BAND ERA f
LQS TITANES ¿E
10 CENTS,
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.»» y con un (sfuerzo fenomenal lo levantó en el aire. ,
o
rikanischos
A
Ed e A y
- NOTICIAS DE ESPAÑA
E EN TE:
A
Cesar había resuelto fortificar la ensenáda' de Co- ..
chamba, á fin de establecer otra nueva colonia, puesto '
que muchos de los indios que hasta entonces habían per-
- manecido en sus reservas, mostraron deseos “de participar
- de la vida de los españoles, una vez que tuvieron ocasión
- de apreciar las ventajas de su civilización, durante el
espacio que los colonos de Arica permanecieron 'en sus
MAN IS AED DOS en” Aaoiosr 000 TIO
Como no era posible « peri o de Arica se en-
sanchase, pues para ell ecesari gran
par a muralla q Endara pa Mei
ll
E LA BANDERA ROJA
barcaron en la Xsperanza llevando consigo todo lo nece»
sario para hacer la demarcación de la nueva población.
Eduardo Orthez, aceptado más bien como aliado que.
como Titán, puesto que como dijeron lo mismo Cesar que
sus amigos, no estaba enlas mismas condiciones que ellos
- para sostener la guerra contra España, porque tenían
motivos especiales de venganza contra el virrey, que Or:
thez no tenía, no era lógico que le obligasen á seguir el
mismo camino que ellos. | ( eS
-—— En su consecuencia, quisieron dejarle en completa li-
bertad para que el día que le conviniere seguir otro de-
rrotero, pudiera hacerlo con entera independencia.
"Y como el puerto de Arica, iba siendo insuficiente para
tantos barcos de gran porte y las muchas embarcacio-
nes menores que acudían, en Cochamba podrían anclar,
L'Aigle y el galeón San Felipe que mandaba Pedro Gon-
zález, procedente de Cartagena de Indias, según recorda-'
- remos. | sad | |
i Precisamente el período en que todas estas operacio-
«nes estaban haciéndose, era el más castigado por las tem-
- pestades en aquellos mares, y ya habían tenido esto en
cuenta .para Ñjar la época en que partiría la escuadra
ara unirse á la de Montbars y hacer la expedición contra
anamá. E asia EE
Aun cuando la distancia entre Arica y la ensenada de
- Cochamba no era muy grande, la navegación no dejó de
ofrecer sus dificultades. A y A
- Sin embargo, pudieron echar el ancla en -la hermosa
-—— ensenada y una vez desembarcados pudieron recorrer
aquel territorio que realmente reunía condiciones muy
- apreciables. O a a po
Toda aquella parte de la costa estaba llema de otras
ensenadas ó calas mucho más pequeñas, pero que podían -
ca de refugio á las pequeñas embarcaciones cos-
o dorar Ace a Aoi
La más importante era Cochamba. 200
1mediatamente empezaron los trabajos de demarca-
ites, señalando los puntos más estratégicos -
paraa construcción de los fuertes, que empezó en seguida.
- Entre Cochamba y Arica estaba la ensenada del Ro-
- sario, donde como sabemos estaba la hermosa hacienda
bl
e
ÓFLOS TITANES DEL MAR . se
había aborrecido y por la cual, también el compañero de
Cesar, llegó á sentirse impresionado. | :
Pero fiel á Carmen, habría respetado su palabra y la
habría cumplido, si la hija de Vargas hubiese vivido.
La muerte de ésta, de la cual ya no podía tener duda
desde el momento que la misma María, hija del virrey,
lo decía en su carta, el joven había tenido una explica-
ción con Juana y. quedó resuelto. que' cuando hubiesen
terminado la expedición á Panamá, y hubieran castigido
cual pretendían al virrey, se verificaría su unión. :
*
Pronto se esparcio por la colonía de Arica la noticia
de que había sido portador el capitán Orthez, y como era
- público que no habían podido saber nada en tanto tiem-
po, á pesar de las diligencias que hicieron, referente al -
paradero de las amadas de los, tres jefes, todo fueron
- enhorabuenas.- A o
- Más pará Cesar, como decía, no era aquello si no un
- motivo más de dolor. E E
¿De qué le servía saber donde estaba la mujer que
“amaba, si sabía que no había de ser suya jamás?
E Cuando de ella se había enamorado, ignoraba
era y cuando lo supo, ya era tarde para arrancar
- pecho amor que tuvo tiempo para echar hondas raíc:
_ —El pobre Cesar, —decía muchas veces Gurrea ha-
será feliz. Real-
erable que oca:
mente está obligado á nuerte al rabl E
- sionó la de su padre y mancilló el honor de su hermana,
ero si cumple con ese deber, ¿có 1 de darle su man
la hija á cuyo padre acaba de d rte?
Que perdon de olvidar; la
- sea feliz, respondía uno de los capitanes.
—¡Rayos y centellas!—gritaba Arrigui.
- Flores, si hubiesen muerto traidoramen
- deshonrado á tu hermana dejándola |
4 : LA BANDERA ROJA
—Verdaderamente,—decía Florencio,—que la situa-.
ción del capitán es muy difícil, y no sé como podrá sulir
de ella, sino hay alguno que le saque. * |
—¿Y quién puede sacarle? —dijo Gurrea.
—¿Quién?—respondió Luis con la impetuosidad propia
de la juventud.—Cualquiera que le dé un mal golpe á ese
virrey tan miserable, y que apriete el pescuezo á suinfame
secretario. Si yo me sneontrase con ellos en el mar... |
—¡Voto á Dios! Qué eso también lo haríamos nosotros.
Pero no tengas cuidado, mancebo, que á eso no se expon-
drán ninguno de los dos. ', AS | cod
AS Estas conversaciones demostraban el interés que todos
los capitanes se tomaban por su jefe. ]
*
E
Como hemos dicho, era la época de las grandes tem-
estades y á pesar del desecho temporal que se declaró
desde el momento que dieron comienzo los trabajos en
Cochamba, estos no se detuvieron, quedando ya empla»
zadas las baterías y trazado el plano de la nueva po-
lación. |
La persistencia del mal tiempo obligó á los Titanes á
nanecer allí, cuando un día, uno de los manineros que
estaba en lo alto de un ribazo donde debía construirse un
fortín, dió aviso á Cesar, de que se vela á lo lejos y lu-
-'chando con el temporal, un navío de gran pene: O
-—— Semejante noticia atrajo al sitio desde donde se podía
ver el barco anunciado, á todos los piratas allí reunidos. -
El temporal era espantoso.
-' El buque á pesar de ser un navío de gran porte era.
-— La violencia del huracán arrastraba el barco hacia
ro rompientes donde indudablemente se habría estre-
- —Será necesario, —dijo Cesar,—hacer algo para auxi- .
