Tras el hogar de Cupido, Es bueno que de un soplido Quede el lector enterado, Que nuede ser escoriado Si no andar prevenido. Por eso, que EL PICAFLOR NACIONAL, tiene su clave, De pescar al que no sabe “Ocultar su casto amor: Más si es un afilador De plaza ó de rinconada, A él va nuestra bofetada En la crónica siguiente, Para que sea obediente Y atienda nuestra plumada. COMO DIJIMOS ANTES “ : Agradecemos á la juventud entusiasta la Simpática demostración de aprecio dispen- Sada á nuestro primer número, más aún “tando, ha sabido esa misma juventud ayu- darnos á cruzar el estero de la crítica mor- daz en que cabíamos al presentarnos así, € improviso, ante la opinión pública del — tiene en su seno plumas incapa- € contrarrestar la verdad escrita. becuniario esfuerzo de la juventud se- Cn coroiTos el cable eléctrico en nues- E . mua labor periodística con la pré- tumba ambages ni tapujos, como por cos- de Suelen poseer algunos de nuestros as S colegas que tienen por estandarte Prensa libre de los afiladores. O. la aceptación de nuestro primer nú- Cariño Cnemos un ejemplo y una prueba de Ta que nos asegura muestra existencia 1, ostener el programa que hemos pues- . E ommtiesto adjunto á la firmeza de mana entes en muestras crónicas se- a. » Nuestra pluma hará caso omiso á peitaciores, ella, respetará la moral y tienas costumbres, no se internará ja- más : 1 ] Me En el terreno inculto de las difamacio- E hadas por la ley. Xtractare A Ta pa 0 aqueos en nuestras columnas de Ventud af ue tenga relación con la ju- Tazonada Aer por medio de una crítica ta; para En 'gna de que se tome en cuen- 10 con la a 9 tenemos un buzón perfuma- tros buenos 54 correspondencia de nues- a TOS corresponsales. tículos e. serán responsables de sus ar- 3 desequilibrios mentales. La Redacción. _EL PICAFLOR NACIONAL A MACANEO CORRIDO - a MA aquel caballero andante. 3 En una noche sombría como boca é cocodrilo, E se ve á un paisano, tranquilo como si fuera de día. Silbando una melodia dedicada al ser que adora, se dirige sin demora hacia el rancho de su china y se pierde en una esquina de un pajonal de totora. Su flete—overo rosao— cm relincha de contenteza y meneando la cabeza como perro degollao, dando saltos de costao se mete por la espesura y con patada segura empieza á abrirse camino mientras el gaucho ladino se rasca una peladura. El caballo pega un brinco, pero el gaucho no hace caso porque es criollo, bien crudaso, como tres y dos son cinco. Mete espuelas con ahinco en los ojos del overo, : que, como viento pampero, 4 después de trotar un rato echa á correr como un gato por un estrecho sendero. ps El hombre va bien seguro enorquetao en el bicho Me y llevao de su capricho — * LA cruza el llano con apuro. BE Su bisoñe lacio y duro va peinao' á lo Frascuelo y flameándole el pañuelo nuestro hombre desaparece en un sauzal que se mece en las costas de un riachuelo. Por fin encuentra un camino A que, como cinta de hilera, se tiende por la pradera como reguero de vino. En un punto blanquecino que distingue el caminante y junto 4 un ombú gigante se alza un rancho de totora donde vive la que adora ,