dd 08 LA VIRGEN BLANCA Sorprendido quedóse el alcalde Almagro, al ver los. - huéspedes que llegaban á su residencia y las instruccio- bes que según Vargas había recibido del virrey, para evi tar toda clase de comunicación por parte de las tres . . Lo que es por aquí,—dijo,—no bay peligro alguno - respectó E : e del mar, de quienes habláis, He Sido, efectivamente, que andan por el mar algunos barcos - sospechosos, pero como este puerto es tan ignorado y ca: rece de importancia, no hemos visto nunca ninguno de esos buques, Por la parte de tierra menos que menos. Res- pecto á la gente de este poblado aquí han nacido y de aquí no salen. Yo tengo trabajando en mi propiedad algu- nos indios, pero todos ellos son honrados é incapaces de estar en relaciones con las gentes que decis. De modo que ya puede estar tranquilo el virrey, que lo que es de aquí no saldrá aviso alguno que le pueda perjudicar. .. La escolta que les había acompañado hasta Arica re- _gresó á Lima, y las tres jóvenes aceptaron de buen grad -— Paseaban por la hacienda, llegaban hasta el mar hablaban con los pescadores, siempre con la vigilancia de Lorenzo ó de Vargas, y durante algunos días nada oc digno de llamar-la atención. 50 Pero ya fuera por efecto del cambio, ya to y el temor que María experimentaba, e aun cuando en el poblado había un pob tan escasos sus conocimi s, que María f se, llegando un momento 1e la calen porciones algo peligrosas feliz médi ontemplar á la enferma confesó que no sabía « -.. —Yo sería de opinión, —dijo el alcalde,—que S a