AA
—— —¿Y qué queréis que hagamos? —contestó Florencio.—
En primer luga ue todavía está lejos ese barco a ya
o epa lidad desconocemos y que o que
-Ó LOS TITANES DEL MAR
conoce el peligro; y en segundo, que sólo disponemos de
la fragata para intentar algo, y si la perdemos como sería
lo más probable dado el estado del mar, sería una pérdida
de consideración para nosotros en estos momentos. Espe-
remos á ver la maniobra de ese barco. PE
- Y todas las miradas estaban fijas en él.
ll » STAN y el
A
Y
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- ....se vela á lo lejos y Inchando con el temporal...
_ De pronto, cambió el viento, sin que por esto d
A ea a
6 i LA BANDERA ROJA
—Por de pronto, ya veo que le falta un palo. El de
mesana. Mal debe estar todo lo demás.
—Parece un navío de tres puentes, —aadió Gurrea.
—Y español, —dijo Cesar. qa
—¡Viene hacia aquí! |
—Pero ¡en qué estado!—contestó Cesar que estaba
mirando con el anteojo.—Se conoce que trae alguna vía de
agua porque veo la tripulación trabajando en las bombhas.
La amura de babor ha desaparecido. Si vuelve á cam:
biar el viento está perdido. gs an
.: —Por ahora parece fijo, —repuso Florencio,—y si
puede llegar hasta alguna de esas ensenadas, donde pa:
rece que se dirige, podrá reparar sus averías. i
- —Es un navío de guerra. ]
—Le haremos prisionero. | E
. —No,—contesto Cesar, vivamente.—Los Titanes quie-
ren ganar las presas que hagan luchando noblemente. No
desean prevalerse de la situación desdichada en que se
encuentran sus enemigos. TA
—Pero si ellos saben que somos los Titanes, no guar-
—darán con nosotros tanta consideración. . o de se
—En tal caso, la Esperanza demostrará una vez más,
- que puede vencer á un navío de aito porte. A
Mientras así.bablaban, el navío impulsado por el vien-
to, hacía esfuerzos pata ganar una ensenada no muy lejos
de Cochamba. La a De od
- La forma que está, que podrigmos llamar escotadura,
abierta en la costa, permitía que, fondeada como estaba la
fragata Esperanza abrigada por la misma montaña, no
e ; fuera posible verla desde donde estaba el navío español.
| - Este, como hemos dicho, hacía. esfuerzos para encon-
trar un lugar á propósiio para fondear, pues á cada mo-
mento su situación era más crítica. e AA
Conforme se aproximaba, podía apreciarse lo maltra-
- tado que habia sido por el temporal. A e
El capitán con la cabeza vendada por efecto sia. duda
_de algún golpe qua había recibido, estaba sobre el puente
Mando disposiciomes. 1.00 oi ER
Cuerdas, maderas, se velan en d
-— bierta, donde los marineros medio
ellos, hacían esfuerzos para achicar el agua que in
- temente entraba por las vías abiertas en el barco.
-Ó LOS TITANES DEL MAR 8
Era un navío de sesenta cañones según pudieron juz-
gar Cesar y sus compañeros. .
Felizmente no cambió el viento y el navío pudo ganar
aquella cala donde inmediatamente pudo arrojar el ancla.
—Por más que Gurrea y Florencio hicieron presente á
Cesar el peligro á que se exponía, éste se empeñó en ir al
encuentro de las recién llegados,
Lo único que hizo como medida de precaución, fué
enviar por tierra dos de sus: hombres para que dieran
aviso en Arica de la llegada de aquel' barco: con el cual
- iban á ponerse al habla. ia pl
- Hecho esto, por en medio de aquellos cañaverales diri-
giéronse los tres, á la ensenada donde se hallaba el navío
español, acompañados por algunos de los piratas. |
La aparición de aquellos tres individuos en un lugar.
que juzgaban inhabitado, llamó la atención de los tri-
pulantes del barco averiado. : |
Cuando llegaron, pudieron apreciar mucho mejor la
- Situación del navío San Carlos, que así se denominaba
aquel buque. o a pas |
Toda la marinería estaba ocupándose en taponar á
- toda prisa las vías de agua y en transportar á tierra la
artillería y cuanto pudiera servir de estorbo para las re-
- paraciones que necesitaba el navío. E | y
El capitán D. Baltasar Alcazar, había recibido al caer
el pa mesana tronchado por el huracán, unigolpe en
el hombro que le retenía en el lecho, habiendo tenido que
hacerse cargo del mando el segundo,'D. Francisco Mal e
- nado, que también estaba herido de la cabeza. .
- Rápidamente construyeron los marineros una tienda
á la cual transportaron todos los heridos que llevabaná
bordo y en esta operación estaban cuando llegaron Cesar
- y sus compañeros. a a e
-—— Presentáronse allí como refugiados igualmente en otra
_enseñada ofreciendo su cooperación para cuanto pudieran
necesitar los marinos de guerra... 0000000
-, Desde luego sus auxilios fueron perfectamente acogi-
- dos eat mente en lo que se refería á víveres frescos y
- Medicamentos para los heridos ó enfermos. —..
El capitán, que aún cuando imposibilitado ¿todavía
ara moverse, podía hablar y dar algunas disposiciones
- | “LA BANDERA ROJA
cuando Gurrea se anunció como un antiguo amigo y com-
pañero. OR | OS i
El lector recordará que Gurrea era marino de guerra
y por haber perdido su barco al dirigirse al Callao, se
quedó ya entre los Titanes (1). AA E
La entrevista entre los dos marinos, trajo como es con-
AA ANN »
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> ÍA h
E Io
p XA >.
recibió atablemente ó los Masa z
siguiente el que cad
cia en aquel bitio, cu
había perecido con su bal
| ! firió que había na
nicamente él y su fami
Ó LOS TITANES DEL MAR 9
dieron llegar á tierra; y que habiendo encontrado agra-
dable el país, en él se habían establecido.
- El capitán Alcazar, dijo entonces, que él era por-
tador de un mensaje del Capitán General de Cuba, á con-
- Secuencia de noticias que allí había llevado la fragata
- de guerra Santa Isabel. A j paa
Que estas noticias eran bastante graves, pues se refe-
- FÍan al mal estado de salud del rey D. Carlos II y á los
trabajos hechos por el rey de Francia, para que la corona
- de España pasase á su nieto el duque de Anjou. .
Desgraciadamente el temporal les había causado tan-
tas averias, que antes de poder hacerse de nuevo á la mar,
para llegar al Callao, habrían de pasar bastantes días.
EL EFEOTO DE SEMEJANTES NOTICIAS.
_ "De verdadera importancia era lo que había sabido
Cesar, para sus propósitos..." 00000 Me
Así, que ON separado del marino es-
O E
: abio tan radical habrá en España, silo que
ha dicho mi ba Alcazar, se realiza. "0
-. —No sólo en España, amigo Gurrea, —repuso Cesar, —
-— —Háce baile od o Luis A1Y tenía fijos los oj:
en el trono español y el casamiento de D. Carlos'com doña -
Isabel, fué hecho ya con su cuenta y razón,
r" —Pero si ese pobre rey, pacato y enfermo, no ha ser-
vido más que pi á muchas nulidades como
el virrey de Lin | E era io
no él, que han llevado la nación al estado de postra-
¿Sn que so Ca0uóBa o o SAA
-Y por cierto amigo mio,—dijo Grurrea,—que si la
rey tiene lugar, como parece indicarlo Alea-
ucesión fuera tal como dice, nuestros enemigos
nO podrían hacer nada ya contra vos.
