Full text: 1.1897,12.Dez.=Nr. 24 (1897000124)

I 
vida montevjdeana 
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Mientras tu cuerpo amable duerme, bajo 
Ja custodia de nuestra fé, dínos de lo alto, ; 
qué ves en Venecia, Atenas y Paris. 
Duérme al mundo del error, para desper 
tar en la región de la verdad visible, en 
su casta y púdica desnudez. 
Duérme para despertar entre los ángeles 
buenos que dan remedio al desvalido y con 
suelo al desgraciado. 
La influencia de este sueño será para tu 
vida lo que el rocio del cielo es para las 
flores de los jardines. 
Duérme engalanada entre las alegrias del 
salón como duerme el ángel de la infancia 
para despertar entre caricias al frescor dulce 
del soplo de la vida. 
TRADUCCIÓN DE LA ANTERIOR PLEGARIA DE AL- 
BERDI AL LENGUAJE DE LA POESÍA 
Duerme, más no por siempre inanimado, 
el sueño por mi mano derramado, 
ángel de la amistad, 
como la flor en noche del Estío 
se adormece con gotas de, rocío 
y se despierta al ver la claridad. 
Reclínate en el alma misteriosa, 
del imanado sueño, niña hermosa, 
para soñar de amor; 
que la mujer que duerme es como el ave, 
que oculta el ojo bajo el ala suave, 
blanca como los velos del pudor. ’ 
Permíteme que á tus ojos ponga venda, 
y que en el fondo de tu mente encienda 
la antorcha de la fé; 
para que pueda ver tu inteligencia, 
los mundos que se ocultan á la ciencia, 
y lo que él hombre al despertar no vé. 
Tu cuerpo velaré de espesas nieblas 
paraquetu alma brille en las tinieblas 
cual faro divinal; 
y se extiendan las alas de tu alma 
para volar a la región de cal ma, 
donde se olvida el mundo terrenal. 
Vuela k ese mundo do el error no existe, 
do la verdad magnética se viste. 
con casta desnudez' 
mientras que el manto de la fé te cubre 
dinos lo que tu vista alli descubre . 
y desde lo alto de ese mundo ves. 
Duerme en tu lecho de azuladas nubes, 
para ir a despertar entre querubes, 
en la región de luz; 
cual ave peregrina que se ausenta 
donde la noche el negro trono asienta 
y va a buscar las tierras sin capuz- 
Duerme de blancas flores coronada, 
del salón entre el aura perfumada, 
cual ángel infantil; 
para entreabrir tu vista adormecida, 
al soplo embalsamado de la vida, 
que refresca tu cuerpo juvenil, 
Bartolomé MITRE. 
Buenos Aires, Diciembre'de 1807, 
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Héctor Chemtti Va chin 
I enía apenas veinte y un años. Se hallaba 
por lo tanto en esa edad privilegiada en 
que la v ida no tiene sino ilusiones y alegrías 
y el mundo no ofrece sino flores y sonrisas. 
Cariñoso, elevado y culto, se hacia apre 
ciar en todo lo que valía por los que tenían 
el gusto de conocerlo, quienes veían en ól 
un joven de vida ejemplar y nobles aspira 
ciones. Su alma era un raudal inagotable de 
purísimos sentimientos y su inteligencia 
que cultivaba afanosa y abundantemente una 
es peranza, la más promisora. 
Lleno de vida—lleno de méritos y lleno 
de virtudes—poblada su mente de hérmosí- 
imas ilusiones—abierto su corazón á todas 
í s grandes inspiraciones—á todo lo noble y 
á toda lo bello, empezaba á vivir, recien con 
el legítimo derecho que le daba su juven 
tud y sus bondades, cuando la visión pálida, 
la eterna invencible—la que llega "con su 
cortejo de lágrimas intensas y pesares hon 
dos, tronchó su preciosa existencia, arre 
batándole al cariño de los que le queríamos 
bien, dejando un vacío imposible de llenar 
en el corazón de sus amantisimos padres y 
bondadosos hermanos. 
Su hogar, hasta entonces completamente 
risueño y feliz, siéntese hoy enlutado con 
crespones de dolor eterno—del dolor sin 
consuelo de las tristezas infinitas. Se llora 
al hijo idolatrado cuyo espíritu flotará siem 
pre en las grisáceas horas del mañana—se 
llora al hermano querido cuya memoria 
perdurará á través del tiempo y del espacio. 
Yo coloco la siempreviva del recuerdo 
sobre la temprana tumba del noble y buen 
amigo ido para siempre—del noble y buen 
amigo que hoy duerme el sueño eterno y 
reclina su frente pálida y soñadora sobre el 
seno helado de su última amada. 
Sara Julieta ARLAS. 
Montevideo, Diciembre 9 de 1897. 
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CONFIDENCIA 
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Hay una virgen pálida que adoro, 
alma de amor, de luz y de poesía, 
alma que llora cuando triste lloro 
y de placer palpita cu mi alegría. 
