A. CONAN-DOYLE : 79
| »Temo que la reclusión aquí le sea dema-
- slado penosa. Muchas veces he suplicado á
mi padre que la haga menos rigurosa, y
en vista de que se ha mostrado siempre
inflexible, me he decidido á ofrecer á us-
ted mi ayuda para probarle que soy su
más sincero amigo, á pesar de todo lo pa-
sado.
»Si esta noche á las nueve pudiese us-
ted salir y venir á reunírseme al pie de la
encina seca que hay á la entrada de la ave-
bida, yo me ofrezco á conducirla 4 Besd-
worth, donde puede usted, si lo desea, to-
mar el tren para Portsmouth.
»Yo procuraré que á la hora indicada en-
cuentre usted la puerta abierta.
»De este modo creo sutisfacer el mayor
- deseo de usted y probarle que, aun sin es-
peranza, mi cariño hacia usted es más fir-
me que nunca.
»Buyo siempre,
»EZRA GIRDLESTONE.»
De tal modo sorprendió á Kate esto, que
durante algunos instantes quedó muda y
absorta en sus pensamientos.
Al cabo de un rato despertó como de un
sueño y arrojó al fuego la carta.
Ezra tenía, pues, el corazón menos duro
de lo que ella había creído, puesto que ha-
bía intercedido en favor suyo cerca de su
- padre.
¿Debía ella aceptar aquella probabilidad
de salvación sin esperar la llegada de sus
amigos? '
Acaso ellos estarían ya en Bedsworth,
sin saber por qué medio comunicarse con
ella. De ser así, el ofrecimiento de Ezra
era providencial. En todo caso, podía ir
hasta Portsmouth y desde allí telegrafiar á
los Dimsdale. La ocasión era decididamen-
- te harto favorable á sus proyectos para que
ella debiese rechazarla.
Decidió, pues, acudir á la cita. Las ocho
habían sonado hacía largo rato. A las nue-
Ve menos cinco minutos se levantó para
- tomar su abrigo y su sombrero.
-_ Ezra y su padre, juntos, habían redacta»
do la carta de que acabamos de dar cuenta
y la habían confiado á la vieja para que la
entregase á Kate.
Sucedió, sin embargo, que Rebeca, aler-
ta siempre para descubrir cualquier tenta-
tiva de comunicación entre Ezra y la huér-
fana, encontró á la vieja con la carta en la
mano. |
—¿Qué es eso?
Una carta del señorito para ella,
—Démela usted y se la subiré yo. Preci-
samente tengo que llevarle ahora el té.
— Toma, hija, te lo agradezco. Mis
piernas no están para subir muchos esca-
lones.
La doncella tomó la carta, y en lugar de
llevarla á su destino, entró en su cuarto y
la leyó hasta la última letra. :
Ya no le cabía duda. Ezra pedía á Kate
una entrevista. Y aunque el tono de la car-
ta eraexcesivamente respetuoso, aquello no
significaba si no un exceso de precaución.
Se trataba, seguramente, de una entrevista
amorosa. | ]
La joven comenzó á pasear por su habi-
tación yendo y viniendo como una fiera en-
jaulada, golpeándose la cabeza con los pu-
ños y mordiéndose los labios hasta hacerse
sangre. Largo rato pasó antes de que pu-
diese dominarse lo suficiente para ir á en-
tregar la carta.
En el momento en que ésta llegaba á
manos de Kate, mientras que ella dudaba
si acudir ó no á la cita, Ezra y su padre
hablaban en voz baja. ES
- —¿Acudirá?—preguntaba el primero.
— Seguramente. . :
—¿Y si nos engañáramos? |
—Buscaríamos otro medio para atraer-
la. Es forzoso conseguirlo á toda costa.
—Tengo sed—dijo Ezre apurando un
vaso de agua;—me siento nervioso y febril,
y no puedo comprender la calma: de us-
ted. Parece que se trata de la cosa más
sencilla del mundo. Esta expectación es
terrible. e EE
—Empleémosla en algo provechoso—re=
puso el viejo. 7 o
Y sacando de su bolsillo una pequeña
Biblia, se puso á leer con fervorosa un-
colón... : ,
Intranquilo y excitado, Ezra dirigía su
mirada afanosa, ya á su padre, que leía, ya
á Burt que, tendido en un sofá, roncaba
tranquilamente. -
" —¿No es ya hora de despertarle? —pre- a
guntó, devorado por la impaciencia.
-—Creo que . ... |