, ,—Bi tal sucediera, después de haber cumplido:
C dugo de mi familia, tal vez
sería entonces
us Luis XIV tenía fijos los ojos
ima, protegido por ótros tam perversos
10 ¡ LA BANDERA ROJA
—Todavía, querido Gurrea, todo eso está muy lejos
para que nos ocupemos de ello.
—Es verdad. Pero abora se nos va á ofrecer otra difi-
cultad. |
—¿Cuál? |
—Como le decimos á Alcazar que somos lo que en rea-
lidad somos, amigo Cesar. Unos filibusteros como los de
las Antillas. | NOS |
—Vos estáis ya á cubierto con lo que le habéis dicho.
—Pero ¿y vos? ¿Y vuestros amigos? e
—Ya veremos. Por ahora tienen todavía bastantes días
“antes de que puedan marchar, A SA
—Pero es fácil que Alcazar y sus oficiales, traten de
hacer algún viaje por la costa en los botes del navío y
lleguen hasta Arica. | AS a
> —Me parece que debe tener noticias, viniendo de la
Habana, de que también por aquí hay gente parecida á
la de Montbars. a 1 A e ll
—Y por cierto que de eso no hemos hablado.
-—— —Pues ai llega el caso no habrá más remedio que de-
cirle la verdad. an ds Ly NN
- —¡Cesar! ¿Estáis en vos? —dijo Gurrea sorprendido por
el aplomo con que su amigo acababa de hablar.
—Ya lo creo. ETE ] A
—Pero eso equivaldría á.... A
—A nada. Porque estoy resuelto á dejarle que siga
tranquilamente su viaje al Callao,
A ¿
* *
.. Conforme habían ofrecido Gurrea y Cesar, del barco
de éste, acudieron algunos marineros para ayudar á los
del navío. dd dd o a dea
- Del mismo modo, cuanto fué, necesario se les facilitó,
pues Cesar había dicho que su barco apenas había sufrido
_ nada en el temporal, porque como conocedor de aquellos
mares, en cuanto se presentó la borrasca buscó, un fon:
deadero y allí se pudo guarecer. ds:
.- Cinco, días después, el temporal
Cesar que había terminado toda]
- nueva población, dijo 4 Gurrea. que.
- allí más tiempo porque en Arica
Ó LOS TITANES DEL MAR | 11
para preparar la expedición preliminar de Carlos y Angel,
y después la grande para reunirse cón Monlbars.
- Cuando fueron dos días más tarde, al fondeadero don-
de estaba el navío español, ya encontraron á la mayoría
de la tripulación que había estado enferma ó herida por
causa del temporal, casi restablecida y el capitán dando
-— Órdenes, aún cuando resintiéndose algo de la fuerte con-
'tusión recibida. A qe ]
| Sin embargo, los trabajos respecto al barco todavía
estaban bastante atrasados, pues eran tales las averías
recibidas, que á no haber encontrado aquella ensenada
estaba perdido sin remedio. a 0
a ES modo,—dijo Alcazar á Cesar,—que nos abando-
náls ya. e Sd a as aa
35 8 pudiera serviros de algún auxilio.—repuso el jefe.
- de los Titanes,—retrasaría mi viaje, que importa poco
día más ó menos, pero yo creo que se ha repuesto vuestra
gente, que lo más esencial, que eran las vías de agua, están : $
tapadas y para los demás trabajos tenéis suficiente con
vuestra tripulación, y al amanecer si no disponéis otra *
cosa, nos daremos á la vela.
-—¿Y qué rumbo lleváis? Si no es indiscreta la pregun- ae
_ta,—dijo el capitán español. as E
-—Que ha de serlo, —se apresuró á contestar Gurrea.—
Vamos no muy lejos de aquí. Tres singladuras nada más. —
——¡Tan cercal—dijo Alcazar sorprendido. —Supongo
ue no 1réis hacia el lugar donde según me dijeron enla
abana, ejercen esos piratas que se titulan “Titanes del
mar, sus fechorías. A
- —Precisamente ahí es donde vamos, —repuso Cesar,—
con suma tranquilidad. A
- —Es cierto, —repuso Alcazar,—que según recuerdo ..
ahora, me dijeron que también los piratas de aquí, como
los de las Antillas, tenían un puerto y una colonia.
-- —Cierto, cierto. ON in
- —¿Y podéis vivir tranquilos alli?—dijo el capitán mi-
o o a
- —Sí, por cierto, —contestó éste.—Es una colonia don-
de no se carece de nada. ro A :
. .
-———Y vos, sin duda,—prosiguió Alcazar dirigiéndose á | ; !
Cesar,-—haréis el comercio en esa colonia. .
; No, señor. Boy el Jete Asglla.
1% or LA BANDERA ROJA
—¡Cómo! A RO | me
0 lo que. es lo mismo, Sr. Alcázar, soy el jefe de esos
piratas que se titulan Titanes del mar, cil e
| El efecto producido por, estas palabras en el capitán
'del navío, fué extraordinario. ) | | y
| El aplomo con que Cesar había hecho aquella mani-
festación, aunentaba la impresión.
—Ya comprenderéis, señor capitán, la confianza que
tendré en vos, para haceros una confidencia semejante.
+ Que á no estar tan obligado como estoy, ya debéis
' comprender lo que debería hacer. .... y
- —Cada uno en nuestra esfera respectiva, — repuso
César, sin que en nada se alterase su acento, —á ser log
“Titanes tal como sin duda se nos pinta por Europa,
habríamos aprovechado la oportunidad de llegar. el navío
San Carlos en el estado tan deplorable en que llegaba
para apoderarnos de él; mas como los piratas del Pacífico
o tienen otros procedimientos distintos de los de las Anti.-
llas, que en vez de aprovecharse de un enemigo inde
-— fenso, prefieren vencerle en buena ley y luchando fuerza
: - contra fuerza, hemos cumplido con lo que la hidalguía
ICO 0 doo de RO PERA
pr pd esa razón el capitán de gan Carlos da por
nu escuchadas vuestras manifestaciones, doliéndose de
que quien tan perfectamente sabe cumplir cun los debe-
A - res del caballero, ejerza una profesión tan indigna de él?
-.. —Razones poderosas le han obligado, —dijo Gurrea,
que hasta entonces no había dicho una palabra. —Podéis
creerlo, amigo Alcázar; de no haberlo juzgado yo así, no
permanecéría á su lado nile habría tendido mimano. ....
