Full text: 1.1897,5.Dez.=Nr. 23 (1897000123)

VIDA MONTEVIDEANA 
en la primera página de este cuaderno. las, 
siguientes palabras: 
Ya he dado calabazas á cinco novios. Esta, 
noche le toca el turno al sexto candidato. 
'Será este el hombre destinado al fin á ser 
mi humilde y obediente señor y dueño? 
En tal caso, que se prepare á sufrir el más 
severo y minucioso exámen. 
Ni soy'yo como mamá, ni estoy dispuesta 
á perder la cabeza. 
26 de noviembre, á las cuatro de la tarde. 
No me había equivocado. Se trataba, en 
efecto del sexto, pretendiente: Pero, proce 
damos con orden y consignemos detallada- 
' mente lo ocurrido ayer. 
>; Después de comer, subimos mamá y yo 
" á vestirnos. Estuve mucho tiempo en el 
tocador y bajé al cabo de hora v media. 
Al acercarme á la sala de confianza oí á 
mi padre que le decía á mamá: 
—¿Crees que es preciso? 
—Absolutamente indispensable. No pode 
mos renunciará tu presencia. 
La tentación era múv grande Me detuve 
y me puse á escuchar. 
—Pero ¿por qué?~repuso papá.—Conozco 
á ese joven, á quien he visto varias veces 
en el Club. Una noche jugué con él al Wist. 
! Por cierto, que no juega mal. Ayer vió á 
Irene á caballo y la encontró admirable. Y 
no tengo que intervenir en esos prelimina 
res. Contigo y con Irene basta y sobra. 
—Sin embargo, conviene que nos acom 
pañes. 
—Bueno, iré con vosotras. 
No oi nada más. Esperaba el nombre del 
candidato y no lo pronunciaron mis padres. 
Como me palpitaba con violencia el cora 
zón, me vi precisada á permanecer en mi 
[ sitio dos ó tres minutos. Ya que nada que- 
riandecir, debía hacerme la desentendida. 
No obstante, sabia algo, y algo muy im 
portante. Pertenecía al jockey, que era lo 
principal. 
Partimos los tres en el landeair, papá triste, 
abatido y silencioso; mamá muy excitada, 
y yo impasible, al parecer; pero dominada 
por la más extraordinaria curiosidad. ¿Por 
qué aquel misterio? 
A las diez y media llegamos á casa de los 
Mercerey, ¡Pobre papá! Se celebraba allí 
una velada musical, cosa muy contraria á 
sus gustos y aficiones. ¡Un cuarteto clásico! 
¡Figúrense ustedes!,.. 
La concurrencia era escasa; unas veinte 
—Sí, sí: Dimé quien és. 
—Pues es ese joven moreno que erstá á la 
izquierda, debajo del cuadro de Meissonier. 
No mires, porque te está mirando. 
—No es el único. Los demás hacendó 
mismo. 
■—Ya no mira. Ahora se acerca tu padre... 
¡Ya está hablando con él! 
—No me parece mal. La boca grande. 
—No estoy conforme contigo. 
—Si, mamá. Pero el conjunto no me de 
sagrada. 
—¡Y si tú supieras! Es muy rico v perte 
nece á una gran familia aristocrática’ 
—¿Y quién és en definitiva? 
—El conde de Marlelle-Simieuse. No mi 
res, porque vuelve á dirigirnos la vista. Si, 
hija mía, es un Martelle-- Simieuse, y los 
Martelle-Simieuse son primos de los Lan- 
dry Simieuse y de los Martelle Jonzac. 
Los músicos empezaron á tocar una pieza 
de Mozart y pusieron un dique al torrente de 
elocuencia de mamá. Volvimos á sentarnos 
y me puse á meditar muy seriamente. 
— i Condesa de Martelle-Simieuse!—pensé. 
¡Mi sueño dorado! ¡Dos nombres! Preferiría 
ser duquesa, como es natural. Pero, ¡hay 
tan pocos duques, duques de verdad, duques I 
indiscutibles! ¡ Creo que no son más que 
veintidós! Por lo tanto, es una quimera el 
pensar en ser duquesa.. Ale. conformo, pues, | 
con.ser condesa ! 
¡ Condesa, de Martelle-Simieúse ! 
Losapellidosson muy sonoros y brillantes. I 
Yo me los repetía á mí misma, sin hacer | 
caso alguno del cuarteto de Mozart. 
¿Era música-de Mozart la que focaban 
aquellos profesores? Nodo sé á pun|o fijo. 
Lo único que puedo asegurar es que! 
aquellos instrumentos me tocaban una] 
deliciosa canción con el siguiente estribillo : [ 
¡La señora condesa de Martelk Simieuse 
L. HALEV.Y. 
AMOR Y HUMO 
( Conclusión) 
la escena pasaba en pleno mes de Enero- 
abrió los cristales para establecer una cor-1 
riente de aire que disipara, las emanaciones 
y el humo del tabaco, pero esa corriente 
produjo un efecto inesperado: de la brasa del 
cigarrillo se desprendieron algunos átomos 
en combustión y uno de ellos fué á acariciar 
m 
, m 
¡LV 
.. Ce 
ICLASSICI 
v' 
futo de Flores — (De Fotografía ) 
El jefe de éste puso paz á la contienda él 
¡fizo colocar á los combatientes en distin-l 
los vagones. El viaje prosiguió^sin otra no-l 
redad y el comerciante de Marsella trató del 
Mvidar ese desagradable episodio dedicando 
lodos sus pensamientos á la linda viudita | 
lúe le esperaba en Buró 
Llegó el tren á la es f ación y el viajero viól 
an sorpresa, con dulcísima sorpresa, que su| 
|ovia se encontraba en el andén 
—¡Angel mió! ¡cómo has podido adivinar 
Jue yo llegaba y que había adelantado mil 
|iaje de tres dias? 
—¡Oh!—replicó ella sonriendo—estoy, yo I 
tn asombrada de verte llegar cómo tú de | 
lerme aqui. 
-Espero á papá y á mtmá que también 
Jan adelantado.su viaje y me telegrafiaron! 
lyer que llegarían en este tren. ;Supongo| 
lúe habréis hecho el viaje juntos, p£ro como 
lo os conocéis aún... ¡Ah! mírajos... ahi 
|ienen. ) 
El negociante se volvió, vio á uría pareja 
lúe abrazaban á su novia y quedó petrifica - 
10: sus presuntos futuros suegros jeran losj 
[os cascarrabias del vagón de fumjadores. 
El matrimonio no se llevó á cabp. 
Juan /Buscón. 
ptablecimiento grafico á vapor. Conjvención 8
	        
© 2007 - | IAI SPK

Note to user

Dear user,

In response to current developments in the web technology used by the Goobi viewer, the software no longer supports your browser.

Please use one of the following browsers to display this page correctly.

Thank you.