LA BANDERA ROJA
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LA IMPOSICIÓN
Ocho dias habian pasado desde la dencpitición dela
Virgen Blanca, de Juana, de Isabel y de Soledad, yen
de la colonia no so había descansado un momento. a
Habíase dado aviso á las tribus amigas. e
| El Juguar y todos los demás jefes de tribu, habiáh la
ó enviado sus guerreros á recorrer sus respectivos dominios
sin que ningún resultado hubiesen obtenido, A
Los raptores de tal modo habían sabido AE gus
; huellas que no era posible dar con el guar donde | MO
- escondían las prisioneras. | y
No hay para qué decir, cios eiefiad Migirer: e 0
pardo, Gurrea, Florencio, _Argúelles, y todos los “capitanes —
de la colonia. q
- Los dos hermanos, hijos de Sancho. Ramirez, movili-
_zaron inmediatamente toda la fuerza de que podían dis-
poner y en pequeñas partidas estaban haciendo una bati- e
da por aquellos contornos, que no cesaba ni de día ni de E
- noche, pues se iban revelando la ; partidas. a de
- —Esto,—dijo un día Juan, —ha sido cosa del. e. hi
: Algo muy gordo prepara y ha querido sin n duda iria |
dE go este medio. E
Y marchó á Lima otra vez á fin de ver si podía averi- ]
; guar algo. Pero no pudo llegar á la capital.
-— El virrey había tenido noticias de que tados. los ves.
nes estaban encerrados de modo que no pudieran escapar,
y habia movido todas las fuerzas de que podía disponer :
por tres punto diferentes iba á caer sobre Arica. e
elizmente la mncha impedimenta que llevaba y Jas ;
des que ofrecía el arrastre de los O:
1 10 tan acidentado, lo igaba -á camin
es ; e
a ad á esto, pudo Ju uan reg
e la VOZ | de dad