- Como se comprenderá muy bien, estas palabras lleva-
xonm consigo alguna explicación, tras de la cual dijo
-— —Según las órdenes que tengo, una vez que haya
comunicado al virrey.el mensajo del capitán general de
Cuba, he de regresar 4 la Habana para empren
- viaje a la Península, toda:vez que la fragata /sabel. debi
-— relevarme en aquel púerto. Una vez en Ma
del mar.
Partiendo ya de las buenas relaciones q
- diar entre la gente del navío y los colon
Ó LOS TITANES DEL MAR Rio 13
E en que La estuviera en pts de seguir
su marcha el navío San Carlos, al pasar por delante de
. Arica no sería hostalizado por los fuertes y pes á su
regreso se detendría un día en da colonia de los
itanes.
1060 ?
E dB, VIAJE DE ÁNGEL
o 1d0 regreso e en la oolobía, Cesar tuvo: una reunión con
- sus dos compañeros Carlos y Miguel.
Las noticias que había recibido de España, eran Ao
sobradamente interesantes para ellos. - |
La muerte de Carlos 1I llevaría como consecuencia 6
inmediata, ya fuera por la sucesión austriaca, ya por la
_ francesa, la caída de todos los personajes qúe, favore-=
ciendo al virrey, habíanse declarado tan enemigos de 19€. NE
- tres amigos. |
Esta caída podría ser favorable para sus planes. ( JA
- Porque en vista de la carta llevada por Orthez, ya
| bla donde estaban las jóvenes y la marcha de Carlos
á Panamá no tenía más objeto que impedir, si todavía d
estaban allí, su salida para Lima. |
Allí, aun cuando fuera necesario emplear la fuerza |
para ello, habrían de quedarse hasta que llegara la expe-
-_dición filibustera, y una vez terminada esta campaña,
Cesar y sus barcos regresarían á Arica y con todas sus
fuerzas caerían sobre Lima sorprendiendo. al dde y
apoderándose de la ciudad.
- Darían muerte al virrey y. al secretario, objetos únicos
de su venganza, y como es consiguiente, Cesar no podría AS
ser el esposo de María, por cuya razón marcharía inme-
diatamente á España para rehabilitarse. Ae
. En cuanto á Carlos y Miguel podían p rmanocer. en
PUE ] | patrir ei e e
14 LA BANDERA ROJA
Pero como base indispensable era el viaje á Panamá
de Carlos y de Angel. Sed |
En su consecuencia, desde los primeros momentos de
su regreso á Arica, Angel recibió la orden de disponerlo
todo para su viaje. E
Por la muerte del Malagueño ocurrida como; ya; sabe-
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... ya tengo mi;distraz pensado......
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- mos enla! recuperación de Arica, se le confió á Angel el
mando del Osado, y como que ya debía quedarse por
aquellas aguas lo mismo que la Astuta, que era la embar-
cación de Carlos, se les puso ya la dotación correspon:
diente para la empresa proyectada.
Como vuestro viaje, —dijo Cesar á Carlos y Angel, —
tiene un objeto determinado, ambos váis á navegar con
1
-Ó LOS TITANES DEL MAR | Saa E
bandera española y papeles que justifiquen vuestras pro-
cedencia del Callao. Lleváis un pico de carga y váls á
Panamá á completar el resto. Todos estos detalles os los
doy por si acaso algún barco de guerra desea saber quién
sois. Gregorio se encargará de facilitaros el medio para
os llegar á Panamá. ¡
—¿Y no sería mejor,—dijo Angel,-—aun cuando nos
- —pusiésemos de acuerdo con Gregorio, que nosotros, puesto
- que tan en regla vamos, nos dirigiésemos con nuestros
barcos á Panamá y representando el mismo papel admi-
-—— tiesemos carga para Cádiz ó Sevilla y así fuésemos entre-
teniendo el tiempo hasta vuestra llegada?
—Tampoco me parece mal, —repuso Carlos.—De esta
- manera siempre tendríamos ya en la ciudad un número
de hombres que la conocerían y que habrían podido apre-
ciar todos los puntos verdaderamente estratégicos para
el día en que vosotros diéseis el ataque.
-— —Es necesario que no perdáis de vista que Angel es
- muy conocido en |
- por cuya razón no quiero que vaya. |
-. — '—En cuanto á eso, —repuso vivamente Angel sonrien-
-.do,—ya tengo mi disfraz pensado y os asseguro que nadie
me conocerá. Conozco el zumo de ciertas yerbas, que .
nuestro indio Juan me enseñó, que oscurecen el cutis y
le arrugan extraordinariamente. Después una buena
peluca y una barba, y héteme hecho todo un marino
- —Pero, desdichauo,—dijo Cesar riendo también,—si
te se arruga el rostro y se ennegrece, ¿qué dirá después
- Mercedes? Lo a E
- —Es que también Juan conoce otras yerbas que des
- hacen lo que sus compañeras hicieron. En la Naturaleza,
anamá, lo mismo que lo es Arregui,
como dice nuestro indio, todo es grande, y al lado del ]
veneno que mata se encierra el contraveneno que salva. -
Todo lo tengo pensado y de todo estoy provisto.
Hechos todos los preparativos, tres días después el
Osado y la Asuta abandonaban el puerto de Arica,
haciendo rumbo hacia Panamá "eo
Se había desechado la idea de que fuese Orthez, como
- se pensó al principio, quedando 'én' que ucompañaria á
¡IIA OO CALAIEEYT OIIan ode an 0E AA AO DAGA +
LA BANDER« ROJA
Iv
UN ENCUENTRO EN EE MAR .
Ocho singladuras llevaron los dos barcos piratas sin
que hubiesen encóntrado ningún barco sospechoso, ni el
mar se les hubiera presentado contrario. ie
Los buques caminaban con buen viento y los dos jóve-
mes solían reunirse algunas veces en una ó en otra de las :
- embarcaciones, hablando respecto á la misión que iban á
- desempeñar. | a RA |
En la tarde del octavo día, Angel dijo á Carlos. |
—Me parece que la noche nos va á dar algo que
hacer... ie ! A ad dy
.. —No veo señal alguna que deba alarmarnos.
-— —Por desgracia, —repuso Angel, —hé pasado muchos
años, como sabéis, en una isla desierta y me he pasado
muchas horas apreciando la suavidad de la brisa, la
pureza del cielo y la tranquilidad de las aguas, cuando
- me ha sorprendido el cambio tan repentino, la transfor
as mación súbita de toda aquella serenidad en el desorden
más absoluto. De aquí, que en un pequeño celale, en una
-— Jigera agitación del agua, en una ráfaga de viento, haya |
- visto siempre el prólogo de a guna de esas colosales tem-
de ETE O E
habéis visto algo ahora?" 70. cir y olor
Vo tardaréis en sentirlo. Aferrad velas y pieparaos
tiempo. Me voy á mi barco, que tambien necesito
Mar alganas Ordenes”. 0 o
Efectivamente, como había dicho muy bien Angel,
antes que cerrara la noche, á pesar de que Carlos había
hecho coger rizos á las velas para que ofreciesen menos
- campo al viento que ya era bastante fuerte, tuvo necesi
dad de aferrar todas las velas. 00
e A media noche estalló la tempestad con gran: vio-
a A O CA
A la mañana siguiente los dos barcos se habían dis-
a tanciado de tal modo que ya no se A rio dpi
Por espacio de dos días estuvieron sin verse.
