LA HISTORIA Y LOS FACTORES HISTÓRICOS
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independiente y poderosa, que subyuga, reduce a domesticidad y
aplica al servicio del hombre algunas de las más rebeldes fuerzas
del Universo.
En su lucha tenaz con el ambiente físico, los hombres jamás
son totalmente vencedores ni vencidos. Un vínculo profundo e
indestructible los une con la Tierra que los lleva y los nutre, como
ha dicho un geógrafo y pensador moderno, y con el cielo que los
ilumina y los asocia a la energía universal del Cosmos. Así los
vemos pasar en la Historia cubiertos con sus vestidos de dicha o
de infortunio, arrastrados por el torrente de los siglos, siempre en
íntima concordancia con la Geografía, la cual en vano intentan
remodelar totalmente, conforme a las necesidades y los deseos
humanos. El fondo permanente de la historia está representado
por esa lucha del hombre con los elementos naturales.
Pero el hombre, uno en sus cualidades específicas fundamenta
les, muestra rasgos de carácter muy distintos, de orden secundario,
que son el fundamento de la división vaga e indeterminada que se
expresa con la palabra raza, término ambiguo, que emplearemos
más que en un sentido étnico, con un valor psico-fisiológico. Cada
raza, con sus cualidades particulares, aporta al inicio de la evo
lución histórica una cierta disposición fisiológica y una determinada
condición espiritual, que pueden ser favorables o no para la pre
servación y el crecimiento del grupo social en el medio donde le
haya tocado en suerte desenvolverse. Si la disposición fisiológica
y la condición espiritual son favorables, la obra de acomodación
y adaptación es fácil; el grupo social se multiplica rápidamente;
neutraliza cada vez de una manera más eficaz los efectos dañosos
del ambiente, y obtiene el mayor rendimiento de los recursos na
turales del medio, los cuales pone a contribución para satisfacer
las necesidades colectivas. En caso contrario, se entabla una larga
lucha entre el hombre y las condiciones adversas del terreno o
del clima, lucha que puede terminar con la victoria o la derrota
de aquél, ocurriendo a veces que la energía vital y el espíritu
emprendedor de una raza vigorosa, se sobrepongan y triunfen de
la naturaleza hostil, allí donde otros hombres más débiles de
cuerpo, de inteligencia o de carácter, estén llamados a perecer o
a arrastrar una vida lánguida y miserable.
La lucha secular del hombre contra la naturaleza transforma