NOTAS EDITORIALES
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cer del nuestro un pueblo serio y disciplinado, lo primero es crear el res
peto a las leyes, que entre nosotros no existe, y colocar los mandatos de
éstas por encima de todos los intereses que se opongan a su cumplimiento.
Como comentario único a lo transcripto, diremos que es la
primera vez, desde la instauración de la República en 1902, que
se cumple en Cuba una sentencia de muerte dictada por un tri
bunal militar contra individuos de esta clase ; y que quien esto
escribe vió al Presidente Estrada Palma firmar la primera
que mandó él cumplir, dictada por un tribunal civil : le tembla
ba la mano al noble procer, la diestra con que sostenía la pluma
de que dependía una vida; pero, haciendo un esfuerzo y ven
ciendo la agitación interior exteriorizada en su semblante, su
jetó con la izquierda su derecha y firmó... Cumplió así con
su deber, como ahora el actual Presidente ha cumplido con el
suyo. Vale más una sociedad que una vida, sobre todo cuando
las vidas de quienes la componen pueden quedar a merecd—
por la impunidad a que alienta el incumplimiento de las le
yes—¿e los que no vacilan en arrancar la suya a otros.
EL DIVORCIO
Al fin, después de una tenaz lucha de más de cuatro años,
el Congreso cubano ha aprobado una ley de divorcio más am
plia de lo que esperábamos los defensores de esta reforma, y
más de acuerdo con el espíritu de la época y con las realidades
de la vida. Establece como único matrimonio legal, es decir,
como único reconocido por el Estado, el matrimonio civil ; y esta
blece el divorcio por mutuo disentimiento, aunque prudente
mente regulada esta causal.
Es un gran triunfo para cuantos de alguna manera hemos
influido en la aprobación de esa ley, 'y es una gran derrota
para los elementos que, sintiéndose ya de nuevo fuertes, torná
ronse altivos y desafiadores y pretendieron impedir no sólo la
votación—casi unánime—en el Congreso, sino después la san
ción presidencial. No la dió expresa el Presidente de la Repú
blica, pero sí tácita al dejar transcurrir el plazo en que debió
devolver la ley a las Cámaras, si tenía objeciones que hacerle.