- Cuando al cabo de este tiempo y ya un poco calmado
el temporal pudieron encontrarse, el barco de Carlos:
0% Los TITANES DAL MAR : SA UA,
| había iria AA pero no había tenido más: pérdida.
que dos hombres que le arrebató una ola y á los que yá
no fué posible recoger.
| En cambio, en el barco de Angel, perecieron cuatro
E hombres y Angel quedó mal herido á consecuencia de un
- golpe de mar que le derribó contra, la amura.
i Afortunadamente mejoró el tiempo y volvieron á
coger el tumbo que habían perdido durante el tem- 2
poral..
Angel seguía retirado en su cámara, pues no estaba
, - completamente. curado, cuando. una mañana el vigía
anunció barco á estribor. .
La Astuta ee había adelantado algo más y. no estaba Z
E 0 A E
¿Qué clase de barco os? preguntó Angel al se-
gundo.
, —Todavía no puedo, verlo, pero me > parece por, ñ corte E
qe ao ESE a o GON pe
. Bid e guerra? ( dE ib
o. puedo decíroslo. todavía. . ad | E
a Do. todos modos, —dijo Angel, —por as que ' pueda 3
sucede, dad las órdenes, ¿BESA: quel boda o > apa |
ye Beda des e »
AOL odo y para, mm Aedo y con
Moto, á pos
taba, con rapidez y | hat
cuenta de la presencia da po A cio disp
ri uando ya se ejuzgó á la disti b
ello... ón
¿Qué barco es ese. dijo Angel, —que cua,
otros no sabemos quién es, ni con qué derec
08 exige que izemos nuestro pabellón?
- —Eso navío no es español, —dijo Souza.
ds —Tal me FALCO Mostradle. quien somos, y ( po
. ¡ favor, solte todo el frapo 3 y sigar A
ASI 10. 1 segun: as pla ndeó. po |
Mod PRA casi IIA manta: Anas que did |
18 LA BANDERA ROJA
con el objeto al barco, objeto de sus temores, hizo un
esfuerzo para incorporarse, gritando: |
—¡Pronto, Titanes! Todos á sus puestos. Tenemos que
habérnolas con ese' pirata misterioso y cruel que no
habíamos podido encontrar todavía. Mirad su pabellón.
Las tres estrellas negras en campo blanco! ¡Hay que
vencer ó morir, compañeros!
Hacía algún tiempo que los Titanes tenían noticia
de un barco misterioso que navegaba con una bandera
blanca con tres estrellas negras, que había elegido como
centro de sus operaciones la carretera de Guatemala y que
era verdaderamente temible por la crueldad que desple-
gada en sus ataques. | ) E
Cesar había dispuesto que algunas de sus embarcacio-
nes extendieran sus cruceros por aquellos mares á fin de
ver si encontraban al pirata y darle muerte, como habían
hecho ya con algunos otros que habían aparecido tam-
bién por aquellas aguas. | o ia
- Pero todos lor esfuerzos habían resultado inútiles.
Jamás habían encontrado al pirata Tres Estrellas, como
le llamaban. PS E O
- Decían que era un mestizo inglés, una especie de flera
para quien no había sentimiento alguno ni consideración
- de ninguna especie. ) A SN 47
- Robaba, mataba sin piedad y. después hundía los b
resaba enel mar, cón todos los heridos, de
yn que entregaba á las llamas las haciendas
ue se apoderaba en sus expediciones por el interior.
n estos antecedentes, puéde comprenderse el efecto
que produciría en el barco de Angel, la presencia de aquel
formidable enemigo. y AS A
- Apenas vió Angel que éste arbolaba el pabellón estre:
llado, se apresuró á dar las órdenes más terminantes para
tán, —le dijo Souza,—reparad que no todos
hombres están útiles todavía y que ese barco
pera en artillería. ' A a
EN ero. no nos superará en valor, Sr. Souza. —repuso
-—amimosamente Angel.—De todas' maneras, no nos podía-
“mos escapar, porque ya he podido apreci: bo»
Ó LOS TITANES DEL MAR | eS
pelear y morir, si es necesario, lo mismo da aquí que
algunas millas más allá.
—Quizás si diéramos aviso á D. Carlos:;:
- —1Imposible ya. Dad orden para hacer fuego, porque
ese Tres Estrellas se nos viene encima con objeto de
- pasarnos por ojo. Ved. E
- Y Angel, con más ó menos trabajo, se dirigió ae
timón. |
E ds E | : : V ñ !
: a MUERTE -
El navío enemigo tó. como había dicho muy
] bien Angel, la idea de pasarle por ojo.
Mas el joven, con una babilidad y una serenidad supe-
rior, estuvo esperando que el pirata estuviera casi enci:
_ma, y entonces hizo virar su barco de manera que que-
. dara. la batería en disposición de hacer fuego. q aa
Así lo mandó con voz vibrante y las veinte balas de 2
aquella. banda hicieron blanco en el barco enemigo. * :
Este no había querido hacer uso de los cañones con-
ando en la maniobra; mas la oportunidad con que supo.
tilizar su propósito Angel, le aturdió, porque como á. Ss
la par desde las gavias los Titanes hacían nutrido u go, |
el número de muertos y heridos, las cuerdas tronc ]
los masteleros destrozados y parte de la amura |
- costado deshecha, produjo en aquel navio una onfusi
engordan A
El Osado, dirigido por la exporta mano de An. e
se separó lo suficiente para po realizar otra virada,
de esto creyó poder aprovecharse el enemigo, «
hacer fuego 4 las baterías de aquella band:
-—— Pero la rapidez con que el Osado hizo el
en gran parte el efecto que el Tres Estrellas esp
año le hizo, porque también sufrieron la pé |
algunos hombres, y sobre todo la rotura de uno de los
palos, pero Angel pudo aprovechar mucho mejor | su
andanada de la banda de estribor | mismo capo hizo ee
echar los garfios de abordaje. de
- Mas numerosa que la ripulación'd de barco de Angel, ,
era la cd su contrario. - de | |
s
tr
AD LA BANDERA ROJA
En'su mayoría estaba compuesta de ingleses y gentes
de color, que como fieras se dispusieron á resistir la aco-
metida de los Titanes. i o E A
“El capitán Speeke, un mestizo brutal y sanguinario,
con el hacha en la mano estaba colocado en el castillo de
,
iracunda mirada las peripecias de
al ver que arbolaba el Osado el pabe-
_ MOR que se trataba dejun barco, mercante; pero
cuando. le vió. que descubría, las bocas de sus cañones y
iones que hacía, comprendió,el error que había
-Ó LOS TITANES DEL MAR * 21
—¡Sus, mis Titanes! —gritó Aneel. -Dad muerje á
esos asesinos. RR RA PE A
Al escuchar 1.s ingleses que tenían que habérselas con
aquellos temibles Titanes que tantas heroicidades habían
realizado y que habían siempre conseguido dar muerte á
los demás piratas que por allí habían aparecido y queno
_Uusahan sus procedimientos, comprendieron la suerte que
les aguardaba. Su mismo jefe, el feroz Specko, les gritó:
-. —¡No hay cuartel! ¡A muerte! ¡A muertel
Y dando el ejemplo al frente de los suyos se arrojó
-SObDto 108. READOA 1 a o E e eos
Pero éstos, que comprendieron desde luego que eran
- muy inforiores á sus contrarios, procuraban quitar de
en medio cuantos podían, así, que con verdadero ensaña-
miento, trataban á los O to
A pesar de esto, no era difícil sospechar que la victo-
d ria no sería de los Titanes.
