Full text: 1.1913,30.Sept.=Nr. 11/12 (1913001100)

Crónica 
207 
DESDE EL BflECOH 
'// vf 1 revi '‘ s ,os se quejan 
/ ' ‘\\5 ' a J° sa P ar ‘ c '^ n Je algunas 
'Jl'P.^ antigüedades: elementos que 
' ^ constituían el movimiento cir 
culatorio de las ciudades ó construc 
ciones especiales, que han dado ca 
rácter á ciertas épocas, hoy aplastadas 
por el progreso que todo lo trans 
forma y modifica, embelleciendo ó 
haciéndolo más torpe á veces, pero 
nunca más poético, nosotros, quizá 
porque el progreso nos llega lento, 
muy lento, deploramos que subsistan 
todavía eso que los turistas llaman 
lo típico, carácter local ó pintoresco, 
precisamente todo lo anticuado. 
Nuestro afán de civilización nos 
lleva á ser cruel, y no se para en 
contemplaciones para hacer desapa 
recer todo aquello que fué de otro 
tiempo, aunque se halle ligado á muy 
caros recuerdos, con tal de moder 
nizar. 
Las demoliciones, las célebres de 
moliciones de París, con el objeto de 
abrir nuevos bulevares, ensanchar 
plazas ó por mero embellecimiento 
urbano ¡ah! ¡cuantas reliquias sucum 
bieron bajo el hacha impía y des 
tructora! A veces, quien creyera que 
al golpe de la piqueta desaparece 
toda una página de historia viva, 
toda una tradición, representada por 
un monumento, por una fachada 
cualquiera. 
Entre nosotros, los vetustos case 
rones del coloniaje van quedando 
muy pocos, y solo uno, conserva po 
sitivo valor histórico, los otros no 
tienen historia ó no se conocen. La 
antigua casa de correos, tintes pala- 
vio de los gobernadores españoles y 
después morada del doctor Francia, 
Por estos días, se halla casi comple 
tamente demolida. 
Al contemplar el montón yacente 
de paredes derrumbadas, vigas y pi 
lares rotos, la ruina de lo que fué la 
casa histórica, paréceme que todo 
clama afanosamente para contarnos 
un secreto. La losa que vióse teñida 
de sangre de víctima en días lúgu 
bres, sirviendo de pavimento en la 
sombria pieza del tormento; allá, un 
trozo de pared murmura aún bajito, 
repitiendo con voz apenas percepti 
ble, el monólogo solitario y temible 
del Dictador: sílabas condenatorias, 
presagios siniestros, sentencias de 
muerte —; ahí la reja en que se apo 
yara el tirano para saborear la vo 
luptuosa sensación de ver pasar el 
momento trágico de la transición de 
vida á muerte de un condenado á la 
horca. Voces todas, en fin, cuyos 
acordes postrimeros dejan presentir 
y evocar grandezas y explendores; 
miserias y amarguras; dias de apa 
cible calma modorrienta de la era 
colonial, y los negros del terror, que 
nublara largamente el horizonte lívi 
dos espectros de gestos impenitentes 
clamando venganza, y mefistofélicas 
sombras de verdugos bañados en 
sangre generosa. 
El vetusto edificio de tan vivas re 
membranzas, lo veremos desde aho 
ra, sólo en el recuerdo, así como el 
tradicional vehículo tirado por las pa 
cientes mulitas de vientres exhaustas 
y aspecto ratonil, exhibidas al rodar 
por nuestras calles con su esqueléti 
co y ridículo armazón, hace poco 
reemplazado por el soberbio y lujoso 
eléctrico, que se enseñorea triunfal 
hoy de la via pública. Pero, los ro 
mánticos, los soñadores, los enamo 
rados, añoran el viejo tranvía. Eran 
tan bellas las horas pasadas en dulce 
coloquio en las largas esperas. Lue 
go, sentados juntitos, y como hecho
	        
© 2007 - | IAI SPK

Note to user

Dear user,

In response to current developments in the web technology used by the Goobi viewer, the software no longer supports your browser.

Please use one of the following browsers to display this page correctly.

Thank you.