Full text: 1.1916,23.Sept.=Nr. 7 (1916000107)

en estos momentos, que combatiendo por Francia. No se 
muerte más bella puede encontrarse ahora que muriendo po 
Francia. 
¡ Morir por la dulce Francia! 
El sentimiento que embargaba a los griegos, en la hora e 
la muerte, era el de no ver más la luz, el sol, el espacio azu- 
Ese era el único sentimiento que los entristecía al dejar es e 
mundo. Para ellos, la muerte no tenía nada de horroroso m e 
lúgubre. La representaban bajo la figura de un adolescente i e 
costado a un ciprés y hollando con el pie una antorcha apaga 
da. No ver más la luz, no sentir más en la frente el beso del soi, 
era la úinca pena de los que se sentían morir. “Bajo la guada 
ña de la muerte - dice Paul de Saint-Victor - los héroes, 
las mujeres, las doncellas, se vuelven hacia el sol como heii 
tropos segados”. . g 
Tú, al morir por la dulce Francia, recorrerás con tus 
de moribundo sus verdes campiñas y su delicioso cielo, » 
tiendo no verla más... Como los héroes de la Ilíada al ser 
ridos mortalmente, caerás con dulzura, con elegancia, y ^ 
mentarás no ver más a tu Francia, que es sol de vida, qi 
sol de amor, que es sol de belleza. Todo el amor ( l ue 
ella sientes se unirá a los estremecimientos de tu agonía v 
hacerla más dulce; y en tus labios, en tus pobres labio ’ 
guardaron el último beso de amor al partir para la guerra, ^ 
se guarda en un cofre preciada joya, vibrará una vez m 
nombre de tu Francia, nombre mil veces bendito V or 
los que aman; y descenderás a la noche eterna con ese n 
con ese amor, que acaso continúe estremeciendo tus h ^ 
tus órbitas vacías, tu polvo; y hasta en la flor que anim ^ 
materia de tu cuerpo quizá vuelva a encenderse ese amor, 
vivísimo púrpura... 
Horacio Maldonado 
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