LA SEÑORITA MONTECRISTO
A continuación iban la señorita Josse-
n y el rey de los algodones.
—INi una palabra y los caballos 4 su
Así cabalgaron durante media hora.
De repente Van Berkel se detuvo, bajó
del caballo, puso el oído en el suelo y :2s-
Uchó,
e oído, acostumbrado á oir el menor
Udo, ¿había
ormal ? |
No debió notar nada, pues volvió á su-
! al caballo.
Pero repentinamente sintió moverse las
percibido alguna cosa
Malezas y una forma humana emergió en
S tinieblas, dirigiéndose hacia él
El caballo se encabritó. á
Muy sorprendido Van Berkel había cogi-
O su fusil y preparábase á disparar.
Pero dudó. : :
¿El hombre que se hallaba ante él era
Migo ó enemigo?
| ¿Era tuno de sus burghers que acababa
: advertir un peligro?
Esta duda le mataba.
—¿Qué es lo que quieres ?—preguntó.
No oyó la respuesta, pero sintió la im-
esión ide una maza que derrocaba su ca- :
za, haciendo estallar su cerebro.
Perdió los estribos, soltó las riendas gel
ballo y cayó al suelo.
Detrás de él, y con la ide ia de una
ión fantástica, el señor Donegal y la
orita Montecristo, habían visto lo que
Día pasado,
- Joven: se lanzó al SOCOrrO Pe su com-
MO
ero, cosa inexplicable, sus e caba- )
Ss cayeron simultáneamente.
EL Americano tenía el ne puesto. en le
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No tuvieron tiempo, :
Cuatro hombres, cuatro demonios se ha-
bían lanzado sobre ellos y reduciéndolos
á la impotencia, les ataron los brazos y
las piernas por medio de cinturones de
Cuero y de correajes, )
Inmediatamente la señorita Montecristo
se dió cuenta de la situación.
Dió un grito penetrante.
Pero una mano pesada y brutal se puso.
sobre'su boca y la redujo al silencio.
Un instante después era amordazada só-
lidamente. :
—iPor el diablo! He aquí lo que se
llama trabajar bien. ¿Qué decís de mi idea
amigo Joe? Nos ha salido á pedir de boca
y esta vez hay lugar á creer que el te-
soro de la pequeña es para nOSOtros. ;
Al oir esta voz. Zezétte Josselín había
temblado; el señor Donegal había dado un
grito de cólera. ; d
Había reconocido el agrio acento del
vizconde de Blaisois, el hombre de Mo-
rrissona, y la presencia de este hombre
indicaba cuales eran los otros bandidos. :
Ciertamente eran los hermanos Black- E
baern y uno de los. ios que habían da
traído de N ew-York,
Habían caído en la: ADA Pa e e
ser una intervención ' Proviflercaal ss
perdidos,
¡Ab, si. estuviesen sus compañeros!
0 Pero estarían lejos, camino del. Sabí y
no podían sospechar. el drama que se des- A
arrollaría á los —piés del «Kopje». Me
La señorita Montecristo red aún cier- .
ta esperanza. d E O o
Acaso su grito de alarma Mba sido
oído por los. amigos que la pi y
vendrían á su SOCOTTO,
(ay esta Speranza no se debía realizar
sino en. parte,
El: vizconde coil sus. pla
Sois HS. hermanos : Blackba,