Estos habían echado toda su gente á la pelea, mien-
tras que Speeke todavía tenía alguna reserva de que mo
"DOUIA HOOD UNO e O E
-———Souza,—dijo Angel en voz baja á su segundo. —Creo
que he recibido una herida en un brazo. No quiero reti
rarme y es menester, antes que la pérdida de la sangre
_ me obligue á pasar á la enfermería, que esto haya con-
O o E
-— —¡Mas estamos, capitán, —dijo el segundo.
- —Lo sé. Pero los nuestros morirán matand
_necesarie. Escoged diez hombres y procurad ga:
Santa Bárbara de este barco.
A A
—Yo voy á dirigirme contra Aaa e
) muer '; de los dos. O él 6 yo. Id y haced 1
| escogió algunos hombres y.
fué poco á poco dirigiéndose haci
debían estar los pañoles de la
_ Entretanto Angel, ensan
da | 01
22 LA BANDERA ROJA |
—A mí, capitán asesinol—le gritó. Angel.—¡Venid
aqui si tenéis valor para recibir la muerte de uno de los'
Titanes del mar.
En aquel momento apareció á lo lejos el barco de
Carlos. | ¡
“Habia oído el rumor de los cañonazos y temeroso de
que Angel se encontrara en alguna situación apurada,
. había acudido en su ayuda. y ) | 2
La gritería de los Titanes, al ver que llegaba el otro
barco en su socorro llamó la atención de los inglrses.
Esto excitó la cólera de Speeke. | e
Comprendió que la que juzgaba segura. presa. se le
- escapaba de las manos. |
Speeke era hombre robusto, de formas que revelaban (
su fuerza, y Angel no tenía apariencia si no de un hombre
no muy forzudo. . : A EOS
En aquellos momentos, reciente todavía el magulla-
- miento que le produjera la tempestad, y tras de la lucha
y de la herida recibida en el brazo, su apariencia no era
. .
- á propósito para inspirar temor á nn jayán como el capi-
-tán mestizo. | ! AE AS
- Así fué, que se lanzó á él, diciendo:
-— ——¡Miserable titán, solamente con sa
desharé de til AR |
Angel blandió el chuzo con mauo firme y le lanzó.
¿e
un puñetazo me
- contra el bandido, creyendo que le habría atravesado el ;
Pero el inglés esquivó el cuerpo y el chuzo pasó “ras-
-pándole el costado y dando muerte á otro de sus piratas,
Angel quedó desarmado...
-——Lasituación suya era terrible. . Pda
Estaba á disposición de su adversarie, que, dando un
a -paso hacia él, exclamó con acento de feroz satisfacción:
* —Pú lo has querido, titan! ¡Vas á morir! ps
- Y blandiendo el hacha se arrojó sobre Angel.
Le
En tan supremo momento, el joven pareció como 81
sus fuerzas se centuplicaran. O
La misma inminencia del péligro le prestó aliento.
Encogióse un poco y de un salto agarró al inglés por .
la cintura, le hizo perder tierra y con un esfuerzo feno-
'menal, le levantó en el aire y le lanzó contra un cabes-
trante, partiéndo el espinazo.
Ó LOS TITANES DEL MAR 23
- El esfuerzo hecho por Angel había agotado sus fuer-
zas y cayó sobre el puente del navío, cerca del inglés.
- Sus compañeros le rodearon inmediatamente para
defenderle. e : pe | Yo, |
Pero los piratas ingleses habian quedado tan asom--
brados de lo ocurrido, que durante algunos segundos
nada hicieron. pen En RATAS
En aquel momento los titanes del barco de Carlos,
que habían comprendido perfectamente la situación en
que debía encontrarse Angel luchando con un enemigo
tan poderoso, habían conseguido aproximarse al Osado y
saltando por los palos, antes de que estuviera afirmada
una palanca, cayeron dando gritos sobre los ingleses.
El cuerpo de Angel fué retirado por los suyos y en sa
breve espacio la gente de la Astuta había dado buena
- cuenta de los piratas de Speeke.
z .
_ Estos, comprendiendo que no tendrían cuartel, se
habían defendido hasta el último extremo peleando mien-
- tras quedó uno de pie. a TS pra
Carlos tomó el mando de los dos barcos, hizo abrir
dos enormes vías de agua en el navío inglés y todavía
pudieron ver, conforme se iban alejando, como se hundía
- en el mar aquel siniestro navío.
GREGORIO
| Desde aquel momento el viaje hasta la bahía de la
Luz, fué completamente tranquilo.
Durante él, Angel pudo restablecerse por comp'eto.
' Carlos pasaba á su lado el mayor tiempo que pelas
pues el segundo que llevaba reunía condiciones suficien-
E cea eo que pudiese tonfiarle el mando.
- Los dos jóvenes hablaban de los proyectos que habían
- de realizar y de lo que habría pasado en Panamá, des-
- pués que Cesar y Angel hubiesen salido allí.
Cuando llegaron á la bahía de la Luz, como ya sabía
- Angel lo que debía hacer, se intérnó en el bosque y poco
- después, Arultorio llegó á su encuentro...
¡, Al yor á Angel, lo dijo:
5% No 'os esperaba tan pronto. Todavia faltaban tres |
24 LA BANDERA ROJA
meses para el plazo que habíamos fijado con D. Cesar.
—Ls que yo no he venido ahora sino para acompañar
- 4D. Carlos, que como ya sabéis es otro de nuestros tres -
jefes y el cual nécesita de vuestra ayuda y de la de Mer-
cedes para un asunto que tiene en Panamá. ¡
- —Ahora, según tengo noticias, —dijo el indio,—se
encuentra en la ciudad la señorita Mercedes. A
—¿Y D. Mariano también? . rin: ci
—¡Oh! No me habléis de ese hombre, —repuso Grego- *
rio, cuyo semblante sufrió una transformación completa
al escuchar la pregunta de Angel. A o (
—¿Y «caso ha cometido algúna otra infamia?
