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A los cincuenta y seis años de edad, Claude Debussy,
en alas de sus símbolos líricos, llegó a reunirse con los
grandes músicos de los siglos. En los Campos Elíseos
tapizados de asfódelos, esperábalo el silencio divino, la
obscuridad luminosa a que tendía fatalmente su canto.
No fué su feudo en la tierra un imperio sublime; más al
go nuevo ha vuelto al misterio, y una nota más tiene la
Música exhalada de su garganta de ruiseñor. ¡Francia,
como la Melisande del poeta; peinará eternamente sus
cabellos en el Torreón del Castillo esperando el retorno
de Pelléas, yen la noche aciaga, la Fuente y el Parque
cantarán en la lengua que les prestó el Mago el caer de
las estrellas sobre los amantes que sorprendió la Muerte
en un deliquio de pasión. A veces la Gloria, como la
Muerte misma, besa con suavidad a sus adeptos, les opri
me largamente los labios y las sienes, y los deja ungi
dos en silencio para la inmortalidad!
México a 23 de julio de 1918.
ANTONIO CASO.
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