella
cura.
Presentó ante los ojos del paciente cuadros
do sacrificio inmenso, ejemplos de humildad
conmovedora; le ensoñó esos sitios donde 'a
humanidad no se presenta odiosa, brutal y
sin entrañas, sino donde las virtudes reinan
o imperan entre filigranas y hermosuras que
van regando en- su camino los espíritus do
sano temple, de valor -heroico.
Le enseñó el Mérito encerrado entre la?,
cuatro paredes de un sotabanco; lo hizo ver
el Genio, sufrüiendo los latigazos -de la mi
seria y del hambre, vendiendo sus -obras ber.
mosísim-as por en puñado de monedas, mien
tras otro después las explotaba recogiendo
los laureles del triunfo y el dinero.
Lo mostró, por fin, mía mujer con la ca
beza cubierta por ese polvillo de plata que
levanta el tiempo en su marcha y que a veces
hace más blanco y más prematuro el con
tinuo luchar con la existencia-.. Allí vio
esa mujer escondiendo con heroísmo los bol
sones de iun linaje ilustre heredado por la
-sangre y rodeado un día por la opulencia,
en infecta guardilla donde tres cabezas 'ru
bias sufren los rigores de l a suerte y el inicuo
despojo de los hombres.
El tliiorn|>o transcurrió, y una tardo entraba
en el Gabinete psicológico un viojecito en.
corvado por los años y por las ponas.
—Vengo, doctor, a que me diga cómo va mi
hijo.
—¿Su hijo'?—-exclamó el psicólogo, pasando,
se la mano por l a frente* ¡Su hijo no tiene
remedio!
—¿Qué -me dice usted, doctor? ¿Será posi
ble que su ciencia no encuentre un medio
de...?
—¡Todos los lie agotado! ¡Nada resistió, ni
ninguna dolencia del alma pudo dominar mis
tratamientos; la do su -hijo, sí, esa es incu
rable!—respondlió el filósofo con acento amar.
g°J*
—¿Y cuál es? ¿Qué nombro tiene? ¡Quiero
conocerla, ya que es tan poderosa!
—¡La Envidia! Ese es su nombre!
F. de Urquijo.
LOS GRANDES ENEMIGOS DE LA HUMANIDAD
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LA GUERRA POR UNA PARTE Y LA GRIPPE POR OTRA HAN QUITA
DO AL MUNDO UN 20 olo DE SU POBLACION.
Recetario Práctico
Alcohol anti s udorífico—En un frasco se mez
cla¡o 250 gramos de espíritu de vino, 25 gr.
de agua do colonia, 1 gr. do na-ftol y se
sacude bien. Para usarlo se empapa un algo,
-don y se pasa por las axilas- He esta ma
nera de seguida se coge el cáelo con las ma.
nos.
Mármol manchado—Para limpiarlo se lava
y se frota muy bien con una solución debí!
■de ácido sulfúrico. Se puede hacer también
golpeando la parte; manchada con un martillo
pesado.
Ratas y lauchas—Se ahuyentan y puede mo.
lestar al vecino colocando a la entrada cío
sus cuevas trozos de naftalina o trapos em
bebidos en alquitrán.
Sí se es muy humano y quiere cumplirse
el quinto mandamiento, “no matarás”, debo
-dársele queso y una buena .biblioteca rara
que hagan sus nidos.