+ —¿Y creéis que ese hombre pueda pasar mucho tiempo
gin realizar alguna? | A O
Ya ino figuro que después de lo sucedido en Panamá
¿cuando se descubrió quienes éramos, recaerían sobre vos
- todas las culpas. a A E
—— —Así sucedió. Afortunadamente, el mismo señor go-
- bernador, como que cuando veníamos en el barco proce-
dimos con tanta. cautela, me defendió diciendo que yo
había sido engañado también y que me habían maltrata-
1d tagtaleh aquel vió od a mos ad ta
- —De modo, que no tendría más remedio D. Mariano
que darse por convencido... a
-— —8í, señor; pero en apariencia uada más. N o le cono-
céis y no podéis apreciarle bien. Fingió que aceptaba mi
.
explicación, pero en su fuero interno pensaba de distinta
anera. Es verdad que también entró por algo el aspecto - |
cháistels. a aos a
E Ano pretendió algo de lo que ella repugnaba?
- .—Ya lo creo. Como que la exigió que se había de casar
bajo el cual se la presentó Mercedes después que os mar-
- dentro de un mes con Cortazar.
—¿Y se negó? j
EUA
- —¡Nofaltaba más! Se negó resueltamente, en términos
que tanto Basilio como Bustamante tuvieron ya quein-
A o o read
-— ——Yo me abstuve. Quería reservarse para el último
A A A E E ES
- —Su madre continúa del mismo modo. No puede ni
Ó LOS TITANES DEL MAR : E a E
debe mostrarse hasta el momento que pueda hacerlo sos-
“tenida por algo verdaderamente poderoso. ..
- —Pero si crec que tenéis pruebas, —dijo Carlos, —para
poder confundir á ese hombre. AENA
- . —8Sí, señor. Pero ¿quién os dice que esas pruebas no
desaparezcan en el momento que salgan de nuestras ma-
nos? No sabéis, señores, lo que es la administración de
justicia en estos países, máxime cuando se trata de algo
- en que tienen que intervenir Jos indios. Felizmente ahora
en Chagres, hemos podido encontrar un magistrado espa-
ñol, persona muy docta y muy honrada, que se ha ocupa-
do y está ocupándose en sacar copias de cuantos docu:
_ mentos hemos podido ir recogiendo para el momento en
que ataquemos de frente á D. Mariano, copias que las. me
está haciendo un hijo del mayoral Bustamants que ha.
seguido la carrera de leyes en Panamá. e
Angel. —Supongo
- . 778Y, vuestra _hija?—preguntó Angel. —Supongo qu
- nOs permitiréis verla, pues encargo muy especial nos dió )
-don Cesar para que así lo hiciera.
$
+ —Y a lo ereo que la veréis, por más que ha de ser lejos:
SA A | ie O e
| ES Cómo! —exclamó Angel sorprendido.
- —Hace ya tres ó cuatro méses, la señorita Mercedes
- me pidió que la dejara pasar una temporada -á su lado.
- Ahora pensaba: haber ido á la hacienda del Chorrito 6 4
Panamá, según donde estén, porque ya hace mucho tien
po que no he visto á mi hija. O OA
4 leandro d Mercedes?
«siosa, vuestra lle,
ad
da
26 : LA BANDERA ROJA
. Carlos habló con el indio, diciéndole si había estado
en Panamá hacía poco tiempo. e
Gregorio le dijo que no había vuelto desde que se mar-
chó Cesar de allí, por lo tanto no podía darle noticia
alguna respecto á las personas por quienes se interesaba.
Por espacio de dos días estuvieron los dos barcos en la.
bahía de la Luz, y los dos capitanes acordaron con Gre-
gorio lo que juzgaron más oportuno para la idea'que allí
les había conducido. | |
Según sus cálculos, dentro de un mes ó mes y medio
lo más tarde, debían llegar los dos contingentes de las
Antillas y del Pacífico para la expedición de Panamá, y
Carlos pudo apreciar el buen sentido en que se hallaban
los indios para auxiliar la acción de los filibusteros. -
| Conformes en todo, Jos dos barcos abandonaron la.
-— bahía haciendo rumbo para Panamá. E
( Gregorio les indicó la conveniencia de que no apare-
_ciesen los dos buques en el mismo día á fin de no llamar
la atención, pues desde lo ocurrido con Cesar, las precau-
ciones tomadas por las autoridades de la ciudad, eran.
- extraordinarias.
vu
DONDE AZUCENA ESTÁ Á PUNTO DE
| DESCUBRIR Á CARLOS:
- Efectivamente que la odisea de Vargas, Lorenzo y las
“tres jóvenes había sido terrible, EN NE
pie onforme en su carta había referido la hija del virrey,
- desde el momento que pudieron escapar del poder del:
infame Gaspar, parecía que la suerte se había empeñado
en inutilizar todos sus esfuerzos para llegar á Lima.
- Naufragios, enfermedades, cambios de rumbo en los.
ue navegaban, dificultades para reducir á dinero
alb bastante precio, todo había contribuido para
—probar su re A A A PONSA IAE
_ Por fin, después de grandes penalidades y de h
- perdido á la pobre Carmen, que de naturaleza más débil
de ¿us compañeras y de un carácter menos enérgico que '
el de éstas, hubo de sucumbir en uno de aquellos puntos -
Ó LOS TITANES DEL MAR 27
donde la dhstlidad les había llevado, abc llegar á
Panamá.
Vargas contaba allí con un amigo, un rico comercian-
te allí establecido, á quien conoció en la Habana y que le
debía algunos favores.
Don Manuel Vergara, que así se llamaba el cómer-
ciarte, les acogió cariñosamente y les facilitó cuantos
recursos podían necesitar. ¡
Vergara tenía dos hijas, Clara é Inés, que simpatizaron
con Azucena y María, y merced á esta circunstancia en-
traron en telaciones con la mayoría de las familias de la
población.
Como el suceso de la estancia de des piratas del Pa-
-_cífico en Panamá había sido tan notable y de él solía ha-
blarse con frecuencia, tanto las dos jóvenes como Lorenzo. E
y Vargas tenían conocimiento de ello. ] 8
_—Mira tú por donde, —decía María á Azucena, —si hu- +
biéramos estado aqní entonces, les habríamos visto $ E
- «quién sabe lo que hubiese podido suceder.
—La lástima será,—contestó Azucena, —que ' no. se los s
antoje hacer otra visita. Porque te aseguro que si Carlos
sigue pensando del mismo modo, yo estoy resuelta !
volver más á Lima. A
-—— Encambio, Vargas y Lorenzo cuando supieron lo o0
_rrido, no pudieron menos de decir: sd
_—Será necesario que cuanto antes veamos ja manera
de marcharnos de aquí... 7
—¿Por qué? —dijo Lorenzo. Esa gente, después de lo
ocurrido, no estará en disposición de intentar. Otra aven-.
tura, porque ya comprend erá Ane: aquí. se h b án
- rado, como ya lo están.
