Full text: 1.1913,30.Sept.=Nr. 11/12 (1913001100)

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Crónica 
rân Orleos. Haced que la tormenta 
ronque y nacerán Napoleones. 
López muerto es más grande que 
López vivo. Molestaba al destino y a 
la historia. Vivo; se codeaba de muy 
cerca con la tumba. Muerto; se alejó 
de la tierra para soñar mejor. 
Hay grandezas que no caben en la 
tierra. Y hay momentos en que Dios se 
irrita. Damián Churruca en Trafalgar 
se acercó demasiado .a la cumbre 
donde existe el rayo. Lo mismo hizo 
Bonnparte en Waterloo y López en 
Cerro Corá. Y Dios hizo justicia: ni 
velar. 
Y cayeron. Pero una caída inversa. 
De hombres se convierten en gigan 
tes. De gigantes se convierten en 
dioses. 
En el destino las ironías se llaman 
genios. Las equivocaciones crean 
abismos. 
Dante, Shakespeare, Cervantes, Hu 
go son ironías perpetúasele la muerte. 
Mueren para vivir. 
Alejandro os un abismo. Una equi 
vocación de las estrellas. Encerrar 
en cuerpo de hombre el alma del 
océano es un absurdo. Y sin embargo 
esos absurdos viven. Y llenan la tie 
rra. Son embriones de manicomios 
para una humanidad que come y 
razona. 
Querer tapar un cráter no eslocura, 
es ridiculez. Mitre es lo ridículo. Es 
el cero que quiere ser algo. Vió al 
coloso }' se estremeció; corno la víbora 
que eriza su piel repugnante cuando 
algo le molesta. 
Mitre solo, se vió muy pequeño. 
Buscó un complemento. Ese comple 
mento se llama Pedro II Ambos se 
dieron la mano y juntaron sus almas. 
El crimen necesita de la sombra, como 
el reptil del fango: para arrastrarse. 
Mitre ante López es lo infinitamen 
te pequeño ante la inmensidad. Es la 
chispa ante la hoguera. Lo absurdo 
ante .lo inexorable. Lo opaco ante lo 
luminoso. 
Es el traidor de melodrama que gri 
ta a la oreja del cómplice: ¡Es el mo 
mento! Ese cómplice se llama Pe 
dro II. 
No conviene molestar a los muer 
tos. ¿Pero es que mueren? No. Se 
transforman. El lodo se convierte en 
fango. U'e la unión nace el producto. 
El fango se transforma en miasma. Y 
la miasma mata. Esa miasma se llama 
el general Cámara. Es la obra de 
Pedro II, retocada por Mitré. 
Un crimen muchas veces es hermo 
so si le acompaña el pudor. Un asesi 
no siempre es repugnante. Pero cuan 
do llora se dulcifica. Las lágrimas 
borran la sangre y lavan la concien 
cia. Es una chispa de luz en las tinie 
blas. Una estrella que brilla en una 
noche tenebrosa. 
El cinismo en el crimen es lo re 
pugnante. La putrefacción completa. 
Es la sonrisa de lupanar en un sem 
blante de cárcel. 
El crimen necesita un velo, una os 
curidad, una fosa. La tragedia es her 
mana de las tinieblas. 
El crimen de Cerro Corá no tuvo ni 
oscuridad ni fosa. 
Lópéz herido, cansado, lleno de san 
gre cayó cerca de un árbol. Un sol" 
dado le intimó rendición. El león ru 
gió. ¡Oh! Cambronne donde está tu 
sucia frase. 
Ante aquel rugido el miserable se 
estremeció. Tenia el alma negra como 
su cuerpo. Y lo negro es el tinte pre 
dilecto del crimen. Y consumó. 
El general Cámara contempló el ho 
rrible cuadro. Meditó una frase eter 
na, una frase que retratase toda su 
alma llena de fermentaciones. La 
serpiente después de morder arroja 
baba. Cámara escribió: 
«El tirano no quiso rendirse. Fué 
muerto en mi presencia». 
¿Quién fué el criminal? ¿Cámara o 
el soldado? ¿Es culpable la noche de 
engendrar vampiros? 
La piedra que hiere no merece cas 
tigo, pero sí la mano que la arroja.
	        
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