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PROTEO
El campanario y la nube
Todos los días voy a casa de mi hermana; primero, por
tille vale mucho una hermana buena; después, porque tiene
un niño despierto y que ríe.
Una tarde salí de paseo llevando a mi sobrino. Cuando
ya habíamos andado un buen trecho, el chico &e detuvo, mien
tras que señalando un campanario y una nube cernida sobre
él, me decía: «Mira, tío Jorge, esa nube blanca. ¿Se habrá
colgado en la cruz? ¡No cae! ¡Qué peí:®! Si bajara, jugaría
con ella...»
La idea del niño y el pronombre empleado, me sugestio
naron, y así, no de muy buen talante, le contesté: «Mañana
podrá precipitarse la leve nube veleidosamente; pero siempre
erguido estará el campanario, para agujerear el cielo en las
noches de bruma.»
Nos volvimos. Dorante el retorno fui jugando con ese-
pensamiento *en el cerebro, de miedo a que ahondando! tén el
corazón, llorara con él.
Al 'llegar, el hijo le contó a la madre: «Porque le hablé
de una.nube, sólo de una nube, mamá, tío Jorge se enojó y
vino muy serio todo el camino!»
Mi hermana, que para mis humoradas tiene un cuidado
afectuoso, se interesó sobremanera por el incidente, y cuando
* Tomás C. Vila Gomen,soro p-s'-e una prosa íítmica, pulida y
musical. Es un escritor personal que se ha impuesto como perio
dista de garra y q,ue no tardará en imponerse como prosista hábil y
como poeta sensitivo. Sus párrafos y sus estrofas .son filigranas de
estilo, y por no haber sufrido influencias mal : gnas de literaturas
ajenas, se ha mantenido esencialmente cr'ginal en su forma y en
su fondo.