DIOS
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turaleza divina, y que por sus funciones
para con la humanidad se reputan dio
ses, pues custodian á los hombres, los
guían, los premian y los castigan. Tam
bién en muchas religiones se da el nom
bre de dioses á los muertos y aun á los
vivos; tal era el fin de los apoteosis en
tre los griegos y los romanos; y tales
son también las canonizaciones de los
Santos que
hace la Igle
sia católica,
pues si no los
llama dioses,
siles atribuye
el poder de
Dios puesto
que resucitan
muertos, y
como tauma
turgos violan
todas las le
yes naturales.
Así en la reli
gión de los
nahoas, los
dioses secun
darios, los
criados por la
Omeyotl son
los ministros
de ella; los
dos Tezcatli-
poca, Quetzal-
coatí y Huit-
zilopochtliíue-
ron los encar
gados para la
creación del
mundo visi
ble, y otros
fueron desti
nados á su
conservación;
tales fueron
los que go
bernaban los vientos, las aguas y el fue
go, como Ehecatl, Tlaloc, Chalchiuicueye
y Amhtecutli; y los que cuidaban de los
animales y de los mantenimientos, como
Mixcoatl, Amimitl, Xilomen y Chicome-
coatl. En fin, como pueblos politeístas,
deificaron á los mismos seres naturales,
como animales, montes, aguas, vientos y
frutos de la tierra; pero sin perder la idea
del Ser Supremo.
Es verdad que en la éscritura jeroglí
fica representaba con un sol la palabra
teotl-, pero no porque creyeran que el sol
era el Ser Supremo, sino porque entre
las creaturas visibles era para ellos la
más grande manifestación del Dios invi
sible como lo ha sido para todos los pue
blos, pues da calor, luz, vida á todos los
seres- Nunca pudieron las nahoas con
cebir al sol
como el supre
mo dios, pues
en su cosmo
gonía figura
comocreatura
que aparecía;
en el princi
pio fué el sol
el dios Tesca-
tlipoca\ des
apareció éste
y lo fué eldios
Quetzalcoatl\
y lo fueron
después su
cesivamente
Tlaloc y su
esposa Chal-
chiutlicue por
último, en la
dedicación de
las pirámides
de Teotehua-
ca?i (hoy Teo-
tihuacán,)fué
el sol Nana-
huatzin,uno de
los 1.600 dio
ses que nacie
ron del peder
nal que dió á
luz la Omeci-
huatlyque los
dioses celes
tiales,susher
manos, arro
jaron á la tierra. Todos estos mitos sim
bolizan el fuego, en el cielo, concentrado
en el sol, y en la tierra, bajo la forma de
pedernal, tecpatl\ pero en todos ellos, apa
rece el fuego, Xiutecutli tletl, como crea-
tura que procede de la Omeyotl, y no co
mo el Ser Supremo. Además, todas las
teogonias nahoas nos dicen que la Ome
yotl tenía su mansión, el Omeyocan en
los cielos superiores y ponen el fuego, al
\v
Lie. Cecilio A. Robelo