Full text: T. 28.1922,112 (19220028112)

LA ISLA DE PINOS, ETC., ETC. 
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President© de los Estados Unidos que la cuestión de Isla de Pinos 
era un problema de moral internacional, firmó en Washington con 
Mr. John Hay, en marzo 2 de 1904, un nuevo Tratado reprodu 
ciendo íntegramente el anterior Tratado sobre la Isla de Pinos, 
con la excepción de que no se fijó término para la ratificación del 
mismo, a fin de evitar una nueva caducidad por la falta de opor 
tuna ratificación. 
Ese Tratado fué ratificado por nuestro Senado en 4 de junio 
de 1904 y, a pesar de que desde entonces han transcurrido diez y 
siete años, y a pesar de que fué favorablemente informado por la 
Comisión de Relaciones Exteriores del Senado americano, éste no 
lo ha ratificado todavía. 
Desde entonces, a cada rato los americanos que, copiando el 
sistema inaugurado por Alemania en Alsacia, se han ido gradual 
mente estableciendo en la Isla de Pinos, inducidos por especula 
dores y políticos con la esperanza de que la suerte de la misma 
se decida por un plebiscito, se han dirigido en varias ocasiones al 
Gobierno de los Estados Unidos solicitando la anexión de la Isla. 
Los ciclones, nuestros aliados naturales, les han obligado sin em 
bargo, a perder un poco el entusiasmo que sentían por la idea. 
Aunque en nada pueden afectarnos esas peticiones, sin em 
bargo, conviene recordar que el Tribunal Supremo de los Estados 
Unidos, en sentencia de 8 de abril de 1907, declaró que la Isla 
de Pinos era territorio cubano; y que el notable intemacionalista 
Mr. Elihu Root, Secretario de la Guerra, al contestar en 27 de 
noviembre de 1905 la petición del Presidente del “Club Ameri 
cano” de la Isla de Pinos pidiendo la anexión de la Isla, sentó 
estas declaraciones oficiales, que honran a los Estados Unidos: 
La Isla de Pinos—dijo—se halla legalmente sujeta a la jurisdicción 
y gobierno de la República de Cuba, y usted y sus asociados están obli 
gados a obedecer las leyes del país, en tanto permanezcan en la Isla. Si 
ustedes dejan de prestar dicha obediencia, se verán justamente perse 
guidos por los tribunales cubanos ÿ castigados conforme a las leyes de 
Cuba por los delitos que cometan. Ustedes probablemente no tendrán 
mayor fuerza en el porvenir. El Tratado que se halla actualmente pen 
diente ante el Senado, si se aprueba por ese Cuerpo, renunciará a todo 
derecho de parte de los Estados Unidos a la Isla de Pinos. A mi juicio, 
los Estados Unidos no tienen ningún derecho fundamental sobre la Isla 
de Pinos. El Tratado únicamente concede a Cuba lo que es suyo, de 
acuerdo con el derecho internacional y la justicia.
	        
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