Full text: 2.1898,10.Apr.=Nr. 39 (1898000239)

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LA VIDA MONTEVIDEANA 
r m 
WSS*. 
II 
Fermin y Elina continúan adorándose 
con mas ardor y con mas íé que nunca. 
Al par que escasean sus conferencias, 
crecen, aumentan, toman mas vida y 
vigor los inmarcesibles vínculos que los 
unen. 
Los padres de Elina se declaran im 
potentes para conseguir que esta olvide á 
Fermín. Todo es en vano. El amor es co 
mo el fuego, cuanto mas se mueve mas se 
aviva e inflama la llama. 
Por último y como recurso supremo y 
decisivo, de apagar la divina chipa que 
vive en el corazón de los enamorados, re 
suelven los padres de Elina, llevar ájesta 
lejos de las miradas de su adorador. 
En efecto, un dia, se embarcan, Elina y 
sus padres, para un país vecino á pretesto 
de cambiar de aires. 
III 
La tarde era lluíiosa. Parecia que hasta 
el cielo se habia condolido de aquellas dos 
criaturas que iban à separarse en breve y 
que quien sabe si volverían ¿hallarse mas 
en su paso por la vida. 
Por un capricho de lo voluble suerte, 
supo Fermin la inusitada partida del ángel 
de sus ardientes creaciones de amante so 
ñador. Compromisosde orden privado y es 
pecial, impedianle ir en pos de su hechice 
ra amada. 
No obstante de esto, Fermin tomó pasa 
je en el mismo vapor que conducía á Eli 
na y en él la acompañó hasta un puerto 
próximo al pais donde aquella iba á resi 
dir, por voluntad de su inhumanos pa 
dres. 
Por el camino no se cambiaron una so 
la palabra, pero si un ramillete de fra- 
gancioaas flores, flores que las ardientes 
lágrimas y los quemantes besos de Elina, 
las habían marchitado. Flores que lleva' 
ban en sus cálices, la esencia de un amor 
tan casto como triste, si, pues las crista 
linas perlas que rodaron de los negros y 
seductores ojos de Elina, llenaban en si, 
todo el sacrosanto aroma de su al- 
afi 1 ma y la pálida ternura de su abatido es 
píritu. 
¡Cuántas cosas se dijeron los enamora 
,^~,_*dos, con el dulce y misterioso lenguaje 
IV 
El vapor que conducía á Elina marcha- 
as» ba presuroso. 
Fermin lo veia alejar con la misma tris 
teza que ve la cariñosa madre alejarse 
para siempre al hijo que alimentó en su 
seno y arrulló en su regazo. 
El vapor se iba perdiendo poco á poco 
en medio de la oscuridad del undoso rio. 
Las luces palidecían hasta perderse del 
tcdo. El pitar del vapor, al saludar á otro 
que halló á su paso, apenas si llegaba 
hasta Fermin, con esa indefinida vague 
dad con que sale del pecho del moribun 
do el postrer suspiro!... 
Solo se oia como un suave rumor en 
medio del solemne é imponente silencio 
de la noche, el ruido lejano y confuso, que 
producía el movimiento de la máquina del 
monstruo de hierro. Este apenas escucha 
do ruido, parecíale á Fermin el eco de 
una extraña voz leyéndole la terrible sen 
tencia de la eterna separación de su casta 
Elina!..., 
¡Cuantos suspiros se escaparon de lo 
mus recóndito del alma de Fermin! ¡Cuan 
tas amargas lágrimas bañaron las sedo 
sas mejillas de la amorosa y púdica 
Elinal.... 
Y 
Ha transcurrido algún tiempo desde que 
aquellas dos almas, nacidas la una para la 
otra, viven ausentes. 
Dicen que Elina continua llorando y su 
friendo la mas acerba do todas las tortu 
ras y que está demacraday triste. Fermin 
sigue suspirando y desde aquel memora 
ble y aciago dia, se le vé, melancólico y 
abatido, vagar por las cercanias de la ca 
sa que habitó su amada, pronunciando, 
incesantemente, el para él sagrado y ben 
decido nombre de su tierna y divinal 
Elina! 
