^ Ms.
«at
Jf
Un ¿ran pesar de Luis XV nino.
de
L amanecer del día 7
octubre de 1715, en un0
de los más hermosos apo
sentos del castillo de Vin-
cennes, un niño de 5 años
desperto bruscamente é
incorporándose dirigió sus miradas sobre
un hombre que, alumbrado por la débil
luz de la lámpara de bronce que colga-
ba del techo, dormía, completamente
vestido, echado sobre un sillón. Tosio
varias veces indeciso entre si interrum -
piría ó no el sueño del durmiente, hasta
que decidido gritó:
—IComtois! ¡Comtois!.. ..
—¿Sire?—respondió Comtois, levan
tándose al instante y lanzándose hacia
el lecho del niño.
—Te suplico que veas si ha caído mu
cha nieve esta noche.
Sin hacer ninguna observación á esta
demanda, Comtois se dirigió hacia las
ventanas, levantó las grandes cortinas
de seda que cubrían las vidrieras y res
pondió sencillamente—mucha, Sire.
Pero el niño Rey, que había seguido
con la vista el movimiento de su ayuda
de cámara, y que á través de los vidrios
había visto la campiña enteramente blan
ca y los hermosos árboles del parque de
Vincennes empolvados de blanco, excla-
mó:
— ¡Qué felicidad! ¡oh! levántame apri
sa, Comtois; aprisa, aprisa, vísteme,
pero acaba luego, Comtois!
¿A qué obedece el deseo de Su Ma
jestad, de levantarse tan temprano? di
jo Comtois volviéndose á acomodar tran
quilamente en su sillón,
—Es que tú no sabes, Comtois, que
tengo que librar una gran batalla esta
mañana, y apuesto que el enemigo está
ya sobre las armas; y no quisiera que
se me anticipara
El enemigo duerme, Sire, creedme
que debéis hacer otro tanto.
—¡Dormir el día de una batalla! ivoto á
sanes! como dice mi primo de Orleans,
eso no se ha visto nunca. ¡Pero leván
tame pues, Comtois—volvió á decir el
niño agitándose en su cama,
—Calmaos Sire, sed prudente; madame
Ventadour me ha prohibido levantaros
tan de mañana.
—Y yo Luis XV, rey de Francia, te
lo ordeno......
—Su Majestad comprenderá.. ..
—Yo no comprendo nada, quiero le
vantarme,—dijo Luis XV animándose; - -
el duquesito de Chartres me ha desafia
do ayer; él debe encontrarse ya en su
puesto. Tú eres demasiado razonable,
Comtois, para querer que tu rey pase por
un perezoso ó un cobarde á los ojos de
sus súbditos.
—Tranquilizaos, Sire, se sabe dema
siado que los reyes de vuestra familia
no son ni perezosos ni cobardes.
Entonces levántame luego, antes de
que el sol salga.
—¡Cómo! Sire, ¿es que también el sol
os ha desafiado?