Ó LOS TITANFS DEL MAR : A:
Y la joven abandonó el aposento. . ]
Mendoza concluyó de ceñirse las armas y sonriendo E
de un modo más amenazador que cuanto hubiera eras: E
decir, salió poJe después de la hacienda. A
VII
EL ENCUENTRO
Cumido desembarcaron Gregorio y pe por más
que la ensenada donde se hallaba el barco estaba perfec-
tamente escondida, el indio había dicho al joven que
hiciera desembarcar veinte hombres de los suyos, los cua-
les podrían estar ocultos en un bosque lindante con las
ds presion de la pisada; por. sl de ellos tenía necesidad
- Angel |
Por si este caso aba al joven se había provisto de
media docena de cohetes y en caso que hubiera de ques.
- rir el auxilio de su gente, les daría. Mago io |
-——Blindio conocía muy bien la gente con quien trataba
- y sabía lo que era Mendoza. !
Quedaron en que si éste se encontraba en la hacienda, |
era lo más posible que estuviese también Mercedes y en
| este caso, él la daria aviso para que fuese ¿ encontrarle.
Acordado esto, Angel se detuvo en un punto que le
indicó Gregorio, donde había un manantial con cuyas
aguas se regaban parte de las tierras y que para distin-
guirle de otros, se le denominaba el Manantial Grande. -
-— Elindio siguió hacia la hacienda y pronto encontr
lus trabajadores de Mendoza, á Sra preguntó si es
se AmO estaba en el Chorrito.
¿Com la. contestación Afrmativa. se. dirigió hacia. la
caga. e de E
de Mercedes, como. pas en hdd: ocasiones poco" don
pués. que abandonó las habitaciones de Mendoza, ordenó
que' la preparasen su caballo y armada con un fusil, como
siempre hacía cuando se lanzaba á aquellas excursiones
| e marchó sin tomar una dirección determinada.
Sin embarg ! hubo ado momento: en me algo" se |