Guzman DEL RIO. 
Mercedes Oriental, Abril 6 de 1898. 
* ò 
°Bn el álbum de C R. ttf. 
Era una chispa que vagaba errante 
por el espacio azul del firmamento, 
era una chispa de brillante y oro, 
de dos vividos astros era un beso; 
era girón de Apolo desprendido, 
rútilo fleco de aurorai incendio, 
era una chispa, pura y diamantina, 
vagabunda en las rémiges del viento. 
Y en los azules ámbitos buscaba, 
para oficiar de sol, límpido cielo, 
mas un cielo apartado, do pudiera 
única ser y ¿esparcir su fuego, 
un trozo de cendal inmaculado 
donde lucir cual mágico lucero, ^ 
do la lnmbre de soles ardorosos 
no la eclipsara con fulgorsmiestro. 
Y ora el instante en que la regia altura 
abandonabas por venir al suelo, 
en que, arropado en gasas blanquecinas, 
emprendías, querube, tu descenso, 
que Dios formóte en su morada augusta 
y ve hácia el mundo, balbuceó al momento, 
ángeles faltan eu la tierra triste, 
mi mansión quede con un ángel menos. 
Y tú cruzabas la región del éter, 
las blancas alas del candor batiendo, 
cuando, errabunda, la dorada chispa 
hasta tu lado dilató su vuelo 
y vio tu frente de hermosura inmensa, 
posóse en ella y penetró al cerebro 
y de cielo tan puro enamorada 
hizo explosión de luz... y fué talento... 
Ju¿.n Carlos MENENDEZ. 
San José de Mayo, Abril 8 de 1893. 
Contaba yo veinte años, y sentía 
tan hondo malestar, 
que á un doctor muy amigo que tenia 
resolví consultar. 
No sé, le dije, lo que eu mi alma siento 
que me hace estremecer; 
ni sé si es alegría ó sufrimiento 
lo que agita mi ser. 
Y si un ave el espacio dilatado 
ven mis ojos cruzar, 
se despierta en mi espíritu angustiado 
deseos de volar. 
Y el sol, la nube, el bosque, la pradera, 
el arroyo y la flor, 
llevan á mi alma una emoción sincera 
que aumenta mi dolor, 
¿Cual es, doctor, la causado ese llanto 
y de mi loco afán? 
en vuestra ciencia, que yo admiro tanto, 
¿algún nombre le dan? 
Al médico, que oía silencioso, 
le miré sonreír, 
y dijo al fin con tono cariñoso: 
son ánsias de vivir! 
II 
Mas pasaron diez años, y sentía 
tan raro malestar, 
que á aquel doctor amigo que tenía 
le volví á consultar. 
No sé, le dije, lo que eu mi alma siento 
que me hace estremecer; 
no es alegría, nó, ni sufrimiento 
lo que agita mi sér. 
Todo me causa enojos; el hastio 
reina en mi corazón, 
y ya no sueña el pensamiento mió 
ni abriga una ilusión. 
De mi vida la Carga bien pesada 
llevaré hasta el final: 
—Hoy nada espero, ni me importa nada: 
¡hoy todo me es igual! 
¿Cuates, doctor, la causa de ese tédio 
que me sigue doquier?... 
-Qué:mal es este, que ningún remedio 
* G f o 
' consigue ya vencer. 
El módico que atento me habia oido, 
pretendió sonreir, 
y dijo al fin en tono conmovido: 
¡son ánsias de morir! 
Eukiqük RIVERA. 
Montevideo, Abril 9 de 1893. 
La carta, de Juanito 
(Traducido del francés para «La Vida Montevideana») 
... Juanito tomó, pues, la 
nación de escribir una carta a a 
gen. De esta historia creereis J\ 
queráis; me la refirieron, y os la cuen 
tó.
	        
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