LA ISLA DE PINOS, ETC., ETC.
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President© de los Estados Unidos que la cuestión de Isla de Pinos
era un problema de moral internacional, firmó en Washington con
Mr. John Hay, en marzo 2 de 1904, un nuevo Tratado reprodu
ciendo íntegramente el anterior Tratado sobre la Isla de Pinos,
con la excepción de que no se fijó término para la ratificación del
mismo, a fin de evitar una nueva caducidad por la falta de opor
tuna ratificación.
Ese Tratado fué ratificado por nuestro Senado en 4 de junio
de 1904 y, a pesar de que desde entonces han transcurrido diez y
siete años, y a pesar de que fué favorablemente informado por la
Comisión de Relaciones Exteriores del Senado americano, éste no
lo ha ratificado todavía.
Desde entonces, a cada rato los americanos que, copiando el
sistema inaugurado por Alemania en Alsacia, se han ido gradual
mente estableciendo en la Isla de Pinos, inducidos por especula
dores y políticos con la esperanza de que la suerte de la misma
se decida por un plebiscito, se han dirigido en varias ocasiones al
Gobierno de los Estados Unidos solicitando la anexión de la Isla.
Los ciclones, nuestros aliados naturales, les han obligado sin em
bargo, a perder un poco el entusiasmo que sentían por la idea.
Aunque en nada pueden afectarnos esas peticiones, sin em
bargo, conviene recordar que el Tribunal Supremo de los Estados
Unidos, en sentencia de 8 de abril de 1907, declaró que la Isla
de Pinos era territorio cubano; y que el notable intemacionalista
Mr. Elihu Root, Secretario de la Guerra, al contestar en 27 de
noviembre de 1905 la petición del Presidente del “Club Ameri
cano” de la Isla de Pinos pidiendo la anexión de la Isla, sentó
estas declaraciones oficiales, que honran a los Estados Unidos:
La Isla de Pinos—dijo—se halla legalmente sujeta a la jurisdicción
y gobierno de la República de Cuba, y usted y sus asociados están obli
gados a obedecer las leyes del país, en tanto permanezcan en la Isla. Si
ustedes dejan de prestar dicha obediencia, se verán justamente perse
guidos por los tribunales cubanos ÿ castigados conforme a las leyes de
Cuba por los delitos que cometan. Ustedes probablemente no tendrán
mayor fuerza en el porvenir. El Tratado que se halla actualmente pen
diente ante el Senado, si se aprueba por ese Cuerpo, renunciará a todo
derecho de parte de los Estados Unidos a la Isla de Pinos. A mi juicio,
los Estados Unidos no tienen ningún derecho fundamental sobre la Isla
de Pinos. El Tratado únicamente concede a Cuba lo que es suyo, de
acuerdo con el derecho internacional y la justicia.