—Razón de más para que preparen otra pátiión,
E Lorenzo. Parece mentira. .que no conozcas el carácter de
¿0 | ha hecho lo que él,
do | LA BANDERA ROJA
lo que el yirrey pueda pensar? Harto hemos hecho para
«salvar á su hija. y Eo |
—Y si después de tantos sacrificios la llegásemos a
perder? Si D. Cesar llegase por aquí ya puedes suponer
que D.* María... GS A eE
—Me parece, querido Vargas, que 4 pesar de cuanto
-presumes que conoces á D. Cesar, no le conoces lo sufi-
ciente. | | y o
—«¿Porqué dices eso? ne ¡ :
—Recuerda que D,* María nos ha dicho, y esto, tam-
bién nos lo han corroborrado tanto tu desgraciada hija'
como la mía, que ni ellas sabían quiénes eran los tres
jóvenes que las hablaron de amor en distintos lugares, ni
éstos quiénes eran las mujeres que amaban. SE
] -——Cesar, ya recordarás que no supo el parentesco de
- María con el virrey basta el dia que estuvo en Lima, y
que si no le dió muerte fué debido á que su bija se presen-
tó y lo evitó. Del mismo modo también, D. Carlos y don
- Miguel entonces fué cuando supieron quiénes eran las
res que amaban. TS Je CoN
Pero con todo eso ¿quieres decirme dónde vas á
--A que si D. Cesar tiene que vengar, muy justamente
como tú y yo sabemos, la muerte de su padre y la de su
- hermana, y su desgracia completa, y esta venganza la ha
- de realizar dando muerte al virrey ¿cómo quieres que
después de esto fuera á dar la mano á su hija?
- —Sila ama, transigirá y perdonará al virrey.
- —No, Vargas; D. Cesar no transigirá jamás. Y esto
mismo ya lo teme D.* María, según Azucena me ha dicho
alguna vez. E O EA on
Entre las muches relaciones que los dos amigos habían
ido en Panamá por medio del comerciante Verga
o en le nda del U
las muchas q por aquellas
na, de las grandes dificultades que se !
ó LOS TITANES DEL MAR pes?
á los propósitos de Vargas; fué las carencia de barco que
fuera directamente á Lima.
¡ Como flete exclusivo no les convenía, puesto que no
podrían encontrar fácilmente carga para el regreso; y
como viaje en barcos mercantes, no se atrevían muchos
temorosos de caer en manos de los Titanes. - :
Un día, dijo D. Mariano á Vargas en ocasión que se
encontraban en el despacho de Vergara:
| —¿Sabéls que hay en el puerto dos ó tres barcos que
me parece podrían serviros para vuestro regreso á Lima?
- —¿Extranjeros?—dijo Vargas. E
—No, por cierto. Yo he estado en uno de ellos, que es
E por cierto una hermosa fragata. Ha venido aquí desde el E E
Callao para completar carga; pero la-que se le ha ofreci-
do parece que no le conviene, y, según me ha indicado el
capitán, si en un mes no encuentra lo que le acomode, se
volverá al Callao, desembarcará el piso que de alí tomó
y se marchará á Guatemala. e
- —Mealegro que me digáis eso, Porque. tal vez pudié: Eo
ramos arreglarnos. a
-— —¿Es barco que ha estado ya en nuestro puerto?.
_ guntó Vergara. Ñ
.— —No, Creo que es E primera vez que hh estad
de 'los que han llegado en estos días, ya se múGto
veces, según me han dicho. | :
- —Pues he de ir á ver al capitán. e sS
—Cuando gustéis. Y si queréis, como yo voy con. Aro- a
cuencia al puerto, os acompañaré. eS E
- —Acepto gustoso vuestro ofrecimiento. : aan
-— —Yo he de ir hoy ó mañana acompañando á. mi hija, —
- porque según me ha dicho Cortazar, que ha tenido. oca
sión de verle, es un barco precioso. |
_ ,—Yo también, —dijo Vergara,—os acompañaró. Si: va e
Mercedes, mis hijas también irán. E
] —Poripotamante. Pues i iremos todos. ha
30 LA BANDERA ROJA
Ambos buques llevaban sus papeles en regla, y no
hubo inconveniente alguno para su admisión. La
Angel, conforme había dicho á Cesar, de tal modo es-
taba disfrazado que nadie hubiera conocido bajo el aspec-
to de aquel viejo lobo de mar, siempre renegando y con
ZE
A NN
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IDA
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y
Al ver á Carlos de repente...
la pipa entre los dientes, al apuesto mancebo que amaba
Mercedes. | : :
Como lo que menos podía esperar Carlos era que, fue:
“sen á verle Vargas, Lorenzo y las dos jóvenes, él estaba
tranquilamente en su camarote, Er ARAS
- Para entrar en Panamá, había hecho que su segundo,
“que era también uno de los viejos marinos con, que con- |
taba la escuadra de los Titanes, figurase como capitán. |
Ó LOS TITANES DEL MAR e - 31
De pronto, advirtió Carlos gran movimiento en el
barco, percibió: voces de ARUGOTES y estuvo á punto de
abandonar el camarote.
Pero sin pensar quiénes pudieran ser.los que visitaban
el barco, dijo:
- —Que Redondo « se encargue de enseñar el buque á los
Curiusos.
Y permaneció en gu cámara. E e
Pero de repente sintió carcajadas de mujeres y la voz
- de algunos hombres cerca de alli.
—|¡Si vendrán por este fado! —murmuró con acento de
malhumor.—No sé por qué Redondo no se los habrá lle-
| vado por la otra pe
Y con el propósito de evitar que nadia le molestara, se
- levantó para echar el pestillo á la puerta de la cámara,
cuando está se abrió de repente y Azucena apareció alli.
Alverá Carlos de repente no fué, dueña de contener
un grito. |
- —¿Qué es eso. disicona?—dijo Lorenzo: pp > de
"Pero Carlos se apresuró á echar ¿y pestillo, diciendo AS
rápidamente á la joven: o
—¡Silencio y prudencia!
En aquel momento llegaron Mercedes, María, p. D. Me A
riano y Lorenzo. a
-————¿Qué ha sido eso? —dijeron al ver á la j joven que es-
taba ya alterada: qE0E qué has gritado?—le preguntó. a
Lorenzo. ) |
—Nada... nada, —contestó la j joven hacienda esluerzos :
- para sonreir.—Que he tropezado y me he hecho daño poe:
este pie. Pero no es nada... -
-. —Para andar por aquí, —dijo D. Mariano,—os menes:
ter ir con algún cuidado. : e
Sí, sí, ya lo creo. | de
Y Azucena miraba á ml notte: de la AE ee
Cuando subieron después á cubierta, Lorenzo, que mo
- cesaba de mirar á su hija murmuraba: Le
—Todavía está Azucena agitada. ¿Qué ha visto que le
ha causado tanta impresión? Bois miraba tanto á la
puerta de aquel camarote? ¿Será menester que yo me en-
bere bien de este pias! antes se: Edo ed cierre tral O con E
el o: ESE |
Em el próximo cuaderno: -
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