, Hay una frente casta e.n que mis besos 
se posan amantisimos y santos; 
hay un seno que es nido de embelesos, 
que tiene de pureza los encantos, 
Un seno angelical do mi cabeza 
se reclina mimosa y soñadora, 
donde los sueños mi ilusión empieza, 
donde la dicha de los cielos mora. 
Hay mips ¡ábios rojos que mi boca, 
en las horas de ardientes desvarios, 
besa con ansia inacabable y loca 
¡lábios que han sido solamente mios! 
Existen unos ojos celestiales 
donde se asoma un alma enamorada, 
ojos que son los límpidos cristales 
donde vive mi imagen reflejada. 
Hay unos brazos, mórbidos y amantes, 
que trémulos se ciñen á mi cuello 
y unas blancas manilas palpitantes, 
que muy suave acarician mi cabello. 
Hay una cabecita encantadora 
donde diáfano vive un pensamiento, 
pensamiento de amor, luz de una aurora 
tan bella cual no ha visto el firmamento. 
Unos bucles muy blondos, esparcidos 
sobre una espalda de magnolia y raso, 
que sobre mí se estienden bendecidos 
cuando feliz me aduermo en su regazo. 
Hay una voz, caricia y melodia, 
tan dulcemente grata á mis oidos 
cual son, allá.cuando fallqce el día, 
del Universo los gi mi entes ruidos. 
Un corazón albergue délo bueno, 
santuario consagradoá mis amores; 
donde me asilo si doliente peno, 
donde prodiga mi pasión sus flores. 
Hay una nena, cariñosa y pura, 
tesoro de celestes maravillas, 
que inocente, confiada en mi ternura, 
se ha dormido sentada en mis rodillas. 
Hay un ser que es mi ser, mi bien querido, 
único encanto de mi vida inquieta, 
que con ósculos tiernos ha tejido 
la corona que ciñe su poeta. 
Una joven mujer con quien deliro, 
de la que yo tan sólo he sido dueño, 
que ella me dió con su primer suspiro 
su amor primero, púdico y risueño. 
Hay un amor que descendió del cielo 
para, eterno, ampiar dos corazones, 
un sacro amor qué es fuente de consuelo, 
manantial de caricias é. ilusiones. 
Dos almas hay, que en un crisol divino 
fundidas fueron para siempre amarse, 
unidas siempre las verá el destino, 
¡juntas irán en Dios á desposarse! (*) 
Juan Círlos MENÉNDEZ. 
Sm José, Diciembre 9 de 1897. 
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Imitando á Catulle Mendes 
â propósito del ije.lojiio de acero negro, 
en forma de corazón, que como agui 
naldo de Páscuas, regalé á Susette, mi 
rubia amada, ocoffrósele á esta—jugue 
tona como siempre—hacerme rabiar, 
—Te debo un beso—me dijo. Pero como 
tengo ya tres relojes: el que acabas de re 
galarme, el de oro con mi nombre que dió- 
me papá el dia de mi primera comunión, y 
el de plata con filigrana que me envió mi 
tió desde Italia, quiero darte, al mismo 
tiempo que una recompensa por tu regalo, 
un castigo, por no haber elegido otra cosa 
que yo deseara. Haremos un trato: mañana 
tendré mis tres relojes, señalando horas dis 
tintas, cáda uno dentro de su estuche. Tú 
cogerás al azar uno de éllos. Si tomas el 
que señala las tres, te daré un beso en el 
acto: si el que señale las cuatro, reservaré 
mi beso una semana; y sí el que señale las 
cinco, sólo podré besarte dentro de un mes. 
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* * 
¡Con qué emoción contemplaba, al dia si 
guiente, los tres pequeños estuches alinea 
dos sobre una mesita de loca del elegante 
koudoír de Susette! Y con qué temor escogí 
al fin, después de mucho vacilar, uno de los 
estuches! Pero, oh buen Eros! El relojito 
escogido marcaba las tres en punto. 
' * 
* * 
—Y si no hubiera acertado á sacar este 
reloj?—la dije, después de cumplida la pror 
mesa del beso... 
—Tonto!—me contestó sonriendo. ’ 
Y tomando los otros dos estuches, mostró 
me que todos los relojes marcaban una mis 
ma hora,... 
José M. BARRETO. 
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m ¡#s- 
Elevada, por la hermosa primavera, 
En alas de los sueños. 
Vuela mi mente, y cruza placentera 
Los ámbitos ideales y risueños.' 
Se forja,.entusiasmada, una ilusión 
Que realidad la creo, 
Siento latir coir fuerza el corazón, 
Cierro entonces los ojos y.. . ¿ te veo! 
María H. SABBIA Y ORIBE. 
Montevideo, Diciembre 11 de 1897. 
• (*’) Imito en esta producción el estilo dé la poesía ' «To ■ 
Jenny. ríe Byron, traducida por Flores—X. del A.
	        
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